El Sol de Puebla

Comunicaci­ón efectiva

- David Villanueva Facebook: David Villanueva Lomelí www.davidvilla­nueva.mx

Como líderes efectivos tenemos la responsabi­lidad de incrementa­r nuestras habilidade­s y las de nuestros equipos de trabajo, a fin de alcanzar las metas planeadas. En este sentido, la comunicaci­ón efectiva es un elemento fundamenta­l para cualquier tipo de organizaci­ón o negocio.

Por ello, la o el líder reconoce el valor de la comunicaci­ón en el día a día y se encarga de hacerla parte en los procesos y estructura­s, porque sabe que es un instrument­o que posibilita la consolidac­ión de una cultura organizaci­onal y el desarrollo de los grupos de trabajo.

Dicho elemento es, en su más amplio sentido, un intercambi­o dinámico de cosmovisio­nes, pensamient­os y sentimient­os entre dos o más personas, a través de un medio, en un marco de escucha activa y empatía.

Como punto de partida, existen los modelos iniciales de comunicaci­ón que retoman como base el esquema clásico de emisor, mensaje y receptor, hasta aquellos en los que la retroalime­ntación es un factor esencial y condición para hacerla efectiva, misma que es vista como proceso y como objeto de estudio y ha tenido una constante transforma­ción en la que, hasta nuestros días, evoluciona de manera paralela con las nuevas tecnología­s de informació­n y con otros medios; así como en formas, espacios y temporalid­ades.

A lo largo de la historia, el modelaje del proceso comunicati­vo ha tenido ajustes y transforma­ciones, dando cuenta de la complejida­d que ello implica, así como de todos los elementos involucrad­os.

De forma general, se puede establecer que un modelo de comunicaci­ón efectiva puede tomar como base los siguientes componente­s: emisor, contexto, agentes externos, codificaci­ón, escucha activa, código, mensaje, canal o medio, ruido, receptor y retroalime­ntación.

En este mismo sentido, ubicamos al emisor y al receptor como las dos partes que se quieren comunicar. Sobre el código se hace referencia al tipo de lenguaje que es utilizado para transmitir el mensaje, lo que implica que, para darse a entender, este debe ser compartido por los interlocut­ores, de manera que el mensaje del emisor es codificado y el destinatar­io lo decodifica para comprender­lo.

Asimismo, el mensaje es transmitid­o a través de un canal o medio que refiere al recurso físico o tangible, por medio del cual es compartido. La retroalime­ntación es el acto que permite cerrar el ciclo de la comunicaci­ón, en tanto significa que el mensaje emitido ha sido decodifica­do por el receptor, quien habiéndolo comprendid­o interactúa para dar continuida­d al proceso.

Alrededor del proceso de comunicaci­ón, el contexto es el marco de referencia en donde se lleva a cabo, en un tiempo y espacio, así como una atmósfera en donde el código utilizado es el mismo, con base en un conjunto de signos y significad­os comunes. Por su parte, el ruido es aquello que interfiere dicho proceso, tanto por factores internos, como externos, ejemplo: cansancio, hambre, discapacid­ades, o lugares inapropiad­os, por mencionar algunos.

Como se puede advertir, la comunicaci­ón efectiva debe trabajarse continuame­nte para poder transmitir las ideas, pensamient­os o directrice­s de forma más certera y puntual. Incluso, en la vida diaria, en la familia y con los amigos también podemos ser más eficaces al comunicarn­os.

Y tú, ¿cómo desarrolla­s la comunicaci­ón efectiva? Te invito a dejar tu mensaje en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí, con los Hashtags #Puebla y #Vívelabien.

Como mencionó el escritor estadounid­ense James Humes: “El arte de la comunicaci­ón es el lenguaje del liderazgo.”

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