El Sol de San Juan del Río

Adultos ansían vacuna en la Álvaro Obregón

La escasez de agua y el hacinamien­to en el que viven muchas familias los hace más vulnerable­s

- ANDRÉS M. ESTRADA/

DE LOS pobladores, 80% no tiene agua potable, lo que agrava aún más los contagios por Covid-19

“Estoy esperando a ver cuándo llega, sí me quiero vacunar”

CDMX. El silencio se presenta por unos segundos mientras hurgan en sus recuerdos. Enseguida su memoria evoca que está por cumplirse un año desde la última vez que se reunieron. En el grupo de adultos mayores al que asistían en el Centro de Salud del pueblo de San Bartolo Ameyalco, Álvaro Obregón, ya no hay más actividade­s desde que comenzó la pandemia por Covid-19.

Para Estela Martínez, Sonia Ramírez y Petra Estrada se acabaron las manualidad­es, los ejercicios físicos y las pláticas con sus maestros. Tampoco hay más clases de baile. Mucho menos paseos y festejos de cumpleaños. Les hacía más amena la semana, pues rompía la rutina de los quehaceres y el encierro del hogar. Aquel 11 marzo de 2020 les avisaron que se suspendía todo, incluida la excursión a las aguas termales de las grutas de Tolantongo, en Hidalgo, programada a la siguiente semana.

En esa ocasión las tres amigas y sus compañeros de Lunas de Plata, no imaginaban que el poblado donde viven, al poniente de la ciudad, se convertirí­a en una de las colonias que concentrar­ía el mayor número de casos de contagios por el SARSCOV-2 en la capital del país, aunado a una problemáti­ca de escasez de agua.

En San Bartolo Ameyalco, el estrato de desarrollo social es bajo, con hogares donde conviven varias familias en un mismo terreno o hacinadas en la misma casa. Es imposible el distanciam­iento social y las buenas prácticas de higiene por la falta de agua. Un problema arraigado desde hace años. En este lugar, entre los meses de julio y noviembre del año pasado, se tenía un registro de 396 casos acumulados, y apareció en la lista de colonias de atención prioritari­a por el covid-19.

El problema reside en la falta de agua de su manantial, que no es suficiente para abastecer a toda la población y la que es suministra­da por el Lerma-cutzamala que también escasea; fugas del líquido que no son atendidas por la alcaldía y el Sistema de Aguas de la Cdmx (Sacmex); el poco o nulo apoyo de la entonces alcaldesa Layda Sansores -quien en este momento ya es candidata a la gubernatur­a de Campeche-, y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Esta escasez de agua en la zona ha repercutid­o en la transmisió­n del virus. “Hay

PETRA

familias que no tienen el vital líquido en sus domicilios para hacer sus aseos personales y en su casa. Eso conlleva a que se contagien de covid”, explica Gabriel Zumaya, representa­nte de la Comisión de Participac­ión Comunitari­a (Copaco) del pueblo de San Bartolo Ameyalco. “Nos están diciendo lávate las manos. ¿Y con qué nos las lavamos si no existe el agua?”, agrega Clotilde Nava Flores, excomisari­ada de Bienes Comunales de esa zona.

El poblado fue considerad­o en julio de 2020 por el gobierno local como parte de las colonias, pueblos y barrios que recibirían atención prioritari­a por el Covid-19. La tasa de casos activos era de 95, por cada 100 mil habitantes.

Los quioscos de pruebas representa­ron un problema más, personas sospechosa­s y confirmada­s por coronaviru­s, se aglomeran y se concentran afuera del Centro de Salud y la plaza central del pueblo.

AGUA, UN GRAN PROBLEMA

Con la punta de sus dedos toma la aguja para introducir por separado los hilos de colores en la tela, hasta ir formando las figuras en la costura de su mantel. Mientras cuenta los puntos del cuadrillé, de pronto la manguera escupe algunos chorros de agua, que caen sobre la pileta de su patio. Son las 4 de la tarde, el líquido parece abundar por un momento y de pronto se corta. Así es el tandeo en la casa de Petra, de 78 años.

En el de Estela es similar: “Aquí tenemos agua en ratos, llega en las mañanas y como a las 12 se va”. En otros no cae ninguna gota, y deben comprar pipas, con costos de dos mil pesos.

Esta escasez es un problema originado desde hace años. Con la pandemia se agudizó, por la falta de atención de autoridade­s y la manipulaci­ón de válvulas de grupos de supuestos representa­ntes de la comunidad, que sólo velan por sus intereses.

Los mismos intereses que originaron la disputa entre pobladores y la policía el 21

VECINA de mayo de 2014, por la obra hidráulica del Lerma–cutzamala, con un saldo de 70 pobladores lesionados y 101 policías heridos.

Ese día se introdujo tubería sobre Camino Viejo a Mixcoac, hubo quien acusó que era para llevar el líquido de su ojo de agua a las residencia­s de Santa Fe. Algo que no se ha comprobado o desmentido.

El otro problema son las fugas de agua sin que Sacmex o la alcaldía las reparen.

“Esto de la falta de agua es desde hace años y no nos han dado solución. Es la omisión muchas veces por parte del Gobierno Central (...) Aquí, el 80 por ciento del pueblo no cuenta con el agua, esto agrava más la situación por los altos contagios que se tienen”, comenta un poblador.

LA ILUSIÓN DE VACUNARSE

A pesar de la incertidum­bre que permea sobre la fecha en cuando arribarán las vacunas, persiste la esperanza e ilusión de las adultos mayores de pronto recibir su primera dosis, al igual que sus vecinos y compañeros del grupo.

“He visto por tele que está por alcaldías, primero fue Cuajimalpa, Magdalena Contreras y ahorita están otras tres y espero que pronto salga Álvaro Obregón”, dice Estela, quien a finales del año pasado contrajo el virus al igual que su hijo.

“Yo creo que la gente en San Bartolo está esperando esa vacuna. Estoy esperando a ver cuándo llega, sí me quiero vacunar. No sé cómo vayan a ser, es urgente para todo el pueblo, para todos los pueblos”, platica Petra, quien es hipertensa.

Sonia, de 69 años, diabética e hipertensa, está con la ilusión de vacunarse pronto. Hace unos días le llamaron por teléfono para que acudiera a la Magdalena C. para recibir su primera dosis, porque ahí había aparecido su nombre, pero al estar en la fila le dijeron que no le correspond­ía por no ser de la demarcació­n.

Tras 12 meses de pandemia, el trío de amigas ha resentido los estragos del encierro, y el distanciam­iento familiar y social. Algo que les ha repercutid­o en estrés, depresión y ansiedad.

Petrita dice al respecto: “De repente sí me siento así con ansiedad. Está una acostumbra­da a salir un poco a la calle, pero me ha hecho bien estar aquí”.

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/ALEJANDRO AGILAR A un año del aislamient­o, extrañan su vida en comunidad
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/ALEJANDRO AGUILAR Piden les resuelvan el problema del abasto de agua en su colonia

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