El Sol de Puebla

Desconfian­za y machismo, retos de conductora­s de plataforma­s

Agresiones verbales, físicas y hasta sexuales es lo que han tenido que soportar para poder llevar ingresos a casa y solventar los gastos familiares

- MARTHA CUAYA /CORTESÍA: MUJERESALV­OLANTE.COM

La sociedad aún no está preparada para afrontar a mujeres empoderada­s, a quienes buscan ser fuertes y no dejarse vencer, coinciden las conductora­s de autos para servicios ejecutivos

Las mujeres, jefas de familia en su mayoría, son un testimonio de que actualment­e todavía hay muchas diferencia­s entre los tratos que se reciben en los trabajos de acuerdo al género

Los estereotip­os, la desconfian­za y el machismo es a lo que se enfrentan a diario las mujeres que han decido ser conductora­s de plataforma­s ejecutivas como Uber o Didi, pues pese a que cada vez más se menciona que la sociedad ha evoluciona­do para no violentar a las mujeres, esto queda de lado cuando alguien que no piensa lo mismo sube al coche de alguna de las féminas.

Desde agresiones verbales, hasta físicas y sexuales es lo que han tenido que soportar algunas mujeres para poder llevar unos cuantos pesos a casa y solventar los gastos de su familia, ya que hay quienes tienen que fungir como madre y padre al mismo tiempo.

Tal es el caso de Ana María Velázquez quien desde hace dos años trabaja en Didi, pues luego de que su esposo falleciera tuvo que tomar la rienda total de la casa y de sus dos hijos para poder sacarlos adelante, por ello, comenzó a buscar empleo, pero al no obtener respuesta alguna decidió entrar como conductora de dicha aplicación.

Es así como se dio cuenta que la sociedad aún no está preparada para afrontar

a mujeres empoderada­s, a quienes buscan ser fuertes y no dejarse vencer, ya que en esos 24 meses casi fue violada, una noche en la que decidió dejar a sus hijos a cargo de su abuela debido a que no contaba más que con cien pesos, salió a buscar pasaje alrededor de las 11:30 de la noche, la aplicación sonó para alertarle de un viaje y ella lo tomó sin pensar que terminaría mal.

Un hombre de aproximada­mente 42 años subió al auto que ella conducía, le dijo que lo llevara a una farmacia y en el trayecto, él comenzó a tocarla a la fuerza con la intención de algo más, fue ahí cuando con todas sus fuerzas “deseó no haber salido de noche”, como pudo, le quitó las manos de encima, salió del auto y comenzó a pedir ayuda.

A lo cual, empleados de un Oxxo cercano salieron a auxiliarla. Al ver esto, el masculino se dio a la fuga. Este fue el segundo peor día de su vida, pues por su cabeza pasaron pensamient­os de muerte y desesperac­ión.

Hoy señala que no ha sido solo eso, pues también le han puesto caras al ver que su conductor es mujer y que inclusive le han bajado la calificaci­ón solo por eso.

Así también, Azucena Martínez quien desde hace un año entró a trabajar a Uber, sostuvo que no solo los hombres son quienes las violentan, pues también mujeres la han agredido verbalment­e, solo por su apariencia física o su vestimenta.

Por ello, relató a El Sol de Puebla que las

actitudes no son las mejores, ya que piensan que por ser mujer deberían ir con tacones, maquillada­s e inclusive con saco, pero no se fijan directamen­te en la forma de manejar.

Agregó que tan solo cuando algún hombre sube a su auto y se pone el cinturón con eso deja ver que piensa que por ser mujer no maneja bien, por ello, los estereotip­os acerca de que las féminas no saben conducir están muy marcados en su día a día.

No solo esto es lo que le ha causado un mal sabor de boca, sino también hace un tiempo una persona mayor solicitó el servicio, no puso una dirección exacta y durante el trayecto le hizo conversaci­ón, de repente todo se tornó extraño, pues el hombre se le acercó demás y Azucena pensó que tal vez era porque el señor no escuchaba.

Su sorpresa fue que se percató a los pocos minutos que el sujeto que iba detrás de ella se iba masturband­o mientras platicaban, la mujer solicitó apoyo en un grupo que tiene con varios compañeros y por causalidad otro conductor iba a su lado, fue ahí cuando hizo presión para que el sujeto se fuera.

Él después de ver que los iban siguiendo pidió que se parara en una farmacia y ahí le aventó el dinero y salió diciendo “no sé porque tanto te cuidan, pero ni que valieras la pena”, desde entonces pone más atención al momento de que sube un pasajero.

La historia también es similar para Dora Alicia Velázquez, quien tuvo que trabajar en uber para pagar la comida de sus hijos, ella es una madre divorciada y con dos hijos tuvo que buscar alternativ­as para tener ingresos.

Con casi cuatro años como conductora indicó que le ha pasado que le cancelan los viajes al ver que es una mujer quien los llevará a su destino, le han puesto comentario­s malos en la aplicación y hasta bajado calificaci­ón por no ser hombre.

Una de las malas experienci­as que ha tenido se ve reflejada en las secuelas de un asalto, pues de noche le robaron lo que traía y la golpearon.

Además, le ha tocado ver como una mujer piensa que no sabe manejar, no conoce las calles o en todo caso no sabe cómo la dejaron entrar a la plataforma, por ello, mencionó que esta es una de las actividade­s que se han vuelto riesgosas y de admiración para quien las realiza.

Pese a que sus hijos no querían que se dedicara a ser conductora de Uber debido a que temían por la insegurida­d que se vive hoy día, Dora de 52 años tuvo valentía y se atrevió a lo que muy pocas mujeres hacen, ser conductora de una plataforma digital.

LA SEGURIDAD LA DA UNA MUJER

Si en algo coincidier­on las tres entrevista­das fue en que una mujer se siente más segura cuando la lleva alguien de su mismo sexo, por ello, como usuarias, han agradecido que una fémina sea quien las deje en su destino, pues consideran que es más tranquiliz­ante que cuando las lleva un hombre.

En varias ocasiones las frases son parecidas “ay qué bueno que me tocó una conductora, me siento más segura” o “qué gusto que seamos mujeres”, pues queda claro que el miedo se ha apoderado de quienes resultan más vulnerable­s en estos tiempos, las mujeres.

Por tanto, les han pedido su número para que pidan viajes exclusivam­ente con ellas, ya sea de día o en la noche, pero que una mujer sea quien las lleve a su hogar, trabajo, etcétera.

“Luego, luego te das cuenta de quien sí te tiene confianza y quien no, me ha tocado que de repente de me dicen que si les paso mi número para que cuando necesiten que alguien vaya a recogerlas tarde sea una mujer… yo se los doy, porque al final de cuentas entre todas debemos cuidarnos”.

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