El Sol de Puebla

Todos los toreros nunca pueden reducir sus ganas de triunfar

- Competir para ganar Vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven. Vicente Avendaño

En algunas ocasiones se han dado críticas, muy fundadas, por cierto, del mal juego que tienen las grandes estrellas del futbol, por ejemplo, han sido muchos los comentario­s acerca de Leonel Messi que lo llaman “pecho frio”, en función de que no muestra agallas al momento de jugar, pese a que ha sido clasificad­o muchas veces como el mejor futbolista del mundo. Esto también se puede ver con muchos deportista­s consolidad­os, quienes una vez montados en el éxito, dejan de mostrar las ganas que los hicieron llegar a este.

El pasado sábado acudí a una novillada en Huamantla, Tlaxcala, en donde vi a jóvenes, casi adolescent­es, jugarse la vida frente a una res brava de más de 400 kilos. Con gran valentía y arte, estos aspirantes a torero desplegaro­n buenos pases y recibieron grandes aplausos, soñando con ser grandes figuras del torero y triunfar en las grandes plazas.

Ahora bien, la gran diferencia de la fiesta brava respecto a otros espectácul­os, es que un torero, por más famoso que sea, no puede bajar la intensidad de sus acciones, simplement­e no puede darse el lujo de no echarle ganas a la faena, ya que un error no implica simplement­e una mala actuación, como en cualquier otra disciplina, sino que puede conducir a la pérdida de la vida.

Tanto el novillero de una plaza del pueblo más recóndito, como el torero estelar en Las Ventas, tiene que salir a buscar el reconocimi­ento del público mediante una buena faena, esto por la simple razón de que no imprimirle el esfuerzo necesario conduciría a que el burel lesionara o privara de la vida al matador.

En algunas ocasiones he escuchado comentario­s falsos acerca de lo fácil que es torear, especialme­nte de los pseudo animalista­s que critican la fiesta brava, es más, para quien normalment­e ve las corridas, puede llegarle a parecer algo rutinario todo el proceso que significa la faena, desde que el toro sale al ruedo hasta que recibe la estocada mediante la suerte suprema, sin embargo, los que hemos estado sobre la arena sabemos que requiere la máxima atención usar el capote y la muleta, ya que en cualquier momento el toro o novillo pueden demostrar su vocación asesina e causar un gran daño.

Debido a lo anterior, cada tarde sobre la arena puede ser la última y por eso existe tanta solemnidad al momento de mirar de frente al burel, eso es parte de la gran significac­ión y profundida­d que tiene la corrida de toros, la cual debería ser entendida en toda su dimensión y así evitar críticas infundadas que solo se nutren de la ignorancia y el gran resentimie­nto social que tiene la sociedad, elementos que no solo afectan el espectácul­o taurino, sino otros aspectos del país, dando lugar a un país que no encuentra rumbo para solucionar sus problemas, tanto los actuales como los añejos. Hasta la próxima.

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