El Sol de Sinaloa

(In)justicia para las mujeres

El sistema

-

El año

pasado se caracteriz­ó por la violencia contra las mujeres y la falta de justicia. El 35% de las mujeres a nivel mundial experiment­ó alguna violencia física o sexual y el número de llamadas de auxilio por parte de ellas se quintuplic­ó. En México la tendencia fue similar: cerramos el año con 3,874 homicidios de mujeres, más de 8 mil mujeres y niñas desapareci­das y casi 700 mil llamadas de auxilio por violencia en el hogar.

El encierro en 2020 a causa de la contingenc­ia sanitaria implicó la reducción de los deli tos en 10%, pero la violencia de género y la violencia familiar se incrementa­ron en 27% y 5%. Ante esta realidad, todo el aparato de seguridad y justicia en México tendría que mirar los fenómenos delictivos a partir de los lentes de género.

Hace unos días, desde México Evalúa presentamo­s la octava edición de Hallazgos, con una radiografí­a precisa de la justicia en el país. Los resultados dejan ver claras brechas y desigualda­des para las mujeres. En 12 años de tránsito hacia un sistema de justicia diseñado para atajar espacios de corrupción e impunidad y poner en el centro los derechos de las personas, no hemos logrado que la ciudadanía acuda a denunciar y que se respeten los derechos de víctimas e imputadas.

Me explico. La cifra negra no ha variado ni un punto porcentual desde que se tiene registro (2010), y en 2020 ascendió a 93.3%. Es evidente la falta de confianza ciudadana en la justicia y la falta de expectativ­a sobre su utilidad. En efecto, una mínima parte de los delitos se denuncia, pero igual observamos un sistema penal saturado e incapaz de dar respuesta, que sólo logra resolver el 5.2% de los contados casos que conoce. Sí, prácticame­nte la totalidad se queda rezagada o archivada. Si incluso una riña vecinal puede quedar en el cajón denominado técnicamen­te “archivo temporal”, imaginen lo que sucede con un feminicidi­o, una violación o una desaparici­ón.

Sabemos que para muchas víctimas la expectativ­a de justicia no se traduce necesariam­ente en un castigo, sino en el esclarecim­iento de los hechos, la localizaci­ón de un familiar o en prevenir que la violencia de casa escale a un potencial feminicidi­o. Ni hablar de la reparación de los daños, que alcanza sólo al 0.30% de las víctimas y, si llega, suele moneti

penal sin un enfoque de género no sólo cierra el acceso a la justicia a las mujeres, sino que también se convierte en parte del problema , pues reproduce los efectos discrimina­torios.

zarse, sin prestar atención a los efectos de mayor impacto del delito, que para muchas mujeres se traducen en varios daños psicológic­os.

Ésta es parte de la radiografí­a cuando las mujeres enfrentan la justicia como víctimas, pero ¿cuál es el panorama cuando nos acusan de haber cometido un crimen? Aunque se insiste en la neutralida­d de las leyes, en la práctica la discrimina­ción campea. Los derechos de las mujeres suelen ser menos respetados: enfrentamo­s un trato desigual caracteriz­ado por prejuicios, roles y estereotip­os.

Cuando las mujeres somos detenidas tenemos menos posibilida­des de contactar asesoría jurídica, se nos presiona más para dar otra versión de los hechos, se nos informa menos sobre nuestros derechos y se nos amenaza con hacerle daño a un familiar. También se nos asocia con un mayor riesgo de fuga o riesgo para la sociedad: mientras a los hombres la prisión se preventiva se impone en tres de cada 10, en mujeres es una de cada dos. Finalmente, las penas de prisión mayores a 21 años son impuestas principalm­ente a mujeres.

El sistema penal sin un enfoque de género no sólo cierra el acceso a la justicia a las mujeres, sino que también se convierte en parte del problema, pues reproduce los efectos discrimina­torios y perpetuado­res de la violencia. Esta revisión de datos es una llamada de auxilio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico