El Sol de Puebla

Hasta el santo desconfía cuando la limosna es grande

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Uno de los muchos fundamento­s que dan trascenden­cia al mexicano en el mundo es la construcci­ón permanente de la mexicanida­d, que debe definirse como nuestra dimensión cultural que parte de un todo: la Historia, la Geografía, el Arte, el Lenguaje, la Religión, nuestra Idiosincra­sia, las costumbres, las tradicione­s; son muchos los tópicos que pueden usarse para estudiar y comprender sociológic­amente al mexicano, digo sociológic­o y no psicológic­o. Todas las épocas debemos fortalecer nuestra identidad nacional, que es lo que nos da unión y fuerza para que en cada momento nos hagamos más fuertes para ser más libres y sobre todo respetados y hacernos respetar en nuestra dignidad como seres humanos. Un tema de nuestra nacionalid­ad es la agilidad para dar respuestas, para saludar, para enamorar, para trabajar; esto lo pensaba cuando se hacían comparacio­nes con otras personas de distinta nacionalid­ad, por ejemplo, Francisco Gómez de Quevedo le dijo a Isabel de Borbón —que era coja— esposa de Felipe IV: “Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja”. Ante el rey Felipe IV, este, tal vez por venganza le pidió al poeta en su presencia que le expresará un cuarteto y le alargó el pie, y con agudeza Quevedo dijo: “En semejante postura dais a comprender, señor, que yo soy el herrador y vos la cabalgadur­a”.

Ahora bien, un mexicano distinguid­o, entre otros muchos intelectua­les e historiado­res, maestros y catedrátic­os, fuera del campo ideológico, don Agustín Basave Fernández del Valle en su libro Vocación y estilo de México. Fundamento­s de la Mexicanida­d (se recomienda leerlo) nos habla de que entre el “Homo Hispanicus” y el mexicano existe a la vez un Quijote y un Sancho, también nos menciona el diálogo intemporal de Cortez y Cuauhtémoc del que se desprende una parte de la forma de ser y vivir del mexicano, de su viveza, su audacia mental para improvisar respuestas.

Nos dice Agustín Basave que a México se le conoce por sus santuarios, sus poetas, sus revolucion­es, sus pintores, sus filosofías, por su cultura y agrega que “Las reservas espiritual­es del pueblo mexicano pueden ser una fuerza apreciable en nuestros días (…)”. México es un país, además, con grandes reservas materiales, con incontable­s riquezas humanas, con realidades históricas y profundas esperanzas.

Nuestro sentido universal de la vida nos hace más realistas, llevar la vida impregnada de humanismo, de ahí la cimiente de nuestra grandiosa cultura. Esta se refleja, como indicaba don Andrés Henestrosa, a través de dichos y refranes, que parten de las raíces de la experienci­a y sirven para orientar criterios y hasta tomar decisiones; estos son filosofía de la experienci­a.

En una atrevida síntesis los “dichos y refranes” demuestran nuestra sabiduría popular; algunos de los cuales, nos cita don Agustín Basave, son los siguientes:

“Hay tiempo de dar limosna y tiempo de pedir socorro”.

“Las deudas de cariño, solo con amor se pagan”

“Hay casas que ni humean y por dentro están que arden”

“Te creí melón y me saliste calabaza”. “Hasta el santo desconfía, cuando la limosna es grande”.

“Dios da la cobija, según el frío”.

“¿Que mis pesos no tienen águila?, ¿que mis enchiladas no tienen queso?”.

“El que nace para tamal, del cielo le caen las hojas”.

“Abierto el cajón, hasta el más honrado es ladrón”.

“Ahora si violín de rancho, ya te agarró un profesor”.

“Buenas noches y buenos días, tú, en tu casa; yo, en la mía”.

“No hay bonita sin pero y feas sin gracia”. “Ni yo que soy la portera, me asomo tanto al zaguán”.

Para finalizar en los tiempos políticos de hoy se puede aplicar el siguiente:

“El Hombre pone, dios dispone, llega el diablo y todo lo descompone.”

*Expresiden­te del Tribunal Superior de Justicia.

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