El Sol de Puebla

Nostálgico festejo

GLORIAS DEL DEPORTE DE NUEVO SE HERMANARON EN SINGULAR CELEBRACIÓ­N OLÍMPICA DE MÉXICO 68

- POR HÉCTOR REYES FOTOS: MOISÉS ROSAS

El aletear de las palomas se convirtió en un eco del pasado, la gritería de un público entusiasta solamente era un recuerdo para más de 600 personalid­ades que por segunda vez desfilaron en el Estadio Universita­rio, los actores de uno de los acontecimi­entos más importante­s en la historia del siglo XX por las condicione­s políticas y sociales en todo el mundo.

Felipe “El Tibio” Muñoz no dejó de emocionars­e, sobre todo que es el embajador del cincuenten­ario aniversari­o mexicano, el reencuentr­o de dos épocas y los mismos actores que hicieron vibrar con sus marcas olímpicas en el atletismo, la natación, el ciclismo o las pesas, a los jóvenes que se entregaron esos años a la competenci­a y gracias a sus éxitos son recordados. Edecanes, organizado­res, jueces, entrenador­es y atletas desfilaron juntos, otro momento irrepetibl­e de la vida y el volverlo a hacer fue muy significat­ivo. El objetivo era encender el pebetero exactament­e a la misma hora que hace 50 años, a las 12:50 horas de aquel día:

“Nadie dijo nada, todos aplaudimos, nadie se atrevió a hablar”, comentó Muñoz Kapamas en el crisol de la festividad. Enriqueta Basilio subió al pebetero con su entereza, no se prestó al auxilio, desde el momento que recibió la antorcha de manos de Horacio de la Vega, y él a su vez de la olímpica de remo, Kenia Lechuga, luego del recorrido que hiciera por la Ciudad de México, la tradiciona­l carrera de relevos con deportista­s de alto rendimient­o y personalid­ades para la ocasión.

El Fuego Conmemorat­ivo se encendió en el caldero tlatelolca en las instalacio­nes del CDOM, se prodigaron algunas palabras de sus dirigentes y arribó al estadio olímpico a las 12:43 horas y en su andar un

Encontrart­e con tus compañeros, algunos de ellos tenía 50 años de no verlos, y recordar todos esos momentos tan maravillos­os que vivimos no se olvidan” MARÍA TERESA RAMÍREZ MEDALLISTA DE BRONCE

charro a caballo en las inmediacio­nes de Ciudad Universita­ria anunciaba el ansiado e histórico momento.

Los charros abrieron el programa de la sencilla ceremonia, en la que faltó el calor del público mexicano, y cómo llenar ese volcán que ayer tuvo algunos estertores, entre ellos las goyas universita­rias ante la prensa nacional y extranjera, familiares, y uno que otro aficionado de aquellos memorables años sesenta.

Los charros presentaro­n algunas suertes en el inicio de la fiesta sobre la recta de los 100 metros planos. El reloj marcó las 11:45 horas. Diez minutos después, se presentó un video alusivo a México 68 y el anfitrión, Felipe Muñoz, habló de lo que significar­on los Juegos de la XIX Olimpiada para el mundo. A las 12:00 horas comenzó el desfile de quienes hicieron los Juegos una realidad vestidos con playeras de los colores olímpicos. Una procesión que abarcó los 20 deportes del programa deportivo, dos de ellos de exhibición y a su paso mencionaro­n algunas de las figuras invitadas.

Mientras que los deportista­s se iban acomodando y formaban los aros olímpicos en el centro de la cancha de futbol de los Pumas. A las 12:15 horas seis medallista­s olímpicos mexicanos portaron el estandarte del 50 aniversari­o de México 68. A las 12:30 horas, por el sonido local anunciaron que se acercaba la flama y 13 minutos después el rector universita­rio, Enrique Graue Wiechers, el anfitrión del evento recibió la llama en la puerta de maratón, se sucedieron los relevos con la ciclista Yareli Salazar, la especialis­ta en remo Fabiola Núñez, el paralímpic­o Eduardo Ventura y la olímpica Kenia Lechuga fue el último relevo.

Queta Basilio emergió vestida de blanco, cómo hace 50 años y a pesar de su enfermedad se sostuvo sobre el barandal, retó al vértigo de la altura una vez más, se dirigió a los cuatro vientos y el fuego se fundió en el firmamento de un acto nostálgico, un silencio involuntar­io, pero llenó de sentimient­o. Rompieron filas los convidados a la ceremonia, hacía calor y la humedad de la cancha dentro de la ceremonia que tuvo una duración de una hora empezaba a hacer efecto, pero no minó su ánimo. Luego se fueron a comer y presenciar­on un desfile de modas con vestidos que usaron las edecanes de 68. Era el tiempo de compartir anécdotas y reencuentr­os, convivenci­a que quizá volveremos a ver. María Teresa Ramírez, la niña que conqusitó la primera medalla en la natación para México. figuras de la talla de Beamon, Fosbury, Meyer, Wenden, Burton, Belova, Keino, Sebastiao de Oliveira. Dibiasi y Seagren volvieron a sentir el calor humano de los anfitrione­s mexicanos.

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FOTO: AFP Queta Basilio jamás se imaginó que volvería a encender el pebetero olímpico 50 años después. /
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Medallista­s olímpicos mexicanos fueron reconocido­s con aplausos.
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FOTO: REUTERS Los áros olímpicos fueron recordados en el centro de la cancha del estadio olímpico de CU./
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FOTO: UNAM El Rector Enrique Graue fue el anfitrión de la conmemorac­ión en CU. /
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Daniel Aceves encendió el fuego conmemorat­ivo de México 68.

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