¿POR QUÉ HUMANIZAMOS A LAS MASCOTAS?
Una especialista nos dice si representa o no algún problema psicológico
Cada vez existen más productos creados especialmente para las mascotas: ropa, accesorios, juguetes y también hay más lugares pet friendly, a los que puedes ir en compañía de tu amigo peludo e incluso celebrarle su cumpleaños. Si tratas a tu perrito como si fuera tu hijo, quizá más de uno te haya dicho que está mal y para averiguar si es así, entrevistamos a una psicóloga, que nos saca de dudas.
Leticia Miranda tiene maestría en salud mental, es especialista en tanatología, adicciones, trauma complejo y terapia EMDR y, para empezar, ella comenta que básicamente se comprende como humanizar a las mascotas al hecho de otorgarles cualidades humanas: hablarles, tratarlos, preocuparnos por ellos, vincularnos emocionalmente con ellos, todo esto como si fueran humanos.
ES MÁS FÁCIL EXPRESARLES CARIÑO
A este respecto la entrevistada puntualiza que, desde que se crean todas las razas, que vienen del lobo, se crea un vínculo de servicio con el hombre y se diseñan en función de qué servicio necesita el humano que le ofrezca su perro: puede ser de guardia, de compañía, lazarillo, de los que avisan cuando a una persona le va a dar un ataque epiléptico. Ahora, ¿por qué nos comunicamos mucho más fácilmente con los perros que con otro humano?, porque no hay una comunicación de vuelta, entonces no hay temor a equivocarme, no me va a proyectar o no me va a reflejar un juicio el perro, afirma.
Esto no necesariamente está relacionado con la soledad, como muchas personas podrían pensar, pues el perro siempre va a tener un rol dentro de tu sistema y, si eres una persona que vive sola, sí funciona como compañía, es un ser vivo con el que tú puedes interactuar.
POR QUÉ SE SUPLE A UN HIJO CON ELLOS
Antes que nada, Miranda asegura que, desde la psicología, nada es bueno ni malo; tu pensar es lo que convierte las cosas en buenas o malas, depende de quién lo juzgue. Insiste en que el perro va a cubrir un rol dentro de tu sistema: por ejemplo, es muy común en las personas que no tienen hijos o que no han podido tener un hijo, sí pueden de pronto sustituir la presencia de un niño por un perro.
“Hay quienes se aventuran a decir que quieren igual a sus hijos que a sus perros, yo que acompaño a personas desde la tanatología, en el dolor de sus pérdidas, en lo que su cerebro se restablece ante esta falta, he acompañado a quienes han perdido mascotas y el dolor es exactamente igual que cuando se pierde un ser querido humano.
Esto tiene que ver más con cuánto y cómo la persona se apegue al perro que con el perro como tal, de qué tanto tú vuelques toda esta necesidad que tienes de dar amor, de dar cariño y lo deposites en este ser vivo, que finalmente lo más seguro es que muera antes que tú, aunque no siempre”, indica.
Añade que hoy en día, ante las nuevas corrientes, necesidades y estilo de vida en que se limita la reproducción humana, como se tienen menos hijos, ahora tenemos más mascotas, porque las podemos controlar, a un ser humano no; a un perro sí lo puedo dejar en la casa solo, a un hijo no; las demandas de la vida actual a ciertas culturas las han orillado a tener que llevar estas conductas que, insiste, no son ni buenas ni malas, son lo que son y es lo que es.
PUEDES QUERERLOS SIN HUMANIZARLOS
Explica que no todas las personas los humanizan; hay quien los tiene, sabe que son perros, los quiere como tal y sí crea un vínculo importante, pues son seres vivos muy especiales, que sí te causan muchas sensaciones, emociones y no por eso les otorgamos cualidades humanas.
LOS BENEFICIOS DE AMARLOS
Muchas veces las mascotas funcionan como apoyo terapéutico, porque también hay perros diseñados para acompañar a las personas en este sentido; sirven como una esponja en la que tú puedes verter emociones, el perro se simbiotiza contigo y puede haber ahí una función interesante, en donde te ayuda a descargar tensión emocional, expone Leticia.
“Dar y recibir amor siempre va a tener un efecto positivo y está probado científicamente, es decir, sale en la foto; es medible cuantitativamente, no sólo cualitativamente, que tus niveles de endorfinas, que es la hormona del placer, del goce y de la felicidad, sí aumenta cuando tú tienes un vínculo adecuado: no le tienes miedo al perro y tienes contacto con él o con cualquier otro animal, sí aumenta tu grado de alegría y felicidad.
“Sí te dan bienestar y finalmente es un estímulo para que tú actives esta parte de sensibilizarte, dar y también recibir amor. Claro que para desarrollar este ejercicio no necesariamente tiene que ser un perro, puede ser cualquier cosa que esté viva, de la naturaleza”, puntualiza.