Al margen de la ley nada y por encima de la ley, nomás yo …
Alo largo de cinco años de la presente administración y más de 1200 mañaneras después, sorprendentemente se ha normalizado que el presidente de la República confiese o haga cosas que van en contra de nuestra Constitución, solo por poner algunos ejemplos: Confesó liberar a Ovidio Guzmán en el primer Culiacanazo, expuso información privada del periodista Carlos Loret de Mola y tan solo en los últimos 7 días, reveló que intervenía “respetuosamente” en la Suprema Corte cuando Arturo Saldívar era Ministro Presidente a pesar de nuestra división de poderes, y terminó la semana haciendo público el teléfono de la periodista Natalie Kitoreff.
Con respecto a este último caso el contexto es importante, Natalie Kitoreff es la corresponsal del New York Times en nuestro país y trascendió esta semana que este medio se encuentra realizando diversos reportajes que al igual que los expuestos por Tim Golden en Propublica (otro medio extranjero), señalan nexos del titular del Ejecutivo con el crimen organizado, situación que ha descolocado al presidente que lleva ya más de un mes negando estos señalamientos, y atacando a los medios de comunicación que les den cobertura.
En la antesala de la publicación sobre la nota del periódico neoyorkino que aseguraba la existencia de videos de los hijos del presidente recibiendo dinero sucio, la periodista Kitoreff hizo llegar la primicia a AMLO para darle oportunidad de contestar algunas preguntas sobre el reportaje, el líder de la cuarta transformación sin embargo decidió no solo no responder a esas preguntas, sino exponer el caso en la mañanera del día siguiente con un ingrediente que cambiaría el rumbo de la conversación estos días, haciendo público el teléfono de la corresponsal Kitoreff.
Lo anterior no solo representa un agravio a la periodista, puesto que va en contra de la ley de protección de datos personales, sino que considerando que la organización Reporteros Sin Frontera ha catalogado a México como el país que no está en guerra con la mayor cantidad de periodistas asesinados en el mundo, la pone en un riesgo sin precedentes, de hecho a lo largo de los 5 años de Morena en el poder 43 periodistas han perdido la vida impunemente.
Llama la atención que en la misma semana en que el presidente de la República a través del órgano de transparencia de FONATUR decidiera no hacer pública la información sobre el Tren Maya, con total desparpajo sí haga público el teléfono de una periodista que solo estaba haciendo su trabajo. No obstante al ser cuestionado al día siguiente por sus actos, el presidente de todas y todos los mexicanos, el jefe de Estado dijo que por encima de la ley está su autoridad moral, a pesar de haber encumbrado en el pasado la frase de “Al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie”, a esta gravísima declaración se le sumaron otras como el que no fue un error haber publicado el teléfono celular de la periodista, que no pasaba nada, y que si estaba preocupada que cambiará su teléfono y ya.
Este acto ya tuvo consecuencias, luego de que a lo largo del fin de semana se filtraran los teléfonos celulares de personajes como Claudia Sheinbaum y José Ramón López Beltrán (hijo de AMLO), quienes se quejaron del hostigamiento recibido mediante llamadas, la respuesta en redes sociales paradójicamente fue la misma que la del presidente, que no pasaba nada y que si les preocupaba que cambiarán su teléfono y ya.
Aunque esta situación pareciera dar gusto a un amplio sector de la población por un sentido abstracto de karma o justicia, la realidad es que nos muestra la fragilidad de nuestra estabilidad social, como consecuencia de una polarización criminal a la que como nación hemos sido expuestos, en donde tiene más valor ver quién golpea más fuerte que la unidad nacional y cohesión social con la que debemos conducirnos, previos a la elección más importante de nuestros últimos años.
Como país debemos entender la gravedad de que un político (del partido que sea), se entienda por encima de la ley sin caer en un discurso antidictatorial, pues existen muchos políticos con tendencias autoritarias que no son dictadores, aunque eso sí, todo dictador tiene tendencias autoritarias y la consagración de nuestra constitución, costo décadas, guerras y hasta sangre conseguir, como para permitir que alguien piense que está por encima de ella.