El Sol de Sinaloa

Otis: consecuenc­ias para Mazatlán

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El desastre

ocurrido en Acapulco fue brutal. Las consecuenc­ias de la devastació­n causada por el huracán Otis todavía no se alcanzan a vislumbrar plenamente. Eso lo podremos saber con el paso de las semanas. No es materia de esta entrega hacer una crítica a las autoridade­s (Hay cientos de ellas en diferentes medios columnas). Tampoco analizarem­os las conductas de pobladores y sociedad civil frente a la tragedia. En está ocasión trataremos de analizar algunas de las consecuenc­ias del paso de Otis por el puerto guerrerens­e y que relación tiene con el puerto de Mazatlán.

El término "efecto mariposa" fue acuñado por el matemático y meteorólog­o Edward Lorenz, quien observó este fenómeno mientras realizaba simulacion­es meteorológ­icas en la década de 1960. Este efecto sugiere que pequeñas acciones o eventos en un lugar y momento específico­s pueden tener un impacto significat­ivo en el futuro, incluso en situacione­s aparenteme­nte no relacionad­as. Muy sugerente que ese concepto fuera diseñado por un estudioso del clima. Un huracán en Acapulco podría traer algunos cambios para Mazatlán. Dicho lo anterior, él puerto de Mazatlán tendría que estar en el área de influencia de las consecuenc­ias derivadas de los estragos de Otis.

Uno de los primeros efectos que Mazatlán tendría que sentir es el de la llegada de nuevas inversione­s. Acapulco tardará mucho en levantarse; sin embargo, la actividad turística no se detiene. Sí bien, Acapulco ya no era un destino que atrajera a los extranjero­s como destino de playa, los turistas del centro del país seguían asistiendo asiduament­e a esas playas. Muchos de ellos optarán por voltear a Cancún y la zona de la Riviera Maya como una nueva alternativ­a, sobre todo si consideram­os que tienen una cantidad considerab­le de vuelos

Los primeros efectos que Mazatlán tendría que sentir es el de la llegada de nuevas inversione­s. Acapulco tardará mucho en levantarse; sin embargo, la actividad turística no se detiene.

diarios rumbo a Quintana Roo.

Mazatlán cuenta con una ventaja y una desventaja en materia de traslado para los posibles turistas “chilangos”. La ventaja es la duración de los vuelos. Volar de la CDMX a Cancún requiere aproximada­mente 2 horas 15 minutos; por lo contrario, los vuelos de CDMX a Mazatlán tienen una duración de 1 hora 40 minutos. Estamos más cerca, aunque en el colectivo imaginario­s parezca que estamos demasiado lejos. La desventaja (enorme desventaja) es la falta de opciones para volar a Mazatlán. Hay muy pocos vuelos, insignific­antes comparados con los que van rumbo a Cancún. Ya no se diga de los precios que hay que pagar por volar a cada destino: Cancún es significat­ivamente más barato. El gobierno y hoteleros sinaloense­s tienen una enorme área de oportunida­d para aprovechar esa ventana que se abrirá en los próximos meses.

El Tianguis Turístico organizado tradiciona­lmente en Acapulco tendrá serios problemas para organizars­e en el 2024. Sin estar descartado todavía, será complicado que el Tianguis pueda llevarse a cabo después de los estragos de Otis. Sinaloa y Mazatlán ya organizaro­n ese vento en 2018. Fue todo un éxito. El reto y la premura de organizar un evento de esas dimensione­s no es sencillo; sin embargo, Mazatlán tiene la experienci­a, infraestru­ctura y experienci­a para levantar la mano como bateadores emergentes. De nueva cuenta, gobierno del estado y empresario­s deben empujar con todo para tratar de ser considerad­os como alternativ­a de sede en caso de no realizarse en Acapulco el afamado tianguis.

Las consecuenc­ias de Acapulco para Mazatlán deberían estar de la misma manera en verse en ese espejo. Los ataques de la naturaleza no se pueden prever, pero sí se pueden detectar con tiempo y actuar en consecuenc­ias. Sinaloa no cuenta con sistemas de radares avanzados para detectar de manera puntuales los movimiento­s de huracanes y fenómenos naturales de tipo criclónico. Dependemos casi en su totalidad de la informació­n brindada por el Servicio Metrológic­o Nacional y agencias extranjera­s (Centro Nacional de Huracanes en Estados Unidos).

Las consecuenc­ias de Acapulco para Mazatlán deberían estar de la misma manera en verse en ese espejo. Los ataques de la naturaleza no se pueden prever, pero sí se pueden detectar con tiempo y actuar en consecuenc­ias. Sinaloa no cuenta con sistemas de radares avanzados para detectar huracanes

En más de una ocasión, las lluvias atípicas nos han tomado por sorpresa causando inundacion­es y afectacion­es mayores. Afortunada­mente no hemos tenido fenómenos similares a los de Acapulco que nos tomaran por sorpresa y se desarrolla­ran con esa velocidad y magnitud. Estamos a tiempo de pedir al Ejecutivo y Legislativ­o local que comiencen a asignar partidas que nos permitan tener el mínimo de tecnología y personal profesiona­l para brindarnos de informació­n oportuna.

¿Usted qué opina, amable lector? ¿Qué otras consecuenc­ias puede observar de la tragedia de Acapulco heredadas a Mazatlán?

X: @juanordori­ca Facebook: juan.ordorica.1

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