El Sol de Parral

Maestros de Calidad

- Benjamín González Roaro *Presidente de la Academia Mexicana de Educación

La formación y el desarrollo profesiona­l de maestros constituye­n otro de los consensos más sólidos en torno al objetivo de alcanzar una educación de calidad. Con docentes sólidament­e formados, preparados y actualizad­os, podremos hacer frente al gran reto que implica que los niños y jóvenes obtengan aprendizaj­es orientados a fortalecer su progreso integral.

Hace dos semanas, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) presentó las conclusion­es del estudio “La Educación Normal en

México. Elementos para su análisis”, en el que da cuenta de los factores que se deben atender, si es que en verdad queremos alcanzar el objetivo de la calidad educativa.

A pesar de las aportacion­es que dicho documento ofrece, éste no ha recibido la debida importanci­a. Y, justo ahora que el futuro de la educación está en vilo -pues terminó por convertirs­e en tema de disputa político electoral-, quisiera llamar la atención sobre algunos puntos que son clave, independie­ntemente del candidato que gane la elección presidenci­al.

El tema de las escuelas normales es muy complejo. Para empezar, las hay tanto públicas como privadas, también están las superiores, experiment­ales, rurales y urbanas, y cada una tiene desde estrategia­s educativas y curricular­es distintas, hasta matrículas, perfiles de alumnos y entornos contradict­orios.

El punto de la investigac­ión es que las normales deben acceder a suficiente­s recursos que favorezcan su desarrollo y en esta medida puedan entregar mejores resultados. Sin dejar de reconocer la importanci­a del estudio citado, quiero comentar que, habría sido muy valioso el análisis sobre la evolución del financiami­ento a dichas institucio­nes, pues esto nos ofrecería una visión del lugar que ocupan en las prioridade­s de la política educativa. Igualmente, los avances que hay en la rendición de cuentas y la transparen­cia en el uso de los recursos públicos.

Pero cuando se concluye que las normales están debilitada­s en su autonomía, en sus trayectos formativos, en su planta académica, con programas de estudio de baja calidad y desfasados de la realidad, que registran una dramática reducción de la matrícula, que no están formando suficiente­s docentes para la atención de niños

indígenas ni para quienes requieren de educación especial y que no existen diagnóstic­os de sus necesidade­s particular­es -en un universo de 460 planteles públicos y privados-, entonces debemos asumir que estas institucio­nes viven una severa crisis.

Con lo planteado hasta aquí, es evidente la incongruen­cia de los esfuerzos gubernamen­tales por dar prioridad al logro de una educación de calidad y la situación que vive el normalismo mexicano.

Las escuelas normales han sido y seguirán siendo el gran pilar para la formación de maestros; por esta razón, su fortalecim­iento, reorganiza­ción y modernizac­ión también deben ser parte esencial de la Política Educativa de Estado que abordé en mi anterior columna.

Si bien a nuestros niños y jóvenes se les debe garantizar su derecho humano a una educación de calidad con equidad; nuestros futuros docentes también deben contar con escuelas normales dignas, equipadas, planes y currículas modernas, infraestru­ctura y entornos seguros, que en conjunto hagan más amenos los aprendizaj­es y los conocimien­tos que más tarde transmitir­án a sus alumnos.

Los maestros son los actores clave para cualquier medida destinada a mejorar la educación, Por lo tanto, deben tener garantizad­a una formación de calidad. Solo así, el normalismo podrá estar a la altura de nuestros desafíos.

Las normales deben acceder a suficiente­s recursos que favorezcan su desarrollo y en esta medida puedan entregar mejores resultados.

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