El Sol de San Juan del Río

DE VERACRUZ

- ALFREDO SOSA

Poco a poc o, la hermosa rubia c omenzó a ap artarse del glamour y de aquellas fiestas de la alta sociedad, ya no ap arecía en la secc ión de soc iales ni de espectácul­os en los diarios del puerto, pero a cambio, se enamoró y se hizo amante de reconocido médico, con quien procreó dos hijos: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada, sólo que el padre no quiso reconocerl­os y ella los registró con sus apellidos.

Su relación no fue diferente a las anteriores, había abusos y violencia; Evangelina repetía una vez más el patrón destructiv­o que p adeció en c asa desde pequeña.

Como Evangelina no se atre vía a e star sola, fue su amante quien la abandonó, así que la rubia mujer c onsiguió el apoyo de su familia y se mudó c on sus dos hij os al departamen­to 501 en el edificio de la Lotería Nacional, ubicado en la calle de Ignacio López Rayón, esquina con Independen­cia, cerca del centro de la ciudad de Veracruz; la misma e squina donde seis años atr ás concluyó su de sfile de c oronación, aclamada por más de 40 mil per sonas.

Dispuesta a ret omar sus amist ades de la alta sociedad, la rubia ojiverde comenzó a dar fie stas en su dep artamento, auspiciada­s por sus f amiliares, quiene s la apoyaban ec onómicamen­te. E stas p achangas se c onvertían en tremendas p arrandas donde corría el alcohol, marihuana, c ocaína y clar o, el c ontacto c arnal. Mientras a sus dos pequeños hij os los encerraba en su rec ámara.

Debido a su adicc ión al polv o blanco, Evangelina presentaba recurrente­s episodios de agre sividad, los c uales desahogaba con sendas golpizas contra sus pequeños. C uando sus f amiliares se enter aron de esta calamidad, decidieron retirarle la ayuda.

Evangelina comenzó a caer al fondo del abismo, no tenía tr abajo, tampoco dinero

Agentes de la Policía escuchaban la ver sión de Tejer a Bosada, quien en un inic io se declaró enferma mental para evadir su responsabi­lidad, después los médicos especialis­tas desecharon esa versión a través de varios estudios realizados a la cr iminal, por lo c ual el j uez Samuel Baiz abal Maldonado le impuso un a condena de 20 años de pr isión, por el delit o de homic idio y profanació­n de c adáveres.

y el poc o que c onseguía se lo g astaba en droga, extrañaba los aplausos de la gente y el impost ado glamour que lle gó a tener cuando fue nombrada reina del C arnaval de Veracruz y enc abezaba las p áginas de sociales de los diar ios del E stado. Ya no podía mantener a sus hij os y tampoco tenía ganas de hacerlo. Entonces vino la debacle.

De ac uerdo c on algunos te stigos, la mañana del 18 de marzo de 1989, alrededor de las 10:30 horas, Jaime y Juan Miguel, de tres y dos años respectiva­mente, lloraban desconsola­dos y esto provocó la furia de Evangelina, quien encerró al menor en su habitación. Después, regresó y tomó a Jaime de los pie s con el propósito de que quedara bocabajo. Con su pecho excitado por la ira, comenzó a azotarlo un a y otr a ve z, c on t odas sus fuerzas c ontra el piso, mientr as el pequeño gr itaba, lloraba e imploraba piedad. Repitió el brut al c astigo hasta que le destrozó el cráneo y el pequeño dejó de moverse.

No conforme y sin haber saciado su rabia, fue por Juan Miguel y lo ase sinó en la sala del mismo modo. Re stos de san gre quedaron esparcidos por el suelo y las paredes, per o la inf austa madre ni siquier a trató de limpiarlos.

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