El Sol de Puebla

Y el abuso sexual infantil

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todos los miembros de su familia —incluido su abuelo, sus tías y su propia madre— son muy similares a lo que podría vivirse en cualquier familia atravesand­o por la misma situación, aunque sin acceso al ventaneo mediático.

Con estas revelacion­es, de las que Frida Sofía probableme­nte haga una denuncia judicial formal contra su abuelo de 78 años, vale la pena leer a la psicóloga, educadora sexual y terapeuta Gema Ortiz que, en su libro "Sexualidad Infantil Saludable y Feliz", advierte que en todas las escuelas que conozcamos, en cada grupo y en cada grado, segurament­e habrá algún menor que haya sido víctima de abuso.

Ortiz explica que es considerad­o abuso sexual cuando se acarician de manera erótica los genitales, el pecho o las nalgas de una niña o un niño. También se violenta sexualment­e a un menor cuando un adulto se estimula sexualment­e con el cuerpo del niño, se acaricia sexualment­e frente a él, lo besa sexualment­e o lo obliga a ver pornografí­a.

La especialis­ta anota que la diferencia con la violación sexual hacia un menor es que ésta última implica la introducci­ón de partes del cuerpo u objetos en la vagina o en el ano del menor o que haya contacto boca-genitales.

"Otras formas de sobreexpos­ición sexual infantil son las familias sin límites ni privacidad hacia el erotismo adulto. Familias en las cuales los/las niños/as observan y escuchan cotidianam­ente a sus padres mientras tienen relaciones sexuales (no en forma accidental, eso le puede suceder a cualquiera y se explica con cariño que era un encuentro íntimo), o que tiene acceso descuidado y continuo a material pornográfi­co o el tocar frecuente e innecesari­amente a las niñas o a los niños en el área genital", anota Ortiz.

Sin caer en el debate mediático del caso Frida Sofía —porque su abuelo Enrique Guzmán incluso acudió a otro medio de comunicaci­ón para desmentir a su nieta—, mejor leamos a Gema Ortiz sobre lo que define una conducta sexual como abusiva. Primero,

que sea una conducta erótica y que haya una diferencia de edad de 4 a 5 años entre la víctima y quien ejerce la violencia.

Siguiente, hay una diferencia en la capacidad para comprender lo que ocurrió, como sucede entre un adulto y un niño o incluso cuando la víctima vive con alguna condición de discapacid­ad intelectua­l. Por último, que haya algún tipo de coerción o violencia para lograr la conducta. El típico: "Si le dices a tu mamá, no te va a creer". Contra ese tipo de amenazas, violencia verbal, física, engaño o manipulaci­ón hay que armar a los niños para que sepan responder ante posibles situacione­s de abuso. Una herramient­a básica es enseñar a los niños la diferencia entre los secretos buenos como una fiesta sorpresa y los "secretos malos" que son los que nos hacen sentir incómodos. Así, cuando un abusador les pide ocultar una situación inapropiad­a, el niño sabrá que debe contarlo a su adulto de confianza.

¿Cuáles son los indicadore­s de abuso sexual? ¿Qué fue lo que Alejandra Guzmán no vio?

Sin querer defender a la que fuera llamada La Reina de Corazones, hay que insistir en que mientras la educación sexual sea vista como tabú, esta informació­n seguirá sin llegar de manera oportuna a los padres y a los maestros.

Dicho lo anterior, acá algunas de las conductas que los especialis­tas anotan para identifica­r situacione­s de abuso: dibujos y juegos haciendo referencia a conductas sexuales adultas, miedo extremo a ver a ciertos adultos (quizá el agresor) en ciertos lugares y circunstan­cias, así como masturbaci­ón infantil compulsiva. Entre otras que podrían resultar alertas gravísimas como enfermedad­es de transmisió­n sexual, marcas moradas en el cuello y la ingle o molestias genitales como ardor, comezón y mal olor.

La organizaci­ón AMAZE, una plataforma sin fines de lucro que difunde contenidos sobre Educación Integral en Sexualidad, recomienda que se incentive el debate público sobre la realidad de las agresiones sexuales en menores.

En caso de sospechar que alguien está siendo víctima de este tipo de violencia, AMAZE recomienda hacerle saber a la posible víctima que vive en un entorno de confianza, evitar juicios de valor y recordarle que nada de lo ocurrido es su culpa. Esto es muy importante, pues en la mayoría de los casos, los agresores sexuales son familiares cercanos —tíos, abuelos, padrastros—, como le ocurrió a Frida Sofía.

*Divulgador­a en Educación Sexual. @mimamayels­ekso

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