Aristegui, Latinus y Artículo 19. Distinguiendo
Carmen Aristegui, Latinus y la ONG Artículo 19 han sido linchados en días recientes por recibir parte de sus financiación del gobierno mexicano, de gobiernos y empresas extranjeras o de gobiernos estatales y de parte de políticos mexicanos. Parece que la máxima es que la financiación debe ser "pura", que no debe provenir de gobierno alguno o que los medios no deben tener agenda. Sin embargo, esa visión se aparta de la realidad imperante en prácticamente todo el mundo: los gobiernos son los mayores compradores de publicidad en los medios y todos los medios tienen una agenda. Finalmente, quien en mayor o menor medida dirige un medio tiene sesgos, por lo que en realidad la crisis de los medios de comunicación (relacionada con su financiación) proviene de los excesivos montos que paga el gobierno y de la falta de transparencia de los medios y/o las empresas que los financian.
Para decirlo claro, los montos que paga el gobierno mexicano son desproporcionados y discrecionales. En 2020, el gobierno mexicano pagó 654 millones de pesos (66% del gasto en publicidad oficial) a tres medios: Televisa, Tvazteca y La Jornada. El parámetro para hacerlo sigue siendo la mayor audiencia, pero eso es peligroso en la época en que vivimos porque terminarán contratando publicidad a influencers de Youtube, Facebook y demás plataformas. El criterio es equivocado: la necesidad del gobierno de transmitir información puede realizarse a un costo menor y siendo más equitativo en el reparto entre los medios de información con mayor penetracion entre la población. La mayor o menor audiencia no puede ser la vara con la que se mida a todos losmedios, porque muchos de ellos llegan exactamente a las mismas audiencias y la información del gobierno debe difundirse entre distintos sectores, no siempre atentos a lo que dicen los grandes medios de comunicación.
Además, los montos no deben ser exhorbitantes y eso pasa por un dejo de voluntad, una tabulación transparente del pautado y la creación de un sistema de noticias y difusión de la información ("la BBC mexicana"), que sigue siendo una ilusión más que una realidad. Voluntad, porque el poder sigue repartiendo discrecionalmente millones de pesos. Da igual si los beneficiarios son Salinas Pliego o Azcárraga o si quien reparte es Peña, Calderón o López Obrador. Esto debe parar y no hay forma que los López Dóriga, Loret, Alemán y demás periodistas justifiquen que reciben millones -además de que en muchos casos los medios para los que trabajan esos periodistas también reciben millones del gobierno.
Se encubre la venta de la pluma, el micrófono o la opinión. Probablemente ahí radica uno de los grandes problemas: el gobierno no puede pagar por las opiniones de los periodistas (lo que está pasando ahora mismo), sino que debe pagar por espacios de publicidad en dichos medios, lo cual puede tabularse y nadie se sentiría engañado.
Pero hay que distinguir: ¿Qué diferencia hay entre los 8 millones recibidos en 2 años por parte de Aristegui Noticias y los 81 millones que en seis años se embolsó Joaquín López Dóriga de parte del gobierno de Peña? En primer lugar, la cantidad (cosa no menor): Dóriga recibió casi catorce millones por año, mientras que Aristegui recibe dos; en segundo lugar, que Televisa (la empresa para la que trabajaba Lopez Dóriga) ya recibía 1,359 millones (al año) del gobierno de Peña, mientras que no hay otra empresa detrás de Aristegui; y, tercero, que la calidad de entrevistas, pluralidad y periodismo que ofrecen uno y otro, y sus audiencias, son distintos, y casi cualquiera diría que es mejor la opción ofrecida por Carmen Aristegui.
Mientras el gobierno no considere esto en su conjunto, seguirá despilfarrando de manera grosera el dinero de los contribuyentes.
Cosa distinta es la financiación que se le reprocha a Latinus, una plataforma que ofrece contenidos periodísticos y de entretenimiento en Youtube. Lo que puso sobre la mesa la investigación del periodista Álvaro Delgado, es que la familia del político Roberto Madrazo -antítesis de López Obrador en los años Noventa del siglo pasado.