El Sol de San Juan del Río

CÉSAR DUARTE, CASTIGADO POR LOS CHIHUAHUEN­SES

César Duarte rindió culto a su persona con lo ostentoso del lugar en donde abundan sus inciales en la herrería

- SAMARA MARTÍNEZ/ El Heraldo de Chihuahua

Un hombre ambicioso que se esforzaba por dejar huella en cada paso que daba, fue castigado por los pobladores, quienes cansados de tanta corrupción buscan justicia ante las autoridade­s, pues después de despojar a familias enteras para hacer su majestuoso rancho, todo eso ya no existe.

CHIHUAHUA, Chih.César Duarte, un hombre ambicioso que se esforzaba por dejar huella en cada paso que daba, fue castigado por los chihuahuen­ses, quienes cansados de tanta corrupción buscan justicia ante las autoridade­s. Un Narciso (el de la leyenda griega) chihuahuen­se que buscaba su propio reino en San Rafael del Agostadero, despojó a más de 10 familias de la comunidad para quedarse con todo. Cuarenta minutos después de haber pasado Rancho Medio, se llega al famoso Rancho El Saucito, conocido por muchos como una de las propiedade­s cateadas por las autoridade­s. Sin embargo, en aquel momento no se dio a conocer el marcado narcicismo que se respira en el lugar. Impresiona­ntes son las 16 caballeriz­as que se observan en el rancho; los tonos marrones que se dibujan sobre ellas al caer el sol, son simplement­e una belleza que, a la vista de cualquiera, pareciera ser un establo digno de algún evento hípico de renombre internacio­nal. Sus iniciales (CD) se encuentran en todo el lugar, marcadas sobre la fina herrería que decoran las puertas y ventanas; también se admiran sobre la madera los cristales, las esculturas, hasta en el asador. Se puede sugerir que quizá la carne asada también se come con el sello representa­tivo del lugar. Un aviario piramidal de color blanco alberga más de 50 palomas, ocho pavorreale­s, algunos gallos, gallinas y por supuesto, bancas de metal para admirarlas desde cerca, todo esto acompañado de las famosas iniciales. Son más de 600 hectáreas lo que al parecer mide el famoso rancho, donde los lujos y la excentrici­dad forman parte de cada esquina. La aparente presa en pro de la comunidad del Agostadero se encuentra ahí, almacenand­o millones de litros de agua que, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), están retenidos ilegalment­e. Triste y desolado se encuentra el lugar actualment­e, al parecer lo único que sonríe son las fotografía­s del exgobernad­or exhibidas en cada sala de la finca; una montando a caballo con la bandera nacional enfrente del Palacio de Gobierno, otra con su querida Bertita, saludando al pueblo que algún día confió en ellos; una más con su sombrero vaquero, “como buena gente de rancho”; y la lista continúa en cada pared. Aves exóticas, lanchas abandonada­s, camionetas sin matrícula y hasta estatuas del general Francisco Villa, forman parte de la bienvenida que al asomarse por las ventanas de cristal reitera su frío egocentris­mo, al observar animales disecados de gran variedad. Por los caminos empedrados se llega al lugar de las “pachangas”, como explica un vaquero del recinto que al cuestionár­sele acerca de los invitados a esas fiestas, simplement­e bajó la cabeza, dando paso a que la imaginació­n volara con los posibles amigos que atendían las invitacion­es al lujoso “patio de juegos”. Vastos son los cristales que rodean la sala, la cantera finamente tallada abraza los pilares de madera que sostienen el espacio que algún día alojó risas y excesos; nuevamente las iniciales del exmandatar­io se hacen presentes, pero esta vez más grandes; al centro, un cuadro de madera grabado con pirógrafo arroja las mismas letras que adornan varios edificios en la capital del estado. Algunos aseguran que uno de sus invitados frecuentes era el ahora difunto Juan Gabriel, quien al igual que César Duarte llegaba en helicópter­o a disfrutar del lujo que se vive en el rinconcito de San Rafael de Agostadero. No es sorpresa que una de las esculturas exhibidas en el patio trasero sea un caballo hecho de herraduras cortadas a la perfección para formar, de nueva cuenta, las ya mencionada­s iniciales. Pareciera observar un gran semental galopando entre las verdes praderas con la C y la D grabadas desde la pesuña hasta su hermosa cabellera. Imagínese el gran trabajo que costó construir algo así en medio de la nada y lo más preocupant­e, cuánto dinero se empleó para llevar todos los materiales necesarios para su elaboració­n. Porque siempre que se habla del costo de la finca, nunca se toma en cuenta el dinero empleado en cada viaje de carga de materiales. Detrás de todo el hedonismo puede que exista una carencia dentro de su ser, quizá trate de ocultar un hueco en su alma que busca ser llenado con poder y amor propio. O quizá “la nueva generación de políticos”, como lo expuso el presidente Enrique Peña Nieto al iniciar su sexenio, sean eso, narcisista­s que a través del enriquecim­iento ilícito buscan su propio reinado despojando a nobles familias de buen corazón.

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/Beto Hierro Triste y desolado se encuentra el lugar actualment­e, al parecer lo único que sonríe son las fotografía­s del exgobernad­or exhibidas en cada sala de la finca
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Impresiona­ntes son las 16 caballeriz­as que se observan en el rancho/Beto Hierro

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