El trabajo o la vida
Por años se premiaron las culturas tóxicas de adicción al trabajo y la cultura del ajetreo o del esfuerzo laboral constante llamada Hustle culture que incluían presiones laborales y auto-exigencia, glorificando el exceso de trabajo. Se aceptaban horarios estrictos e inflexible, con la esperanza de recibir ciertos beneficios en el largo plazo. Sin embargo, en muchos casos el trabajo en exceso resultó en detrimento de la salud de los empleados, con importantes efectos en la salud publica. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que las enfermedades relacionadas con el trabajo se han convertido en uno de los principales retos de salud global y que constituyen un problema creciente que se agrega a la gran crisis de salud mental y a los estragos causados por la pandemia.
Las enfermedades y accidentes derivados del entorno laboral están relacionados con factores psicológicos, psicosociales, físicos, químicos y biológicos, muchos de ellos vinculados al estrés y la presión laboral. Trabajar más de 45 horas por semana, no realizar pausas frecuentes, estar expuesto a químicos, temperaturas extremas, ruido y vibración, así como no dormir lo necesario son los detonantes de mayor importancia. Estudios a nivel mundial coinciden en señalar que el factor que más inciden en problemas severos de salud laboral y muerte en el trabajo es el estrés laboral crónico, porque las hormonas asociadas al estrés generan hipertensión y además elevan el colesterol generando condiciones cardiovasculares críticas.
Estudios de la universidad de Tampere en Finlandia aseguran que a nivel global las muertes por enfermedades y accidentes en el contexto laboral se han incrementado en un 26% en los últimos seis años. Las últimas cifras de un estudio realizado en 181 países indican que estas muertes superan los 2.9 millones de personas. Al respecto, la OMS ha indicado que cerca de una tercera parte de todos los padecimientos de salud asociados al trabajo están relacionados con el sistema circulatorio, y que aún cuando los problemas del corazón son frecuentes en una gran parte de la población, estos se incrementan en la edad laboral debido al estrés derivado del empleo. Las largas horas de trabajo aumentan el número de muertes por problemas del corazón hasta en un 42% porque se vinculan con agotamiento físico y saturación mental. Los dos grupos de mayor riesgo son las mujeres y las personas mayores. En el caso de las mujeres esto se debe a que por lo general tienen que lidiar con presiones adicionales por las cargas laborales de cuidado a otros, y el trabajo de tipo emocional que realizan. En el caso de las personas mayores, las condiciones propias de la edad al combinarse con presiones y estrés generan problemas graves. Además de estos dos grupos, hombres y mujeres que no perciben un salario que les permita vivir dignamente o cubrir de forma holgada sus gastos, recurren al pluriempleo, es decir, tienen más de un trabajo, lo cual incrementa la tensión de forma exponencial, reduciendo las posibilidades de un adecuado descanso y la consecuente recuperación física y mental.
En Japón este fenómeno se llama Karoshi, y se define como muerte prematura por exceso de trabajo. Los estudios realizados en Japón demostraron que los trabajadores con sobrecarga laboral mostraban patologías de importancia que deterioraban la calidad de vida, incluyendo depresión, ansiedad, taquicardias, trastornos del sueño, pérdida de memoria, irritabilidad, dolores físicos, y problemas digestivos principalmente. Este fenómeno también llevó a numerosos suicidios por “sobredosis” de trabajo y la supresión de los descansos. Cuando se determina que una persona murió por estrés laboral en aquel país, el gobierno tiene que cubrir una cuantiosa indemnización para la familia.
Algunos casos de muerte en el trabajo han aparecido en los medios como una llamada de atención a las condiciones laborales. Uno de ellos es el de Ashleigh Anderson, empleada de las farmacias CVS en los Estados Unidos, quien tenía un trabajo sumamente estresante durante la pandemia.