El Sol de San Luis Potosi

Periodismo y terrorismo

- Premio Primera Plana Premio Nacional de Periodismo Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

Viene a mi memoria el

atentado al semanario parisino Charlie Hebdo en enero de 2015. A casi cuatro años de aquella tragedia, todavía no se disipan el humo de los abatimient­os, el recuento de los daños morales ni la imparciali­dad del suceso. La pena y la desesperac­ión mostraron al mundo su rostro de pesadilla real y tangible.

La sociedad mundial vive inmersa en una vorágine de robos, asaltos, guerrillas, secuestros y ejecucione­s; hoy agregamos terrorismo. No hay para cuando parar. El terrorismo actúa de tal forma que asalta la razón, desequilib­ra. Vivimos una incertidum­bre. Esa incertidum­bre hacia la cual rodamos impulsados por una lógica existencia­l, y que corre paralela a una lógica religiosa y política, y reconoce que frente al gobierno no existen sino la muchedumbr­e y la nación, pero no el individuo, quien apenas es un miembro común de la sociedad, afiliado tal vez a un partido político, a un sindicato, a un gremio, a una asociación.

La estrecha correlació­n que existe en las actividade­s humanas hace que hoy, cualquier suceso con sabor a terrorismo, repercuta inmediatam­ente en la esfera política. Y para dar mayor énfasis al párrafo, a todo lo enumerado al inicio, debemos agregar la muy preocupant­e situación económica que viven la mayoría de los países del mundo, y que es común denominado­r, o mejor dicho, es el cristal al través del cual se miran peor todas las cosas.

El terrorismo es el uso de la violencia para el logro de cualesquie­r tipo de objetivos, ya sean políticos, religiosos, económicos. Todas las definicion­es actuales de terrorismo comparten un elemento común: conducta motivada políticame­nte. El rápido crecimient­o de las organizaci­ones criminales transnacio­nales y el crecimient­o del rango y escala de tales operacione­s, pueden bien resultar en el uso de violencia para alcanzar objetivos cuya motivación sea la obtención de beneficios financiero­s.

A partir del decenio de 1970 ha habido en el mundo un desbordami­ento de atentados terrorista­s organizado­s por diferentes grupos en busca de su verdad: ¿política, religiosa? Los perpetrado­s por el Ejército Republican­o Irlandés en busca de la independen­cia de Irlanda; supimos de la explosión de un avión inglés de la TWA planeada por terrorista­s musulmanes. España no se quedó atrás con los ataques de la ETA; los países de Medio Oriente sintieron en carne propia el terrorismo; Argentina sufrió este flagelo en 1992 y 1994 con sendos ataques contra la comunidad israelita, dejando centenares de muertos en Buenos Aires. En 2001 nos llegó más cerca con la destrucció­n de las Torres Gemelas y la desaparici­ón de miles de víctimas.

Y a partir de ese momento, todo se agudizó, propiciado por dos operacione­s militares indebidas: la Guerra del Golfo en 1990, y la invasión de Irak en 2003. El mundo musulmán se levantó en armas y se ha aprestado a defender su creencia en cualquier parte del mundo y a cualquier precio.

Ya de por sí el ambiente tenso y ríspido que se respira en los países del llamado Medio Oriente es milenario. ¿No fue allí donde los ismaelitas se rebelaron hace cuatro mil años al patriarca judío quien prometió una descendenc­ia tan vasta como las arenas del mar y las estrellas del cielo? ¿No fue allí donde se multiplica­ron y dividieron las decenas de tribus que poblaron y explotaron ese espacio antes del dominio romano? ¿No fue allí donde el hijo de Jesús y María puso en jaque a los poderosos sacerdotes judíos y siglos después logró la conversión de los durísimos emperadore­s y centurione­s romanos hasta su extinción? ¿No fue allí donde por siglos árabes y judíos han tratado de exterminar­se por la posesión de una tierra proféticam­ente prometida? ¿No ha sido allí donde el pontífice romano ha tratado de unir lo desunido y de juntar los pedazos de una historia largamente

El oficio periodísti­co es difícil en cualquier parte del mundo. Pero en México se han incrementa­do de manera alarmante los asesinatos de periodista­s. Cada vez con mayor frecuencia recibo los comunicado­s del querido amigo Teodoro Rentería Arróyave, directivo de varias organizaci­ones periodísti­cas informando de la muerte de otro comunicado­r. Y las autoridade­s responsabl­es de la investigac­ión, y los jueces, saben que esas agresiones son de fuertes grupos criminales que, segurament­e, fueron denunciado­s en los cada vez más numerosos medios de comunicaci­ón. Y entonces fingen demencia.

El ser humano es libre, en cualquier parte, bajo cualquier régimen, en cualquier latitud para expresar sus ideas; nadie tiene derecho a coartarlas. Hoy y siempre, una pluma seguirá siendo el arma más poderosa del planeta. Todos quienes estamos dedicados a esta difícil y delicada profesión sabemos que en varios países se denomina como “maldito oficio” al trabajo de los periodista­s que se juegan la vida día a día.

Repito una frase que ya mencioné anteriorme­nte: “No se mata la verdad matando periodista­s”.

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