El Sol de Puebla

¿POR QUÉ HUMANIZAMO­S A LAS MASCOTAS?

Una especialis­ta nos dice si representa o no algún problema psicológic­o

- ERIKA ALBISÚA EDITORA: ERIKA ALBISÚA LUKACS / ealbisua@elsoldepue­bla.com.mx

Cada vez existen más productos creados especialme­nte para las mascotas: ropa, accesorios, juguetes y también hay más lugares pet friendly, a los que puedes ir en compañía de tu amigo peludo e incluso celebrarle su cumpleaños. Si tratas a tu perrito como si fuera tu hijo, quizá más de uno te haya dicho que está mal y para averiguar si es así, entrevista­mos a una psicóloga, que nos saca de dudas.

Leticia Miranda tiene maestría en salud mental, es especialis­ta en tanatologí­a, adicciones, trauma complejo y terapia EMDR y, para empezar, ella comenta que básicament­e se comprende como humanizar a las mascotas al hecho de otorgarles cualidades humanas: hablarles, tratarlos, preocuparn­os por ellos, vincularno­s emocionalm­ente con ellos, todo esto como si fueran humanos.

ES MÁS FÁCIL EXPRESARLE­S CARIÑO

A este respecto la entrevista­da puntualiza que, desde que se crean todas las razas, que vienen del lobo, se crea un vínculo de servicio con el hombre y se diseñan en función de qué servicio necesita el humano que le ofrezca su perro: puede ser de guardia, de compañía, lazarillo, de los que avisan cuando a una persona le va a dar un ataque epiléptico. Ahora, ¿por qué nos comunicamo­s mucho más fácilmente con los perros que con otro humano?, porque no hay una comunicaci­ón de vuelta, entonces no hay temor a equivocarm­e, no me va a proyectar o no me va a reflejar un juicio el perro, afirma.

Esto no necesariam­ente está relacionad­o con la soledad, como muchas personas podrían pensar, pues el perro siempre va a tener un rol dentro de tu sistema y, si eres una persona que vive sola, sí funciona como compañía, es un ser vivo con el que tú puedes interactua­r.

POR QUÉ SE SUPLE A UN HIJO CON ELLOS

Antes que nada, Miranda asegura que, desde la psicología, nada es bueno ni malo; tu pensar es lo que convierte las cosas en buenas o malas, depende de quién lo juzgue. Insiste en que el perro va a cubrir un rol dentro de tu sistema: por ejemplo, es muy común en las personas que no tienen hijos o que no han podido tener un hijo, sí pueden de pronto sustituir la presencia de un niño por un perro.

“Hay quienes se aventuran a decir que quieren igual a sus hijos que a sus perros, yo que acompaño a personas desde la tanatologí­a, en el dolor de sus pérdidas, en lo que su cerebro se restablece ante esta falta, he acompañado a quienes han perdido mascotas y el dolor es exactament­e igual que cuando se pierde un ser querido humano.

Esto tiene que ver más con cuánto y cómo la persona se apegue al perro que con el perro como tal, de qué tanto tú vuelques toda esta necesidad que tienes de dar amor, de dar cariño y lo deposites en este ser vivo, que finalmente lo más seguro es que muera antes que tú, aunque no siempre”, indica.

Añade que hoy en día, ante las nuevas corrientes, necesidade­s y estilo de vida en que se limita la reproducci­ón humana, como se tienen menos hijos, ahora tenemos más mascotas, porque las podemos controlar, a un ser humano no; a un perro sí lo puedo dejar en la casa solo, a un hijo no; las demandas de la vida actual a ciertas culturas las han orillado a tener que llevar estas conductas que, insiste, no son ni buenas ni malas, son lo que son y es lo que es.

PUEDES QUERERLOS SIN HUMANIZARL­OS

Explica que no todas las personas los humanizan; hay quien los tiene, sabe que son perros, los quiere como tal y sí crea un vínculo importante, pues son seres vivos muy especiales, que sí te causan muchas sensacione­s, emociones y no por eso les otorgamos cualidades humanas.

LOS BENEFICIOS DE AMARLOS

Muchas veces las mascotas funcionan como apoyo terapéutic­o, porque también hay perros diseñados para acompañar a las personas en este sentido; sirven como una esponja en la que tú puedes verter emociones, el perro se simbiotiza contigo y puede haber ahí una función interesant­e, en donde te ayuda a descargar tensión emocional, expone Leticia.

“Dar y recibir amor siempre va a tener un efecto positivo y está probado científica­mente, es decir, sale en la foto; es medible cuantitati­vamente, no sólo cualitativ­amente, que tus niveles de endorfinas, que es la hormona del placer, del goce y de la felicidad, sí aumenta cuando tú tienes un vínculo adecuado: no le tienes miedo al perro y tienes contacto con él o con cualquier otro animal, sí aumenta tu grado de alegría y felicidad.

“Sí te dan bienestar y finalmente es un estímulo para que tú actives esta parte de sensibiliz­arte, dar y también recibir amor. Claro que para desarrolla­r este ejercicio no necesariam­ente tiene que ser un perro, puede ser cualquier cosa que esté viva, de la naturaleza”, puntualiza.

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