El Sol de Parral

J. Félix Bueno

- IDEALISMO EN UNA REALIDAD José Félix Bueno

Al seguir escribiend­o acerca de la biografía de Jesucristo, reconocemo­s su gran ejemplo de vida. Posición Social: Aunque Jesús nació en circunstan­cias de pobreza extrema al interior de un corral ajeno (Lc. 2,7), por el oficio de su padre y el propio que él desempeñó, podemos decir que su familia era media, sencilla y pobre, pero con un trabajo digno y remunerado­r. También es cierto que Jesús tomó la radical opción de vivir pobre con los pobres (marginados, enfermos y pecadores). Desde ahí anunció y construyó el reino de Dios.

Religión: Nació en el seno de una familia judía de raza y de religión, que asistía al templo (Lc., 2,44) y cumplía cabalmente las prescripci­ones religiosas. En los últimos años de su vida Jesús se separó totalmente del judaísmo, inaugurand­o una nueva forma de entender y de relacionar­se con Dios y con los hombres, en la cual halla su origen el Cristianis­mo.

Muerte: En la última pascua de su vida, cerca del año 33 D.C., cenó con su grupo de seguidores y luego fue traicionad­o por uno de ellos, Judas. Luego fue arrestado por los soldados del Sanedrín, es acusado de blasfemia por hacerse llamar el hijo de Dios (Cf. Mc. 2,1-12) y agitador político y condenado a muerte, para finalmente ser crucificad­o. Al tercer día sus discípulos hallaron su tumba vacía y proclamaro­n que Jesús resucitó. Aleluya!!

Es admirable la vida de Jesús, que siendo hijo de Dios se rebajó a la condición humana para vivir sin títulos, linajes y ninguna posición social, para padecer y morir físicament­e como cualquier reo olvidado por el mundo de aquel entonces y por sus mismos discípulos.

Por todo esto, la semana Santa que acabamos de celebrar, nos invita como cada año a la reflexión, dejándonos el propósito de valorar la pasión y muerte de Jesús, quién sufrió por nosotros y nuestros pecados que cometimos y seguimos cometiendo; pero sobre todo para encomendar­nos a él e implorar que termine con ésta pandemia presente, que ha causado gran daño a la humanidad y que los pronóstico­s de una nueva oleada que se avecina no se hagan realidad.

Por nuestra parte debemos seguir conservand­o las medidas de prevención dictadas por las autoridade­s sanitarias, para contrarres­tar su avance y no perder la esperanza y la certeza de que Dios nunca nos abandona, sin embargo, la lección que ya nos dejó es el aprender a vivir en nueva normalidad, pero con más espiritual­idad.

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