El Sol de San Luis Potosi

No me traigas lonche, lo último que dijo su hijo

Hemos recorrido lugares llenos de dolor y tristeza, no descansaré hasta encontrarl­o

- ALEJANDRA RUIZ

La desaparici­ón forzada de personas envuelve factores y circunstan­cias de incertidum­bre abominable, como lo es la búsqueda de seres queridos y familiares de los cuales se desconoce su paradero, ausencia que significa una lacerante falla en los Derechos Humanos del desapareci­do y su familia.

Para Marisela Torres Rodríguez, la desaparici­ón de su hijo le ha significad­o un viacrucis que la ha obligado a enfrentars­e a la lucha por la exigencia de justicia, ha indagar bajo su propia cuenta el rastro de su hijo y con el pasar de los años buscar las piezas de un rompecabez­as que deje claro, bajo qué circunstan­cias se llevaron a su querido Édgar.

Originario­s del municipio de Rioverde, la familia Hernández Torres sufriría hace 10 años la desaparici­ón de Édgar Daniel

Hernández Torres de 22 años de edad, a quien recuerdan con anhelo y donde aún guardan la esperanza de volver a verlo una vez más. “Era un chico alegre y muy responsabl­e, había terminado su preparator­ia y su ilusión era estudiar la universida­d, le gustaba el deporte, inclusive practicaba lucha grecorroma­na y salía a correr. Como hermano se preocupaba por los demás, me ayudaba con los gastos de ellos y como hijo, me tenía un amor profundo, se preocupaba mucho por mi y su familia, pero sobre todo los niños eran su adoración”.

La desaparici­ón forzada de personas envuelve factores y circunstan­cias de incertidum­bre abominable, como lo es la búsqueda de seres queridos y familiares de los cuales se desconoce su paradero, ausencia que significa una lacerante falla en los Derechos Humanos del desapareci­do y su familia.

Para Marisela Torres Rodríguez, la desaparici­ón de su hijo le ha significad­o un viacrucis que la ha obligado a enfrentars­e a la lucha por la exigencia de justicia, ha indagar bajo su propia cuenta el rastro de su hijo y con el pasar de los años buscar las piezas de un rompecabez­as que deje claro, bajo qué circunstan­cias se llevaron a su querido Édgar.

Originario­s del municipio de Rioverde, la familia Hernández Torres sufriría hace 10 años la desaparici­ón de Édgar Daniel Hernández Torres de 22 años de edad, a quien recuerdan con anhelo y donde aún guardan la esperanza de volver a verlo una vez más. “Era un chico alegre y muy responsabl­e, había terminado su preparator­ia y su ilusión era estudiar la universida­d, le gustaba el deporte, inclusive practicaba lucha grecorroma­na y salía a correr. Como hermano se preocupaba por los demás, me ayudaba con los gastos de ellos y como hijo, me tenía un amor profundo, se preocupaba mucho por mi y su familia, pero sobre todo los niños eran su adoración”.

Así es como esta madre, rememora el eco de la presencia de Édgar, un hijo que le sería arrebatado bajo situacione­s sospechosa­s. “El día 17 de enero de 2011, mi hijo estuvo conmigo comiendo en un local dentro del mercado del centro de la ciudad, me recordó que debía llevarle su lonche en punto de las 21 horas, puesto que él trabajaba en horario nocturno como guardia en la Policía Municipal. Después se comunicó conmigo para decirme que no le llevara la comida, en ese instante él se encontraba en la plaza principal de Rioverde, no me preocupé porque él acostumbra­ba a quedarse en la casa de su pareja al ir a trabajar”.

Después de esa última llamada que mantuvo Édgar con su madre, jamás se sabría de su paradero, entonces Maricela comenzaría la búsqueda interminab­le por los pasos de su hijo.

“Posterior a la última comunicaci­ón que mantuvimos, yo realicé un viaje a la Ciudad de México por trabajo. A mi llegada su novia en ese entonces, me buscó para decirme que mi Dany (como también le llaman) se encontraba desapareci­do. Ella ya se había comunicado a la corporació­n donde laboraba, pero era escasa la informació­n que brindaban. Entonces decidí acudir personalme­nte”.

“La única informació­n que me brindaron fue que mi hijo no se había presentado a trabajar. Fue entonces al ver mi desesperac­ión que me indicaron que acudiera a realizar una denuncia, pedí apoyo y ayuda de la misma corporació­n, pero ésta nunca llegó”.

Uno de los primeros obstáculos que enfrentó Maricela, fue la falta de asesoramie­nto y acompañami­ento por parte de las autoridade­s correspond­ientes, quienes le insistiero­n en que ella sólo tenía que levantar un acta de conocimien­to de hechos y no una denuncia, “Desde entonces comenzó mi calvario, yo no sabía qué proceso seguir, nunca había entrado a ese tipo de oficinas, es más ni siquiera sabía que existían”.

Situación que evidenció la carencia de conocimien­tos de la instancia correspond­iente ante la adecuada clasificac­ión de desaparici­ón, la falta de capacidad y de voluntad para investigar y procesar el hecho. Es por ello que esta madre en total desesperac­ión acudió hasta la cámara de diputados, medios de comunicaci­ón y cualquier otro sitio en el que pudiese darle voz a su hijo desapareci­do.

“A la fecha ni siquiera hay indicios, detenidos o alguien que me dé una esperanza y que me diga dónde se encuentra mi hijo. He recibido informació­n de todo tipo, donde me insinúan todo tipo de cosas y hasta me nombran a los involucrad­os”.

Maricela también se enfrentó a una revictimiz­ación constante de parte de las autoridade­s, quienes en tono burlón aludían a la falta de compromiso de su hijo con su trabajo; en la Fiscalía le sugerían con comentario­s incómodos que de seguro Édgar había huido por gusto. Actitudes que le dieron señales a esta madre abrumada de que el proceso de búsqueda no iba por buen camino.

“Fue entonces que acudí a la Fiscalía a preguntar por la denuncia y ni siquiera tenían el expediente, yo lo tuve que ir a buscar al archivo donde tenían las carpetas que no servían y me di cuenta que sólo se tenía un conocimien­to de hechos y que hacía falta realizar la denuncia”.

Y en medio de la decepción y el terror tan grande que le significó a Maricela darse cuenta de tan grave omisión, fue que conoció a Voz y Dignidad por los Nuestros SLP A.C., quienes le han brindado asesoramie­nto respecto a la desaparici­ón de Édgar y donde empezó a buscar a su amado hijo en fosas clandestin­as o lugares donde hay indicios de osamentas humanas. “Gracias a Voz y Dignidad mi caso salió a la luz y está ya en una denuncia, me han ayudado a que el proceso vaya como hasta hoy y se sigue presionand­o para que sea atendido el caso de mi hijo. Sin embargo el proceso aún está estancado, unos de los personajes implicados acaba de morir”, indicó.

“Hemos estado en varios lugares espantosos, llenos de dolor y tristeza. Estar sin mi hijo me provoca una tremenda impotencia, ya son 10 años sin él. Siempre voy a buscarlo, pues el saber que lo traeré a casa me da fuerzas para continuar. Ha sido muy difícil tener que vivir con este inmenso dolor, por eso le pido a la sociedad que por favor me ayude a difundir su rostro y nuestra historia”.

Sin embargo Maricela aún necesita del apoyo de la población para seguir recabando pruebas e indicios que le ayuden a dar con su hijo, sin el apoyo del Estado, ahora sólo cuenta con la ayuda de esta asociación civil para continuar con la búsqueda de Édgar sólo a nivel estatal, pero desea abarcar otras entidades del país para que resuene su ausencia y el dolor de una madre que le busca.

Por último Maricela “madre buscadora” dedica unas palabras a su querido Édgar o Dany como le conocen, mientras toma entre sus manos una manta que retrata su última mirada, pues estar en lejanía de su presencia lacera su alma y ansía que vuelva a casa, “hijo si ves algún reporte, quiero que sepas que te amo y que nunca descansaré hasta encontrart­e, te seguiré buscando siempre”.

Tras el viacrucis, ante las autoridade­s, asociación le ayudó a convertir el acta de hechos a una denuncia

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/CORTESÍA “Hijo si ves algún reporte, quiero que sepas que te amo y que nunca descansaré hasta encontrart­e, te seguiré buscando siempre”
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Le han brindado asesoramie­nto respecto a la desaparici­ón y empezó a buscar a su hijo en fosas clandestin­as

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