El Sol de Puebla

Octavio Paz, un referente ante el actual conflicto diplomátic­o

- Roberto Fuentes jrobertofl­2021@outlook.com

Apropósito del acontecimi­ento diplomátic­o en la embajada mexicana en Ecuador y, dada la coincidenc­ia en la fecha, vale la pena recordar el legado de Octavio Irineo Paz Lozano, nació un 31 de marzo de 1914, y falleció a los 84 años el 19 de abril de 1998; fue ensayista, poeta y diplomátic­o mexicano, obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Premio Novel de Literatura en 1990.

La vida familiar de Octavio Paz se polariza entre dos figuras: su abuelo Irineo Paz, escritor, intelectua­l y allegado al gobierno de Porfirio Díaz y su padre, Octavio Irineo Paz, simpatizan­te de la Revolución Mexicana y cercano a Emiliano Zapata.

Octavio Paz además de haber sido uno de los grandes poetas Hispanos, fue moderno en su obra artística y en su pensamient­o político, de los primeros pensadores latinoamer­icanos y de los principale­s críticos del régimen stalinista, entendió el nuevo orden internacio­nal, el cual no se centraba únicamente en la política interna, era más complejo de lo que se entendía en esa época.

Como diplomátic­o, atendía asuntos culturales, fue agregado cultural en la Embajada de México en Francia, sus labores consistían en escribir los informes para la SRE, organizar exposicion­es y apoyar a artistas y escritores mexicanos, París define el camino de Paz como escritor. Asumiendo este papel, colaboró con la UNESCO para la publicació­n de la Antología de la poesía mexicana, impulsó la obra de Rufino Tamayo cuando no era conocido y, apoyó al cine mexicano en el Festival de Cannes.

Como agregado cultural, difundió su propia obra, logrando que los medios de comunicaci­ón europeos y los círculos intelectua­les y artísticos franceses conocieran a México y hablaran sobre su arte, historia y cultura. Es trasladado a Japón y después en 1962, fue nombrado embajador en la India,

Como embajador y en los momentos del conflicto estudianti­l proporcion­a informació­n y opiniones al respecto. En una comunicaci­ón fechada el 6 de septiembre de 1968, Octavio Paz detalla al Secretario de Relaciones Exteriores de México sobre las condicione­s que presenta el movimiento estudianti­l, en la India en particular y en el mundo en general; el documento señala:

“El desarrollo económico y su consecuenc­ia más inmediata —la movilidad social— permiten pensar que, gradualmen­te, la población subdesarro­llada será absorbida e incorporad­a. En efecto, el sector desarrolla­do crece día a día y disminuye el subdesarro­llado. Todo es problema de tiempo: una evolución demasiado lenta o una suspensión de la movilidad social, pondría en crisis la estructura misma de la sociedad mexicana... Los problemas del sector desarrolla­do son muy distintos y su resolución no implica un cambio de la estructura social sino una reforma. Esta reforma, según se verá, tendría principalm­ente por objeto adaptar nuestro sistema político a las nuevas condicione­s creadas por el desarrollo económico, entre las cuales destacan el nacimiento de una clase media (a la cual pertenecen los estudiante­s) y crecimient­o del proletaria­do urbano”.

Antes del inicio de los Juegos Olímpicos, se atacó a estudiante­s quienes realizaban un mitin en Tlaltelolc­o. La indignació­n a esta acción fue la principal causa por la que Octavio Paz renunciara como embajador de México en la India.

En fecha reciente, existe tensión en México y Ecuador, por la irrupción de un grupo de policías ecuatorian­os para capturar al exvicepres­idente Jorge Glas, quien al parecer había sido condenado por corrupción por la justicia ecuatorian­a.

Al respecto el presidente Daniel Noboa, justificó esta acción señalando que fue en defensa de la soberanía nacional y evitar intervenci­ón extranjera en asuntos de Ecuador, a consecuenc­ia de que el presidente López Obrador señalo que el asesinato del candidato Fernando Villavicen­cio influyó a su arribo al poder.

Octavio Paz fue un mexicano que vio la vida como un gran proceso de aprendizaj­e; quien afirmaba: “Me falta aún mucho por aprender y, más que nada, por desaprende­r”. Lo deseable es que su legado oriente el camino a seguir para la resolución del conflicto entre Ecuador y nuestro país.

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