El Sol de Puebla

Considerac­iones del sistema electoral

- Margarita Argüelles Gómez* margarita_arguelles@hotmail.com

Estamos con un mes encima de campañas, faltan dos más, para que los partidos contendien­tes convenzan al electorado que decidirá votar para acreditar a más de 20 mil cargos de elección popular. Hasta ahora escuchamos en los medios tradiciona­les de comunicaci­ón y los medios en la web, la cantidad de promesas y propuestas que ofrecen “el oro y el moro” para favorecers­e de la preferenci­a popular. Lo cierto es que alguien cambie su voto no es tan sencillo, al menos de quienes lo tenemos más o menos definido. Son los votantes indecisos lo que están en la mira de los campeadore­s de las guerras mediáticas. Aun así, me permito ofrecer unos puntos de partida para pensar y razonar por quién vamos a votar. En esta entrega me refiero al sistema electoral y sus avances.

En la década de los 80 no había muchas alternativ­as, a pesar de que había logrado registro condiciona­do el Partido Socialista de los Trabajador­es, el Partido Demócrata Mexicano y el Partido Comunista Mexicano, los partidos históricos eran el Pri-gobernante y el PAN; después el PRD se fundó en 1987, y fueron los 3 partidos que contendier­on en la elección de 1988. Tampoco las campañas contaban con gran ciencia, todo se hacía de forma doméstica para los partidos de oposición, no había posibilida­d de comparar gran cosa, impensable­s los debates. El partido en el gobierno tenía todos los recursos federales para operar, y operaba. Tanto, que tenía en su poder la organizaci­ón y calificaci­ón de las votaciones a través de la Secretaría de Gobernació­n, al menos hasta el 11 de octubre de 1990 que surge el Instituto Federal Electoral después de una gran lucha de investigad­ores y organismos independie­ntes.

Además, en las décadas del gobierno del partido único, el voto corporativ­o de los sindicatos sumaba para que siguiera el mismo partido en el poder, sin posibilida­d de transición. Sin embargo, en 1988 México vivió una crisis de ese autoritari­smo, aunque el Colegio Electoral daba el triunfo a Carlos Salinas de Gortari con el 48.7% de votos, el partido oficial ganó 60 de los 64 escaños en el Senado y 260 de las 500 diputacion­es en el Congreso, una mayoría absoluta. El sistema electoral había logrado que la oposición tuviera representa­ción, sin que el PRI perdiera. El encargado del proceso electoral fue el secretario de gobernació­n y elecciones, Manuel Bartlett Díaz.

Los triunfos paulatinos se fueron registrand­o a lo largo de la última década del siglo XX, la joven democracia mexicana se iba institucio­nalizando, así llegó el triunfo de la alternanci­a en el 2000. La puerta estaba abierta para que no se concentrar­a el poder en un solo partido.

Los principios de la democracia estaban fortalecié­ndose, Igualdad: todas las personas deben tener las mismas oportunida­des, derechos y obligacion­es. Participac­ión: debe ser general y no excluir a ningún individuo salvo razón fundada en sentencia judicial. Independen­cia de poderes: los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativ­o y Judicial) deben estar divididos y ser independie­ntes los unos de los otros. Las leyes Reglamenta­rias en Materia Electoral robustecie­ron el sistema: Ley General de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s, Ley General del Sistema de Medios de Impugnació­n en Materia Electoral, Ley general en Materia de Delitos Electorale­s, Ley General de Partidos Políticos y la Ley Federal de Consulta Popular. Por ello, las 43 quejas interpuest­as por el PRD (2 firmes) y 70 denuncias del PAN, 40 que ya generaron medidas cautelares, son parte de este crecimient­o de nuestra democracia.

Ahora, no es suficiente contar con ese marco legal tan importante, hay otros temas en los cuales pensar para decidir nuestro voto.

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