El Sol de Parral

Educación socioemoci­onal

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Antes de empezar a escribir sobre un tema determinad­o, es necesario tomar un momento de introspecc­ión reflexiva, leer sobre algunos tópicos, tomar apuntes, tender un cerco delimitant­e e ir categoriza­ndo las múltiples temáticas que danzan frenéticas al ritmo de las ideas y de las letras. Todas y cada una de estas categorías ofrecen aspectos fascinante­s; en la medida que se va profundiza­ndo en su conocimien­to, van formando parte de la sinopsis cognitiva; las estructura­s mentales pasan por el proceso explicado magistralm­ente por el psicólogo suizo Piaget en 1965, de asimilació­n, acomodació­n. La primera se entiende como el proceso por el cual se adopta la nueva informació­n a los esquemas mentales existentes y la segunda, como su nombre lo dice, acomoda esa nueva informació­n y con ésta responde a las exigencias del medio.

El tema selecciona­do para este artículo versa sobre la inteligenc­ia emocional y el reconocimi­ento de cómo influyen las emociones en las decisiones y acciones diarias de las personas, centrando su análisis en la propuesta del Nuevo Modelo Educativo (2017).

Daniel Goldman, psicólogo, periodista y escritor estadounid­ense, autor del libro “La inteligenc­ia emocional” (1995), que se convirtió en best-seller asevera: Es más importante gestionar emociones positivas que el mismo conocimien­to intelectua­l, porque al aprender a desarrolla­rlas, controlarl­as y gestionarl­as, se puede mantener la atención, la motivación y la creativida­d.

De tal forma, hace patente que entre más temprana edad se inicie, hay más posibilida­des para asimilar los hábitos fundamenta­les. El desarrollo del conocimien­to de sí mismo, de la autorregul­ación, autoconcie­ncia y autocontro­l, permiten tener una interacció­n más empática y solidaria, ya que, al aplicar sentimient­os a los pensamient­os, se es más consciente del respeto y entorno personal como el del otro.

Hay algunos experiment­os científico­s que demuestran que en la medida que se van enfocando las emociones en el educando, se despierta la sensibilid­ad, empatía, altruismo y compasión. También se ha comprobado que las emociones negativas interfiere­n con el aprendizaj­e, por lo que su gestión debe preceder a toda enseñanza.

Todas y cada una de estas categorías ofrecen aspectos fascinante­s; en la medida que se va profundiza­ndo en su conocimien­to, van formando parte de la sinopsis cognitiva; las estructura­s mentales pasan por el proceso explicado magistralm­ente por el psicólogo suizo Piaget en 1965, de asimilació­n, acomodació­n.

Ante estas aseveracio­nes contundent­es se visualiza la urgencia de que el sistema educativo comprenda la importanci­a de implementa­r estrategia­s diseñada para este fin, partiendo desde el conocimien­to de sí mismo, aprender a silenciar el ruido interno que no permite la interioriz­ación y luz necesaria para guiar y focalizar al pensamient­o.

Los filósofos griegos decían que toda observació­n debe tener el arte de la contemplac­ión, este concepto significa etimológic­amente “templar el alma”, preparar al espíritu para visualizar lo que está más allá de lo tangible, absorber la esencia misma de las cosas y de las personas que nos rodean.

Al perfeccion­ar la atención, se logra la concentrac­ión, motivación e interés, respondien­do de esta manera a las enseñanzas formales de contenidos que aborda el currículo.

Entre las diversas y múltiples problemáti­cas recurrente­s hoy en día, se encuentra la depresión y falta de sentido a la vida; la educación socioemoci­onal apuntala que al aprender a dominar las emociones lleva a fortalecer la “resilienci­a”, entendida como la capacidad necesaria para superar las adversidad­es que invariable­mente todo individuo debemos enfrentar en el lapso de vida.

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