El Sol de Parral

El bolsillo ¡cuenta!

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Escuché al secretario de Hacienda y “todo marcha sobre ruedas”. La macroecono­mía, fenomenal, aunque hay factores de riesgo por el año electorero. ¿Y la inflación?, le preguntaro­n, “bajo control”. ¡Que se lo diga al vulgo, a los sufrientes aztecas!

El bolsillo es quizá, de las cuestiones más importante­s para poner el voto en la urna. A periodos de bonanza, el ciudadano se inclina por el gobierno que tuvo buen manejo de la economía. Cuando te pega el mazo del “no me alcanza”, se le pasa la factura al que supones culpable.

Y solo al segmento de los privilegia­dos les viene guanga. Ni siquiera saben de precios –salvo los que se relacionan con sus negocios y jamás se paran por un súper, en el que pudieran palpar lo que se suda para comprar lo elemental.

¿Inflación bajo control? A partir del gasolinazo la escalada perdió límites. Cualquiera lo sabía. Todo se transporta y los traslados se fueron por las nubes, con el conocido impacto en el consumidor.

Para hacernos una idea, desde la trágica fecha del alza, el jitomate pasó de 15 a 22 pesos. La cebolla, de 12 a 15; los huevos de 24 a 32, si tienes suerte; el pollo de 88 a 95; la papa de 8 a 11 y ya va en 18; la tortilla, según ande la bronca con la Secretaría de Comercio, oscila con incremento­s hasta de cincopesos.

La lechuga de siete a 15; la zanahoria de 8 a 14; el limón de 16 a 18 (aunque de repente pega botes): el bistec de 120 a 125; el frijol mayo (que fue alimento básico del pueblo) de 21 a 26.

Hay que asomarse a los quesos: prohibitiv­os (los nacionales a la par que los importados). Los yogurs, fuera del alcance de las mayorías y ni mencionar el resto de viandas que, para un grueso de la población, se han vuelto inexistent­es.

Si mal estábamos con el gasolinazo, lo del gas doméstico perdió toda proporción. Mes a mes, el litro sube, cuando menos, 55 centavos, lo que ya lo tiene en 10.55 En la desesperac­ión, hay quien opta por cambiarse al gas natural. Antes que cante el gallo, subirá, porque “negocios son negocios”. Algún funcionari­o dijo que van a tratar de “meter a los gaseros en cintura”. Me permito carcajearm­e.

Los recibos de luz, fuera de control. Se dice que la Comisión Federal de Electricid­ad, concesionó a una empresa privada la

cobranza. Estoy sorda de la cantidad de quejas: personas que pagaban bimestralm­ente, 300 pesos, recibieron una factura por mil y pico; hay a quien le llegó por 35 mil y en plan de chacoteo, te ponen que sin el subsidio sería de mucho más.

¿Consecuenc­ias de esta cascada? Hasta los tacos de canasta, manjar cotidiano de trabajador­es, ¡carísimos! Al reclamo de la clientela la misma respuesta, ¡el gasolinazo, el gas y la luz!

Vivir en el intento de estirar los pocos ingresos es estresante. Alimentar a una familia, sin poder acceder a frutas, a verduras, a lácteos y qué decir de un trocito de carne o pollo, frustra, enoja y canaliza la rabia hacia los encarecedo­res, ahora sintetizad­os en “el gobierno y el gasolinazo”.

Se prescinde del entretenim­iento. La familia entra en “economía de guerra” y se acaba el cine semanal, o la ida al parque de diversione­s. Restaurant­es, cero. Lo que suponía el “día libre” para el ama de casa, en que se alejaba de hornillas y estufa, remembranz­a del pasado.

Lo imposible es cancelar las tres comidas diarias –en las clases que, hasta ahora, podían hacerlas-. La angustia de los tres pesos de Eufemia, sin lugar a dudas, se reflejará en las urnas.

Para hacernos una idea, desde la trágica fecha del alza, el jitomate pasó de 15 a 22 pesos. La cebolla, de 12 a 15; los huevos de 24 a 32, si tienes suerte; el pollo de 88 a 95; la papa de ocho a 11 y ya va en 18; la tortilla, según ande la bronca con la Secretaría de Comercio, oscila con incremento­s hasta de cincopesos. La lechuga de siete a 15; la zanahoria de ocho a 14; el limón de 16 a 18 x(aunque de repente pega botes)

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