Una obra temprana y poco conocida de Goya
personalmente o bien a través de grabados", explicó la directora del Museo del Romanticismo, Carolina Miguel durante la presentación de la obra.
LA PIEDAD, UNA DE LAS POCAS OBRAS DEVOCIONALES DEL ARAGONÉS
Tanto por la temática y como por su tamaño de poco más de 83 x 58 centímetros sugieren que fue un encargo de algún eclesiástico o perteneciente a la burguesía zaragozana para cumplir una función devocional privada. Es posible que en el pasado formara pareja con otra obra: la Virgen con el Niño, de casi idénticas medidas.
A mediados del siglo XIX esta obra pertenecía a un canónigo por lo que permaneció en una colección de Zaragoza hasta su adquisición por un coleccionista particular de Barcelona en 2008. Salió a subasta en Madrid en noviembre de 2022, con un precio de salida de 3 millones de euros, sin obtener comprador. Fue un año después, en diciembre de 2023, cuando el Ministerio de Cultura español adquiere la obra por 1,5 millones de euros, y la destina a la colección permanente del Museo Nacional del Romanticismo, museo de titularidad estatal.. "La obra desprende un clasicismo italiano muy contundente. La figura de Jesucristo recuerda más a las obras de Miguel Ángel. Es una escena especialmente dramática en la que no faltan los clavos o la corona de espinas. De fondo se ve un paisaje que apenas tiene protagonismo, lo que aumenta la sensación de soledad de las figuras principales", destaca Carolina Miguel.
En enero de 1775, Goya partió hacia Madrid para pintar cartones para tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Su marcha a la Corte será un punto de inflexión en su carrera profesional, llegando a ser primer pintor de cámara en 1799.
La composición de esta Piedad se centra en las dos figuras protagonistas, esa madre niña, la Virgen María que sujeta en su regazo el cuerpo hercúleo de su hijo Cristo recién muerto, que todavía parece respirar. Por detrás, se aprecia una parte de la cruz y a los pies de las figuras encontramos símbolos de la Pasión: la corona de espinas, el cartel con el acrónimo INRI y los clavos de la crucifixión.
La disposición anatómica de Cristo, y aún más su postura, resulta un tanto artificiosa, así como la actitud de la Virgen, suplicante mirando hacia arriba, que recuerda -como decimos- sobremanera a La Piedà de Miguel Ángel. El gesto de la Virgen María, que extiende sus brazos con emoción contenida, recuerda también a La Pietà de Agostino Carraci (1579), obra que Goya conoció a través de ilustraciones. Sobre un fondo de penumbra, las impotentes figuras quedan resaltadas por un foco de luz blanca, externa al cuadro.