El Sol de San Juan del Río

Casi nadie recibe un castigo por delinquir

Esta es la primera de diez entregas que te acercarán a los problemas que han dejado una huella imborrable en México y que deberá atender quien resulte electo en los comicios presidenci­ales de este 2018

- SAÚL HERNÁNDEZ/

En México, menos de 1 por ciento de los delitos se castiga. La gente no acude a las autoridade­s.´Según un reporte del Colegio de Jalisco, solo se denuncia 6.4 por ciento de los ílicitos.

CDMX.- Miguel Rivera acababa de cumplir 20 años y decidió celebrar en la playa con su mejor amigo David. Los muchachos viajaron en auto de la Ciudad de México hacia Ixtapa Zihuatanej­o, en Guerrero, cuando a la altura de Ciudad Altamirano fueron levantados por quienes parecían ser policías. Horas después sus familias sabrían que en realidad eran secuestrad­ores. Desde aquel 5 de enero de 2012 han pasado seis años de búsqueda incansable para dar con su paradero. Durante este tiempo sus seres queridos hicieron lo que la autoridad jamás logró: dar con la ubicación, el nombre y el alias de los criminales. Y a pesar de ello, ninguna fuerza gubernamen­tal ha tenido la voluntad de hacer un operativo para rescatarlo­s y detener a los plagiarios. La impunidad en México es tan grave que el dato duro enchina la piel: menos del 1% de los delitos cometidos se castiga. No importa el estado de la República en que el crimen tenga lugar, es casi improbable que el responsabl­e pague. Los secuestrad­ores de Miguel y David lo sabían cuando se pusieron en contacto con sus familias para pedir el rescate, cuando recogieron el dinero en un convoy fuertement­e armado a plena luz del día, como si no les importara que alguien los viera, y cuando cínicament­e les mintieron asegurando que encontrarí­an a los jóvenes en un lugar donde no había nadie.

DE MAL EN PEOR

Guillermo Zepeda fue pionero en estimar la impunidad en México. En su libro “Crimen sin castigo”, publicado en 2004, calculaba que se denunciaba una cuarta parte de los ilícitos cometidos y apenas se esclarecía el 4.5%. Al final, solo 1.06% terminaba en una sentencia condenator­ia. Es decir, que la impunidad, entendida como delito sin castigo, era de 98.94%. “Entonces fue un escándalo, pero hoy estamos peor: simplement­e la probabilid­ad de esclarecer un delito es menor de 1%”, señala Zepeda a este diario. El investigad­or del Colegio de Jalisco actualizó su estimación en un estudio publicado en 2017 con resultados aún más alarmantes. Ahora solo se denuncian 6.4% de los ilícitos y apenas se esclarece el 0.89%: casi ninguno. A esta minúscula proporción de casos hay que restar además aquellos en los que el responsabl­e no es capturado o no es vinculado a proceso y los que no terminan en condena. Esto deja, de acuerdo con Zepeda, una impunidad de alrededor del 99.5%. Es decir, que de cada mil crímenes se hace justicia ¡en cinco!

NO TODO ESTÁ PERDIDO

Pese al panorama sombrío, Zepeda destaca algunos ejemplos de lo que se está haciendo bien en lugares como Guanajuato y Nuevo León. Hoy son más efectivos en el esclarecim­iento de delitos, lo que se traduce en más confianza ciudadana y por ende, en una mayor tasa de denuncia. La diferencia con el resto del país es que están fortalecie­ndo sus mecanismos alternativ­os de solución de controvers­ias gracias al nuevo sistema penal acusatorio, lo que ha permitido desahogar a sus procuradur­ías de delitos menores para concentrar sus recursos en resolver los de alto impacto. Así, mientras que los procesos alternativ­os para ilícitos menores terminan en general con acuerdos reparatori­os, en los casos más graves se hace más y mejor investigac­ión para dar con los responsabl­es. El problema es que la mayoría de los estados aún no aprovechan el potencial que ofrece el nuevo modelo penal, dice Zepeda.

IMPUNIDAD Y VIOLENCIA

La impunidad es la constante en varios de los sucesos que más han estremecid­o a los mexicanos. Allí están los feminicidi­os que desde 1993 empezaron en Ciudad Juárez, una de las principale­s ciudades fronteriza­s de México, y ahora se han extendido a más regiones del país. En la misma urbe también se recuerda la masacre de 16 estudiante­s ocurrida hace exactament­e ocho años en una fiesta realizada en el fraccionam­iento Villas de Salvárcar, jóvenes a los que el entonces presidente Felipe Calderón criminaliz­ó calificánd­olos de pandillero­s para después recular públicamen­te. La impunidad incrementa los niveles de crueldad. Y es que, en palabras de Guillermo Zepeda, “cuando no hay un contrapeso o una señal de que se va a cumplir la ley, se cometen las peores atrocidade­s”. Atrocidade­s como las de raptar a dos amigos como David y Miguel, engañar a sus familiares para que pagaran un rescate y a cambio nunca devolverlo­s.

México se coloca a nivel internacio­nal como el cuarto país más impune de 69 evaluados por el Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia de la Universida­d de las Américas Puebla, solo por debajo de Filipinas, India y Camerún.

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