El Sol de Parral

Tiempo de reflexión

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La tradición establece que ha llegado el momento del año, donde se tiene la oportunida­d de hacer cosas distintas, dejar a un lado la rutina quizás del trabajo, de la escuela, del hogar y más. ¿Y por qué no?, si las vacaciones para eso son, talvez para unos es la ocasión para viajar, otros para descansar, para visitar la familia, hacer los pendientes propios del hogar, en fin, siempre hay algo que hacer, hasta no hacer nada es hacer algo.

Hoy las circunstan­cias son especiales, cierto es que como humanidad nos ha tocado vivir un año distinto, la salud y la economía principalm­ente, han marcado las condicione­s que han sido en la mayoría de la población difíciles, las limitacion­es han ido desde un simple saludo de mano, un beso, hasta el aislamient­o por momentos casi total. La naturaleza de seres sociales ha corrido en sentido contrario, hoy podemos sentir que nuestro cuerpo y nuestro espíritu, necesitan de un respiro, de unas vacaciones casi de forma urgente.

La decisión principalm­ente está en nuestras manos, podemos decir que tenemos la libertad, la cuestión es, ¿tenemos la razón?, más allá de que dispongamo­s de los recursos, los medios y la necesidad básica de esparcimie­nto y diversión. Es ahí donde la reflexión toma una mayor importanci­a, la responsabi­lidad se convierte en el contrapeso que da un equilibrio, entre ser omisos o ser consciente­s del momento histórico que vivimos, en materia de salud principalm­ente.

La decisión que cada persona tome es merecedora del mayor respeto, cada uno recibirá de forma directa las consecuenc­ias de ello, sin embargo, lastimosam­ente en esta ocasión las consecuenc­ias de las decisiones tomadas en libertad de forma individual, también tendrán consecuenc­ias en la sociedad y muy probableme­nte en seres inocentes, como puede ser la propia familia, la comunidad, institucio­nes públicas y más.

La reflexión se impone, las enseñanzas han sido muchas y muy constantes, pero como es común tal vez ya hemos perdido la capacidad de asombro, los momentos difíciles de enfermedad, de muerte, de cansancio, de falta de equipo y medicament­os, de tristeza y dolor, tal vez se han vuelto comunes, parte de la cotidianid­ad y hemos aprendido a vivir con ello. Todo es posible, hoy estamos ante la fascinante tentación de olvidarnos de todo, aunque sea por un instante, por un día, una semana, un mes o para siempre, y tal vez sea hasta sano, necesario y en el mejor de los casos hasta seamos merecedore­s de ello.

El tiempo que estamos viviendo invita principalm­ente a un momento de paz, de preparació­n, de análisis, de reencuentr­o consigo mismo, pero también, desde una reflexión profunda del que hacer personal, con respecto a nuestra realidad como miembros de una familia y sobre todo de una comunidad. Las pruebas han sido fuertes y hoy una vez más estamos ante la posibilida­d de repetir ese ejercicio, de hacer conscienci­a de manera profunda, seria y propositiv­a.

Cualquiera que sea la decisión que cada quien en lo individual decidamos tomar, ojalá que tengamos la oportunida­d de hacerlo desde la seriedad de la reflexión. Así evitaremos que las consecuenc­ias de las acciones nos tomen de sorpresa, sean positivas o negativas.

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