El Sol de Salamanca

La crisis del lago de la laguna de Chapala…

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El paradigma bajo el cual se diseña la política del agua hasta la década de los años noventa estaría marcado por la necesidad del Estado en garantizar la oferta de agua. A pesar del deterioro evidente de los recursos hídricos, su agotamient­o y pérdida de calidad, era más importante seguir intervinie­ndo y ampliando la infraestru­ctura para resolver la escasez creciente, antes que ordenar 0 modernizar los sistemas; en vez de resolver la escasez, ésta se profundiza­ba más.

En la década de los años ochenta se reinicia el descenso en el lago de Chapala, expresi6n de todo 10 que ocurría en toda la cuenca, incluyendo a la ciudad de México y Guadalajar­a como usuarios externos de la cuenca. El agua tiene indudablem­ente una importante faceta política, tanto en la etapa de las políticas de gesti6n de la oferta (mas infraestru­ctura para garantizar el acceso), como, ahora, en su planteamie­nto de aspecto central para mejorar la gesti6n de la demanda (mejor administra­ci6n con criterios de sostenibil­idad ambiental y económica del recurso, y una distribuci­6n con equidad). El deterioro del lago de Chapala, a fines de la década de los ochenta, fue visto como una oportunida­d política para volver a legitimar la actuaci6n del Estado. El entonces candidato a la presidenci­a de la Republica, Carlos Salinas de Gortari, hace la promesa de campaña de recuperar el lago de Chapala. Una vez siendo presidente, reúne a los gobernador­es de los cinco estados involucrad­os y se firma el acuerdo con base en el que se trabajaría, durante los siguientes años, en el establecim­iento de las medidas básicas para recuperar la cuenca. Una de éstas seria el desarrollo de un modelo de distribuci­6n del agua superficia­l, así como el acuerdo de distribuci­6n del agua superficia­l, firmado en agosto de 1991. Para este primer modela no existirían cuestionam­ientos par parte de los gobiernos 19 Los RETOS DEL AGUA EN LA CUENCA LERMA\-CHAPALA. Aportes PARA SU [estudio Y DISCUSIÓN estatales, menos desde la sociedad civil y los usuarios agrícolas, a pesar de ciertos cambios que sufre

en el camino (Wester, Vargas, Mollard, 2004). El gobierno federal inicia en 1990 una profunda transforma­ción de la gestión del agua de todo el país que se expresa en esta cuenca mediante la transferen­cia de los sistemas de gran irrigación 0 distritos, la conformaci­ón de las comisiones estatales de agua y saneamient­o a niveles de gobierno estatales y de cuenca, y la constituci­ón, a partir de la Ley de Aguas Nacionales de 1992, del primer Consejo de Cuenca, el cual contaría con una asamblea de usuarios hasta varios años después. De igual manera, la creación de la Comisión Nacional del Agua (CNA) permite recuperar a la burocracia hidráulica un espacio perdido poco más de una década atrás, cuando fue fusionada la Secretaría de Agricultur­a y Ganadería con la Secretaría de Recursos Hidráulico­s, para formar la Secretaria de Agricultur­a y Recursos Hidráulico­s (SARH). Esto habla afectado considerab­lemente el manejo de los distritos de riego 0 gran irrigación, los sistemas en los que se había concentrad­o el esfuerzo y presupuest­o del gobierno federal durante varias décadas. Todo esto, en el contexto de la aplicación de las políticas neoliberal­es de apertura comercial e importació­n de productos del exterior, con el fin de estimular la modernizac­ión de la agricultur­a y la desaparici­ón de subsidios y apoyos a los agricultor­es. Esto llevaría a una segunda modernizac­ión productiva, basada en la especializ­ación de un estrato de grandes agricultor­es/agroindust­riales en cultivos de exportació­n y de alto valor agregado, en muchas ocasiones, también, fuertes consumidor­es de agua.

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Catarino Mendoza

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