Descanse, tenga Paz
Sin duda alguna que nos ha tocado vivir una de las épocas más difíciles de la historia de la humanidad. Hemos estado experimentando de los más grandes desastres naturales de toda la historia. Por otro lado, la crueldad del hombre ha crecido de tal manera que nos deja sin palabras, conteniendo el aire asombrados y a la expectativa de qué más podemos esperar. A esto le añadimos las carencias y pobrezas de unos, y la avaricia y enriquecimiento de otros. Qué decir de las enfermedades y de muchas cosas más.
Toda esta ensalada de malas noticias y sinsabores, ha llevado a muchos a un estado de desesperación y ansiedad. La ansiedad es un estado desagradable del temor, que cuando logra invadir la vida de una persona no le permite llevar una vida normal. La buena noticia es que dice Jesús: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, yo les daré descanso” (Mateo 11:28). Cuando acudimos a Él, aún en medio de las circunstancias de la vida, quedamos asombrosamente maravillados y entusiasmados de poder experimentar alivio en nuestra vidas. Si somos entendidos, el versículo que acabamos de citar nos habla de la herencia de Dios a los seres humanos que se acercan a Él por medio de nuestro Señor Jesucristo. Nos habla de un regalo que nadie nos podrá dar jamás, sino Dios: Sacarnos de la desesperación, angustia, dolor y del pecado, de la aflicción y el estrés, y traernos al descanso y a la paz de su amado hijo. David decía: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. (Salmo 23:1-3)
Hay quienes creen que para ellos ya no hay esperanza, que ellos no pueden recibir lo dicho anteriormente. Permítame decirle que eso no es cierto. Que sí es posible experimentar el alivio y el descanso para nuestra vida. Dice la palabra de Dios: “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 42:11). ¿Acaso no es mejor en la oscuridad, que se aprecia la luz? ¿No es en tiempos de guerra que se puede experimentar la paz? Es así mismo en los momentos de crisis, de aflicción, dolor, angustia y ansiedad el mejor tiempo para poder experimentar la paz que Dios da en medio de la tormenta. Dice la palabra de Dios en Isaías 53 que Cristo llevó cautivo el dolor, la enfermedad y el pecado en la cruz del Calvario. Cuando alguien se encuentra en crisis, es el mejor momento para venir a Cristo. Cuando nos encontramos en la noche oscura del alma, es el mejor momento para venir a su luz. Seguir su luz que produce vida y paz. En medio de la crisis puede llegar a ser el mejor momento de su vida, pues la palabra de Dios dice: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman…” (Romanos 8:28) Siendo así, podríamos decir: “Bienaventurados los que están en crisis, porque ellos experimentarán la paz de Dios”.
Entonces, estimado lector, reciba fortaleza divina como Cristo lo hizo cuando estuvo en angustia, Él oraba, “y le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra” (Lucas 22:43-44). ¿Se da cuenta? Dios nos ayudará a descansar y a tener fortaleza para seguir adelante en paz, si venimos a Él en oración.
Aprendamos a depender cada día de Dios y no de las circunstancias, el resultado será una paz y una confianza para seguir adelante que
sobrepasa cualquier entendimiento o razonamiento humano: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-8)
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día vaya al cielo.