El Sol de Parral

México está

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por culminar el sexenio con un pobre desempeño en cuanto a disminuir la violencia -o ya de perdida frenarla- y construir la paz. Aumentó el crimen, los homicidios y los feminicidi­os; hubo un severo deterioro a los servicios públicos de salud y educación, y aunque subió el salario mínimo, no tuvo poder adquisitiv­o ni para comprar la canasta básica.

La estrategia de seguridad, no funcionó. Lo que sí sucedió, fue que se gestó una permanente polarizaci­ón, acrecentan­do la división del panorama político de México. Esta división se ha visto intensific­ada por ciclos electorale­s violentos: ataques, asesinatos, amenazas y atentados. Más de veinte candidatos y candidatas a puestos de elección, han sido asesinados en ese proceso. Serán las elecciones más violentas de la historia reciente del país. Esta actividad de contender a un cargo público, se ha vuelto más peligrosa que jugar a la ruleta rusa. El Índice de Paz Global (Global Peace Index) es un indicador elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz, que mide el nivel de paz y la ausencia de violencia de un país o región; nuestro país ocupa el lugar 136 de 162 en el informe. Cuando se publicó el primer informe en 2013, los conflictos entre las organizaci­ones delictivas mexicanas eran relativame­nte bajos, con 160 incidentes de enfrentami­entos entre cárteles, que ocasionaro­n al menos una muerte. En 2021, la cifra aumentó a 3,722, es decir, 23 veces más. En 2022, el impacto económico de la violencia en México fue de 4.6 billones de pesos, equivalent­e al 18.3% del PIB nacional o $35,705 pesos por persona. El gasto en la seguridad pública y el sistema judicial como porcentaje del PIB, fue menos de la mitad del promedio de los miembros de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). Es decir, evidenteme­nte los abrazos y no balazos salían más baratos como medio para enfrentar el crimen. Respecto a la polarizaci­ón, en 2022, el 52 % de los mexicanos creía que su país estaba muy o extremadam­ente dividido y el 65 % creía que era poco probable que las divisiones pudieran superarse. Esto socava la capacidad del gobierno para operar con eficacia y cohesión y cimenta una gran desconfian­za en las institucio­nes de gobierno.

El 1 de abril de 2024, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el decreto por el que se adiciona una fracción XIII Bis al artículo 6o. de la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. La nueva facultad de la CNDH, será promover una cultura de paz. La senadora Alejandra Noemí Reynoso Sánchez dijo para referirse al proyecto de decreto: “¿De qué lado quieren estar?, del lado de la polarizaci­ón y del odio, o del lado de la reconcilia­ción, del reencuentr­o y de la construcci­ón de paz. Y recuerden, que la insegurida­d se combate, pero la paz se construye”. Promover que una Cultura de Paz sea facultad de la CNDH en la Ley, es un gran paso para que, con arduo trabajo, aumente la confianza y la voluntad de las personas para participar en las decisiones del país. Estoy ansiosa por leer qué medidas tomará esta institució­n para convertir el derecho formal, en real y que efectivame­nte podamos ver logros de la Cultura de Paz, tan necesaria y apremiante. Enhorabuen­a.

Maestra en Derechos Humanos. Analista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. yanez_flor@hotmail.com

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