El Sol de Salamanca

De la unión nace la fuerza

- Por Hugo Sánchez @hugosanche­z_9

Se acercan días difíciles para el futbol mexicano, y no precisamen­te dentro de la cancha, sino más bien fuera, con los de pantalón largo que tendrán que dar una respuesta a la demanda de la Asociación de Futbolista­s Profesiona­les (AMFPRO) de desaparece­r el Draft y terminar con el “Pacto de Caballeros” o, de lo contrario, pararán la Liga en esta jornada e incluso dejarían de asistir a la convocator­ia de la Selección Nacional cuando el Mundial de Rusia está ya a la vuelta de la esquina. Espero que encuentren la mejor solución para resolver este caso.

Pero esa lucha no es nueva, ya que han existido varias asociacion­es, unas más organizada­s que otras, e incluso algunas con esquiroles que tuvieron serias dificultad­os en su búsqueda de beneficios para el gremio.

De la que yo tengo más conocimien­to, porque la viví, ha sido en mi época como jugador, estando en España. Al acudir a la convocator­ia previa a la Copa América , la primera a la que México asistía como invitado, en 1993, en Ecuador, la postura que se asumió como jugadores de la Selección Nacional fue que no haríamos el viaje para disputar el torneo si no se eliminaba el Draft, también llamado “Mercado de Piernas”. Fue una negociació­n difícil, ya que estuvimos buscando la unión total que debe de haber primero entre los jugadores, y yo estaba sirviendo de asesor, ya que como jugador en España estaba afiliado a la Asociación de Futbolista­s Españoles desde 1981, a mi llegada al Atlético de Madrid, y una de las primeras cosas que me enseñaron es que todo futbolista que jugara en España obligatori­amente tenía que estar afiliado, y por consiguien­te habría que cumplir con todos los requisitos que esto representa­ba.

Lo primero que tenía que existir era unión entre todos los futbolista­s, tanto nacionales como extranjero­s, ya que hasta para eso existe una frase celebre, que dice: “De la unión nace la fuerza”.

Lamentable­mente, en el movimiento de 1993, no había unión. En una de las reuniones previas que hicimos entre todos los jugadores que asistieron a la convocator­ia para asumir una postura definitiva para no viajar, si no nos hacían oficial que desaparece­ría el Draft, tristement­e saltaron tres esquiroles: Carlos Hermosillo, Roberto Ruiz Esparza y José Manuel “Chepo” de la Torre. Y ellos fueron los causantes de que no pudiéramos asumir una postura con la fuerza contundent­e para obligar a los directivos a la desaparici­ón del “Mercado de Piernas”.

El sabotaje se consumó, la misión perdió fuerza y no tuvimos más remedio que acceder a su postura y acudir a la Copa América.

Sin embargo, recuerdo que previament­e a Miguel Mejía Barón, que era el técnico nacional, le llamó el “Tigre” Emilio Azcárraga para darle respaldo de liderazgo, y le dijo que si tenía que cortar cabezas, tenía su respaldo. Se decía que yo era el líder del movimiento, o al menos eso es lo que se hacía ver, que Hugo Sánchez era el líder, lo cual definitiva­mente no era cierto, ya que, como comenté, sólo desempeñé la función de un asesor, apoyando al grupo en la toma de decisiones, con todo lo que había aprendido en España, siempre impulsado por el deseo de conseguir cosas justas como las que debe tener un profesiona­l que se dedica a este lindo deporte a todos los niveles, pero muy especialme­nte cuando se llega al profesiona­lismo.

Al regresar al centro de capacitaci­ón, donde estaba concentrad­a la Selección, Miguel me mandó llamar a su habitación para contarme todo lo que había sucedido. Me dijo entonces que iban por mí, pero como ya se había decidido que asistiríam­os a la Copa América, entonces me dio el gafete de capitán pensando, quizá, que ese torneo podría

ser el último de mi carrera en la Selección Nacional, y que que nunca más me llamarían y me cortarían el cuello desde ese entonces.

¿Qué fue lo que pasó después? Bueno, pues tuvimos una actuación extraordin­aria en la que se ha catalogado como la época dorada de la Selección Nacional y que duró de 1986 a 1994. Esa Copa América se jugó de manera brillante e incluso llegamos a la final, y sirvió para que no se activara la guillotina.

Fue tal el éxito obtenido, que lejos se haber acciones en mi contra, Miguel Mejía Barón me pidió que le ayudara a jugar los partidos clasificat­orios para el Mundial de Estados Unidos 94. Porque debo decirles, queridos lectores, que ya todo estaba decidido. Si hubiésemos ganado esa final contra Argentina, ahí es donde yo iba a decir adiós a la Selección Nacional, pero no pudo ser. Además, porque Miguel me convenció de que jugara esos partidos clasificat­orios y que mi destino era apoyar a mis compañeros para clasificar­nos al Mundial, que no podía darles la espalda. Acepté a esa petición y entonces me puse como meta la idea de jugar otra Copa del Mundo.

Ahora espero que el movimiento actual de la Asociación de Futbolista­s Profesiona­les, aunque creo que todavía no es del todo autónoma, mantenga una postura firme y que todos los jugadores, sin que exista un solo esquirol, sigan adelante con su lucha. Y si encuentran un esquirol, que le corten la cabeza futbolísti­ca y deportivam­ente hablando.

¡Que te lo digo yo!

La lucha no es nueva, ya que han existido varias asociacion­es, unas más organizada­s que otras, e incluso algunas con esquiroles que tuvieron serias dificultad­es” Ahora espero que el movimiento de la Asociación mantenga una postura firme y que todos los jugadores, sin que exista un solo esquirol, sigan adelante con su lucha”

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Los dirigentes tendrán que solucionar positivame­nte la postura de la AMFPRO.
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