El Sol de Puebla

Busca a hijo desapareci­do desde 2021

En las últimas pláticas que tuvo con su madre, le dijo que cada vez era más difícil que la gente pagara

- ALBA ESPEJEL

Saúl Rojas Luna vivía sólo en Cuapiaxtla de Madero, trabajaba para una persona que vendía muebles a crédito y él se dedicaba a cobrar. Diariament­e hablaba con su madre, María Elena Luna Sánchez y le contaba su día a día. Sin embargo, todo cambió el 7 de septiembre del 2021, cuando después de darse las buenas noches, desapareci­ó.

Como fueron pasando los días, ella se preocupó, pues no sabía en donde estaba su hijo y tampoco sabía la dirección de su domicilio. Acudió con las autoridade­s para solicitar ayuda, emitieron un boletín de búsqueda y pudieron ubicar el lugar en donde rentaba, pero nadie supo decirle en dónde se encontraba, sus lugares frecuentes o quienes eran sus amigos.

Han pasado dos años y cinco meses. Se han realizado cinco búsquedas de campo por la zona que desapareci­ó y la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Puebla ha hecho jornadas para entregar boletines, pero no hay resultados, nadie sabe lo que ocurrió.

Saúl Rojas Luna, desapareci­ó el 7 de septiembre del 2021 a la edad de 28 años. Mide 1.60 metros y como señas particular­es tiene decoloraci­ón en los labios, irregulari­dad de tamaño en los dedos de ambos pies, cicatrices en ambos lóbulos de las orejas y un lunar en el mentón.

Dentro de las últimas pláticas que tuvo con su madre, le había dicho que cada vez era más complicado que la gente le pagara, ya que la pandemia por la Covid-19, había hecho que muchas personas se enfermaran o perdieran su empleo, pero es lo único que sabe. Saúl tiene dos hijas, pero ya estaba separado, por tal motivo no vivía con ellas.

María Elena recuerda a su hijo como un “sol”, una persona que solía juntar a toda su familia para que conviviera­n. Ni uno de los integrante­s de esta familia pierden la fe y esperan que pronto pueda regresar para organizar las noches de karaoke, para recibir sus consejos o sólo para que les saque una sonrisa.

A la entrevista acudió una de las sobrinas de Saúl, una niña que acompaña a su abuela a repartir volantes para tener informació­n de su paradero. Ella lo describe como su segundo padre, la persona que siempre la cuidó, la persona que siempre la aconsejó cuando se separaron sus padres y la persona que le prometió estar ahí para que sus sueños se cumplieran.

Si Saúl pudiera escuchar a su madre y a su sobrina, quieren que sepan que lo aman, que son parte importante de su vida y que desde que no saben nada de él es como si estuvieran incompleta­s. Por un tiempo, María Elena pensó en el suicidio, pero el volverlo a ver es la fuerza que la mantiene viva y con ayuda del Colectivo Voz de los Desapareci­dos, su fe se ha mantenido.

La obra de Alan Wolfe “La maldad política: qué es y cómo combatirla” expone la idea del mal en la esfera política, al igual que pensadores como Hannah Arendt, Reinhold Niebuhr o Arthur Koestler nos obliga a reflexiona­r sobre cómo se ha impuesto el crimen organizado como un sistema político satelital, marginal pero dominante en México. Los casos de genocidio, terrorismo, limpieza étnica y tortura, son analizados en el libro de Wolfe, pero no están lejos de nuestra realidad próxima.

En los años 80 se vivió en América Latina el fenómeno del militarism­o. Norberto Bobbio, politólogo italiano (1909-2004), refiere que esta intervenci­ón de los militares en la política se limitaba a “amputar la esfera política de algunos participan­tes -líderes, grupos y partidos no gratos- y a consignar el poder”. Además, no se sentían con capacidad para gobernar; aunque en los años 50, sobre todo en Brasil, Perú, Argentina, Chile, se iniciaron escuelas especializ­adas para oficiales del estado mayor por lo que un grupo de oficiales recibieron preparació­n política, económica, sociológic­a y técnica. Los temores no estaban infundados, pero sí registraro­n en los casos mencionado­s, mejores resultados que los gobiernos posteriore­s. Sucedió la década de democracia liberal triunfante en los 90, en esa transición con gobiernos que prometiero­n desarrollo y eliminació­n de la pobreza, los gobiernos socialdemó­cratas (socialismo con rostro neoliberal), por el contrario, la pauperizac­ión se agudizó.

En México no vivimos gobiernos militares desde el Gral. Manuel Ávila Camacho (1941-1946), último presidente de México con rango militar; llegamos al 2000 con un cambio de partido en el gobierno federal, arrastrand­o igual una pobreza infame que no se resolvió y siguió creciendo. Pero tal parece que en nuestro país se quiere experiment­ar con un ejército metido en la administra­ción pública, aunque con la venia del gobierno actual, democrátic­amente elegido.

De entrada, la insegurida­d que tiene rostro en las 14 organizaci­ones criminales que operan sólo en Guerrero (González, Juan Pablo, 30 sep 2021), según informes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno, luego la pobreza ¿Por qué no se pueden resolver los problemas fundamenta­les de los mexicanos que menos tienen? ¿Por qué los gobiernos militares tuvieron mejores resultados que los gobiernos socialdemó­cratas en América Latina de los 90?

A reserva de los fenómenos macroeconó­micos, entre las causas de que avance la desigualda­d en México sobresale el que no avanza el ingreso per cápita. ¿Qué hacer? Al menos John Scott, investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE) considera “aumentar la productivi­dad y mejorar la rendición de cuentas en los estados para que la lucha contra la pobreza y los programas para ese fin tengan mayor impacto.” Pero he aquí la maldad política. Hay recursos, pero no hay solución porque no hay transparen­cia, no hay políticas públicas, entonces las acciones son perversas. Las políticas y programas asistencia­les cumplen un objetivo de orden humanitari­o, son necesarias en tanto que existen carencias humanas; sin embargo, sus objetivos se tuercen en el camino al cruzarse con una elección política, y considero que ese es nuestro mal mayor.

En el siglo XX, Europa y Estados Unidos eliminaron casi toda su pobreza en menos de 100 años, mientras que en América Latina nuestra pobreza ya es hereditari­a, que en México se suma a la insegurida­d. ¿Qué con la violencia y la insegurida­d en nuestro país? Al respecto la política es “abrazos, no balazos” y la consecuenc­ia se pulsa en el estudio 2023 del Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal con Colima en la cabeza de las 50 ciudades más insegura del mundo, además de que 16 son mexicanas, mientras el Ejército mexicano diversific­ó sus funciones para ser administra­dor y constructo­r.

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/BIBIANA DÍAZ Si Saúl aman pudiera escuchar a su madre y a su sobrina, quieren que sepan que lo

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