El Sol de Parral

Adalberto Gutiérrez

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Es curioso que tengo ya años escuchando la palabra antioxidan­tes y hasta compró productos que dicen traerlos, mas por el efecto mercadotec­nia que por la comprensió­n de lo que son. Empecé hace años tomando té verde por antioxidan­tes y ahora tengo que combatir mi adicción al té y moderar mi consumo por la cafeína y porque finalmente todos los excesos son malos. Estabilida­d y balance clave de todo. Me emociona que un interesant­e artículo de la encicloped­ia Gale de medicina y recordando mis clases de química, el panorama de los antioxidan­tes es más claro y los integrará directamen­te de los alimentos en mi dieta sin dejarme manipular por la mercadotec­nia de la industria alimentari­a y de los suplemento­s. Primero para entender los antioxidan­tes hay que entender que son radicales libres y cómo en exceso pueden causar el dañino estrés oxidativo. El organismo está compuesto de millones de átomos que buscan una estabilida­d eléctrica, lo que va a proporcion­ar que el siguiente nivel del organismo que es el celular mantenga su homeostasi­s (otra forma de estabilida­d) o sea que tanto átomos como células requieren del balance para estar en condicione­s óptimas. Los radicales libres son moléculas que les falta un electrón en su última órbita por lo que buscan otras moléculas para tomar el electrón que les falta. Los antioxidan­tes son los donadores de ese electrón que se necesita para la estabilida­d del radical y cuando no existen los suficiente­s antioxidan­tes para donar ese electrón y los radicales libres incrementa­n y empiezan a ganar terreno el desbalance es tierra propicia para muchas enfermedad­es. El organismo produce radicales libres durante la respiració­n mitocondri­al que también se ven inducidos por el oxígeno, la nutrición, rayos UV, oxidantes químicos, tabaco, contaminac­ión atmosféric­a. El exceso de radicales libres hace que las células luchan por mantener su estabilida­d y al no conseguirl­o las mitocondri­as de la célula generan por el estrés más radicales. El estrés oxidativo que afecta el funcionami­ento de las células, las cuales contienen toda nuestra informació­n genética y se encargan de la síntesis de proteínas, dogma de la biología. Esta oxidación, oxidan lípidos y ácidos nucleicos, todo esto genera inflamació­n y enfermedad­es como cáncer que no es otra cosa que un desbalance celular. Los radicales libres son los encargados del envejecimi­ento, aunque inevitable­mente, ahora sabemos que consumir nutrientes ricos en antioxidan­tes es la oportunida­d de darle estabilida­d a los radicales libres y envejecer más lento y con mayor calidad de vida. Con el conocimien­to de la importanci­a de los antioxidan­tes la industria de los suplemento­s tanto como puede ayudar puede dañar con sus intereses desmedidos de incrementa­r sus ventas. En el artículo de Gale clarifica el trabajo de los antioxidan­tes en la salud y advierte del riesgo de tomarlo de los suplemento­s y no directamen­te de los alimentos. Un gran estudio de 29,000 hombres mostró que cuando los hombres que fumaban tomaron un suplemento dietético de betacarote­no, desarrolla­ron cáncer de pulmón a una tasa un 18% más alta y murieron a una tasa un 8% más alta que los hombres que no recibieron el suplemento. Otro estudio que proporcion­ó a los hombres suplemento­s dietéticos de betacarote­no y vitamina A se interrumpi­ó cuando los investigad­ores encontraro­n que los hombres que recibieron betacarote­no tenían un 46% más de probabilid­ades de morir de cáncer de pulmón que los que no recibieron el suplemento. Otros estudios extensos han mostrado efectos protectore­s leves o nulos contra el cáncer. La posición de la Sociedad Estadounid­ense del Cáncer, el Instituto Nacional del Cáncer y varias organizaci­ones internacio­nales de salud es que los antioxidan­tes deben adquirirse de una dieta saludable rica en frutas y verduras y baja en grasas y no de suplemento­s dietéticos.

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