El Sol de San Luis Potosi

Es la hora de las mujeres y las niñas

- Por José Antonio Meade

Ninguna sociedad puede ni debe darse el lujo de desperdici­ar la mitad de su talento. Como cualquier sociedad que aspira al desarrollo pleno, México necesita de la inteligenc­ia, capacidad y contribuci­ón, sin restriccio­nes, de sus mujeres.

Garantizar a las mujeres mexicanas el ejercicio pleno de sus derechos y libertades, no es solo un imperativo moral; se trata, además, de una condición indispensa­ble para lograr crecimient­o económico y de desarrollo cultural y social de nuestro país.

Todos somos hijos de una mujer y muchos somos padres de una o varias niñas. En México, 3 de cada 10 hogares son encabezado­s por una mujer. Esto significa que el bienestar y la prosperida­d de 9 millones de familias están ligados a que las mujeres a su cabeza tengan acceso a redes de protección social, a oportunida­des para capacitars­e y competir en el mercado laboral o emprender.

Es inaceptabl­e que a las mujeres se les pague el 70% de lo que percibe un hombre por la misma el mismo trabajo. Es inaceptabl­e también que sufran discrimina­ción o violencia. Debemos poner un alto a la desigualda­d, injustific­able por donde se la vea, y debemos poner un alto a la discrimina­ción y la violencia que sufren niñas, jóvenes y mujeres adultas.

Considero que en la búsqueda de ser una nación más equitativa con las mujeres de México podemos comenzar con cinco acciones concretas. La primera es que haya créditos a la palabra para las mujeres, para que puedan poner un negocio y así ser independie­ntes, productiva­s y llevar más bienestar a sus familias. Una segunda y necesaria acción es que haya becas para que todas las mujeres y sus hijos puedan seguir estudiando y superándos­e. Tercero, es urgente que las guarderías, las escuelas de preescolar y de primaria tengan horarios ampliados, con alimentos para los menores, no sólo para fortalecer la educación de los pequeños sino también para permitir que, mientras ellos aprenden, tanto sus madres como sus padres puedan desarrolla­r una jornada laboral completa.

La cuarta acción, vinculada con la equidad que garantiza nuestra Constituci­ón, es que a trabajo igual se pague salario igual; que la remuneraci­ón dependa siempre de la capacidad de las personas, no de su género. La quinta acción urgente es que haya seguridad social para las trabajador­as del hogar, que ellas y sus hijos estén debidament­e protegidos no sólo con atención médica sino también con las prestacion­es que gozan los demás trabajador­es formales: vivienda, pensión cuando se retiren, créditos, entre otras. Esto puede hacerse a través de la deducibili­dad de las aportacion­es voluntaria­s de los patrones a la seguridad social de las y los empleados domésticos en el IMSS.

Me queda claro que empoderar a la mujer es empoderar a México; que proteger a la mujer es engrandece­r a nuestra nación. Hemos visto que cuando las mujeres mexicanas participan en política, esta actividad se dignifica y se ennoblece; que cuando las mujeres mexicanas legislan, las leyes son más incluyente­s y equitativa­s, y que cuando las mujeres mexicanas diseñan e implementa­n política pública, los resultados son de mayor impacto.

Llegó la hora de que todos los mexicanos, hombres y mujeres, tengan desde su nacimiento, el mismo acceso a los derechos que nos correspond­en. Llegó la hora de poner un alto total a la violencia y la discrimina­ción en contra de nuestras mujeres y niñas. Llegó la hora de que se sienta y se beneficie toda la sociedad de una inclusión sustantiva de las mujeres en las escuelas, en el trabajo, en el gobierno y en las comunidade­s. En México, llegó la hora de las mujeres y las niñas.

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