La palabra: para ganar o perder
Este fin de semana la Real Academia Española (RAE) anunció que el acento en el adverbio solo (de únicamente, solamente), se acentuará a “juicio del que escribe”, así también los pronombres demostrativos este, ese, aquel (con sus femeninos y plurales). Suena muy bien, habrá que confiar en ese juicio porque la finalidad es que el texto sea claro también para el que lo lea.
No solo los que cursan sus grados en el sistema educativo, más bien todos tendríamos que actualizarnos en las novedades que ofrece la RAE; como sea, saber escribir es tan importante como hablar. Me permito hacer una reflexión y evaluar cómo es que impacta el uso del lenguaje en la vida diaria.
La riqueza de nuestro lenguaje a través de reglas ortográficas y de sintaxis, nos da las herramientas necesarias para comunicarnos adecuadamente, ser claros, precisos y concisos. Si bien, tal vez no nos escapamos de tener muletillas para hablar, los errores se aprecian mejor cuando escribimos, de ahí que recurrir a las reglas no nos hace daño. El trabajo de la RAE cobra predominancia en tanto que se incorporan nuevas palabras al diccionario, se evalúan los conceptos y sus significados, se moderniza en todo caso. La importancia de conocer nuestro lenguaje se advierte cuando nos enfrentamos a exponer y sustentar nuestras ideas ante otros; es el caso de los universitarios cuando elaboran una tesis de genuina autoría.
En los talleres de tesis el esfuerzo de cada persona se constata en la construcción de un párrafo, pero también cuando preguntan los egresados qué decir en una entrevista de trabajo y se preocupan por ensayar. Las habilidades que adquieren al participar en concursos de oratoria o al presentar trabajos de manera individual o en equipo, marcan a cada joven para integrarse al campo laboral. He aquí el poder que brinda el buen manejo y dominio del lenguaje.
Por otro lado, leer algunos mensajes en redes sociales, escuchar discursos de personajes públicos y hasta escuchar letras de música de géneros urbano, trap y reggaetón, que ocupan los primeros lugares de popularidad entre los jóvenes, se leen y escuchan decadentes si de lenguaje hablamos. No se puede negar que “como piensas, hablas” y ¿qué te hace pensar lo que escuchas? Personalmente pienso que las emociones se exacerban para no dejar espacio a la reflexión, así que lo importante es sentir y punto, el panorama que nos devuelve esta modernidad que nos toca vivir sin estructuras claras de pensamiento.
La lógica del pensamiento hace las veces de ordenador para articular ideas, juicios y raciocinios, no sin el conocimiento del idioma, el significado de las palabras par su adecuado uso y aplicación. Así que cuando tenemos en frente el trabajo de elaborar un informe, un resumen, una nota ejecutiva, un oficio de petición, o una solicitud, si no contamos con el ejercicio suficiente podemos fracasar en el intento. He aquí el otro lado de la moneda. No cabe duda que irremediablemente la lectura nos seguirá guiando a ese paraje de orden de ideas, comprensión de conceptos y claridad en el pensamiento. Por ejemplo, para entender lo que significa el 8M y cómo se reduce, en los géneros musicales mencionados, la liberación femenina a la promiscuidad: entre sexo, alcohol y drogas, emulando a “hombres” que no tienen el riesgo latente del embarazo en su cuerpo, un “amor genital” donde se pierde más. Las enfermedades venéreas, la fidelidad, la integridad, ni se mencionan, como si fuera una cuestión de moda. En fin, por lo pronto a conmemorar este 8M, que es cuestión de poder, no de género. *Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com