Despidos en la Secretaría de Administración
Si usted es de los que pensaba que la llegada de Sergio Salomón Céspedes Peregrina a la gubernatura del Estado, tras el fallecimiento de Miguel Barbosa Huerta, traería ajustes menores que solo alcanzaría a alguno que otro secretario o subsecretarios, debería de mirar lo ocurrido en la Secretaría de Administración.
A pocos días del arribo de Ana Silvia Santillana García, como nueva subsecretaria de Administración en la secretaría del mismo nombre, en sustitución de Mayra Lilia Granados Luna, se concretó una ola de “renuncias voluntarias”.
Con el fin de mes, la noche del martes, al terminar su turno, un centenar de trabajadores de la dependencia recibió la noticia de que fue su ultimo día en una de las dependencias más relevantes de la administración estatal, pues ahí se manejan los dineros, los contratos o las licitaciones.
Uno a uno, los ahora excolaboradores de las direcciones de Adquisiciones, Bienes y Servicios, así como de Licitaciones, Contratos y Obra Pública del Gobierno del Estado fueron conminados a presentar sus renuncias, trámite que se prolongó hasta la noche en las instalaciones de la 11 Oriente 2224 de la colonia Azcárate.
Se entiende que tales ajustes son la antesala de la salida de Jesús Ramírez Díaz, hasta ahora titular de la Secretaría de Administración.
Habrás que esperar unos días más para ver la radiografía completa de los ajustes que se realizan a la estructura gubernamental, en distintas dependencias y niveles de trabajo.
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Los nueve diputados locales del Partido Acción Nacional y hasta la presidenta estatal, Augusta Díaz de Rivera, dirán en público que el arribo de Rafael Micalco Méndez a la coordinación de su bancada en el Congreso del Estado fue producto del consenso y del diálogo.
Mal se vería la dirigente estatal evidenciando que se la brincaron en una decisión que estatutariamente le corresponde al presidente del Comité Directivo Estatal en turno, pero que en los hechos se logra con el aval de la mayoría de los integrantes del grupo legislativo.
Mal se vería Oswaldo Jiménez reconociendo que, junto con su compañera de curul Karla Rodríguez Palacios, se mostró institucional para lograr el espaldarazo de la dirigencia para hacerse de la representación parlamentaria de sus nueve compañeros y que cuando quiso pedirles el respaldo ya se tenía un acuerdo entre Eduardo Alcántara Montiel, Mónica Rodríguez Della Vecchia y el favorecido Micalco, que obviamente ni por accidente comentaron con Augusta.
Mal se vería Micalco reconociendo que su acuerdo no tuvo la anuencia de la presidenta del partido en el estado.
De hecho, esta situación fue motivo de comentarios entre los integrantes de la comisión permanente de la dirigencia panista que, el martes pasado, se dijeron molestos por la actitud de los diputados frente al “menosprecio a la institución”.
No faltó quien dijera que esta actitud debería ser tomada en cuenta para el proceso electoral que está en puerta, a la hora de definir las candidaturas. Tampoco quien creyera que Augusta seguirá de “Titi-bia”.