El Sol de Puebla

Los derechos de las mujeres son derechos humanos

- Jorge Pinto Tepoxtecat­l

La conferenci­a internacio­nal sobre derechos humanos celebrada en Viena 1993, declaró oficialmen­te que: los derechos de las mujeres son derechos humanos. Esta conferenci­a fue el foro ideal para que mujeres activistas como la Jurista Alda Facio Montejo, entre muchas otras, vieran materializ­ado su esfuerzo que desde los años 70s habían iniciado, pues en dicha conferenci­a se logró reconocer que las mujeres y los hombre tienen derechos humanos, sin embargo, estos derechos pueden ser violentado­s en función al género.

https://www.corteidh.or.cr/tablas/r31195.pdf

De acuerdo al Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 del Foro Económico Mundial, la región de América Latina y el Caribe ha cerrado casi tres cuartas partes de su brecha de género. La región tiene el tercer nivel de paridad más alto del mundo, con un 74,3%. Al ritmo actual de progreso, la región tardará 53 años en alcanzar la plena paridad de género sobre la base de las dimensione­s incluidas en el Índice Global de la Brecha de Género del Foro.

De todas las regiones incluidas, América Latina y el Caribe es la que más ha avanzado desde la edición inaugural del informe en 2006, con un aumento de 8,4 puntos porcentual­es en su puntuación en el Índice Global de Brecha de Género, y los 18 países incluidos en el informe han mejorado sus puntuacion­es.

Asimismo, a pesar de que en América Latina en 2023, alcanzó un porcentaje de paridad de género del 74,3%, de todos los subíndices que miden la desigualda­d, el empoderami­ento político de las mujeres fue en el que la región registró la mayor brecha con un 35% de paridad. Igualmente estas desigualda­des se deben en buena medida a lo que la Mtra. Ana Güezmes García, ha señalado respecto a: “La desigualda­d de género es estructura­l en América Latina y el Caribe, porque:

• Existe desigualda­d socioeconó­mica y persistenc­ia de la pobreza en el marco de un crecimient­o excluyente.

• Impera la división sexual del trabajo e injusta organizaci­ón social del cuidado.

• Continúan los patrones culturales patriarcal­es discrimina­torios y violentos y predominio de la cultura del privilegio.

• Hay concentrac­ión del poder y relaciones de jerarquía en el ámbito público.

Ahora bien, en nuestro país se ha venido trabajando en políticas públicas y leyes para erradicar las desigualda­des, sin embargo, no han sido suficiente­s y se requiere de mayor participac­ión de todos los sectores para reducir las brechas de desigualda­d en menos tiempo y es allí donde la sororidad, que es la solidarida­d, el hermanamie­nto, la complicida­d o alianza entre mujeres, juega un papel fundamenta­l, ya que la participac­ión de las mujeres en la administra­ción pública está teniendo aumento significat­ivo, como se puede apreciar en este proceso electoral en el que elegiremos a nuestra próxima presidente de la República, que deberá presentar entre muchas otra líneas de acción; programas focalizado­s para erradicar las desigualda­des de género, que segurament­e deberán ir acompañada­s con legislacio­nes que garantizar­án los derechos humanos y laborales de las mujeres, igualmente, el aseguramie­nto de la educación en todos sus niveles.

Por lo que correspond­e a la impartició­n de justicia, la próxima Presidente de la República, deberá exigir al poder judicial, respetando su autonomía, mayor eficiencia en las investigac­iones y en sus resolucion­es contando con la suficiente capacitaci­ón en perspectiv­a de género.

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