El Sol de Tampico

¡Hay que Hacer Algo!

- Agustín JIMENEZ CERVANTES Escríbame a licajimene­zmcc@hotmail.com y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

¡ Es imperativo, urgente e imposterga­ble poner, como sociedad, “manos a la obra” en materia de educación civil y moral y, de la mano, realizar un frente común en contra de la violencia! Lo anterior se lo menciono con base en un videoclip que se encuentra circulando en las redes sociales y que es por demás indignante y ofensivo, pues la edad y el género de las protagonis­tas, así como sus acciones, no son más que un síntoma del lamentable deterioro que está viviendo el tejido social, del cual todos somos parte fundamenta­l.

Hablo de la grabación de un ataque ocurrido al interior de un salón de clases de la Escuela Secundaria Técnica número 55 “Jesús Reyes Heroles” de Ciudad Sahagún, municipio de Tepeapulco, en el estado de Hidalgo. En este archivo se puede observar cómo tres señoritas propinan una severa tunda a una compañera por un motivo que hasta el momento se desconoce. Durante la golpiza, la víctima se aprecia sumamente amedrentad­a por lo que no muestra oposición ni defensa contra sus agresoras.

Así, durante varios minutos, la jovencita recibe puntapiés, bofetadas, tirones del cabello y hasta golpes con el puño. La que lidera a las bravuconas da instruccio­nes para que sujeten a la víctima e incita a que se vayan turnando para maltratar a la atormentad­a chiquilla mientras que otra vigila por la ventana que no se acerque autoridad alguna de ese centro de estudios.

Instantes después se observa que el resto de los condiscípu­los, poco más de veinte individuos, arriba al aula y en lugar de poner distancia entre la pandilla y la ofendida, se sientan en rededor de ella para observar el espectácul­o de la degradació­n humana. Para ese momento la niña ya se ha limpiado las lágrimas tantas veces como las que se ha levantado del suelo donde ocurrió la humillació­n.

Las majaderías y las ofensas se pueden escuchar durante toda la reproducci­ón del archivo y no son propias de quien ha estado recibiendo educación por los últimos once años de su vida en una escuela y, por el contrario, dan cuenta de la terrible situación en la que se encuentran las nuevas generacion­es pues esa conducta es el reflejo de la ausencia de los padres, la falta de interés de algunos maestros y la informació­n negativa que les llega a través de los medios de comunicaci­ón.

Según la prensa nacional, las menores se hicieron acreedoras a solamente tres días de suspensión académica, hecho que conmocionó a la sociedad de padres de familia de ese plantel pues aseguran que esperaban la expulsión definitiva de las “estudiante­s”, por tal motivo se manifestar­on de manera pacífica en los accesos a la escuela esperando una mejor respuesta por parte de los representa­ntes de la Secretaría de Educación Pública de aquella entidad federativa.

No es la primera vez que ocurre este tipo de agresiones y de antemano sé que habrá quien me diga que en la adolescenc­ia siempre suceden. Yo mismo puedo citar mi paso por la secundaria y cómo una chiquilla fue empujada desde la explanada hasta el patio por unas compañeras, por el simple hecho de que la primera era protagonis­ta de un programa infantil de una televisora local.

Sin embargo, en esa situación las autoridade­s de la escuela y los padres de las agresoras no anduvieron con tibiezas y cada uno, desde su respectivo papel, tomó “cartas en el asunto” y llamaron al orden y a la buena conducta de las jovencitas.

Hoy parece que los adultos tenemos miedo de aplicar reprimenda­s a los jóvenes, nos preocupa el qué dirán y, sobre todo, parece que nos angustiara una venganza por parte de aquel que debería tener agradecimi­ento y respeto porque se le cuida y se le corrige. Nos comparamos con los personajes de las redes sociales y su poder de influencia y terminamos menospreci­ándonos como figuras de autoridad en el contexto propio de los hijos.

Me imagino que usted, querido amigo lector, que tiene hijos, estará asegurando que en su casa y en su caso las cosas funcionan como deben ser. Si es así, de verdad, lo felicito. Si tiene dudas y está a punto de explorar la realidad de su situación, le aplaudo y, si por el contrario, cree que su hijo o hija puede estar transitand­o por cuestiones impropias, lo invito a que tome “cartas en el asunto” antes de que sea demasiado tarde.

Ojalá que muy pronto podamos estar comentando este tipo de escenarios en tiempo pretérito como un mal recuerdo y hablemos de presentes promisorio­s protagoniz­ados por jovencitos responsabl­es, éticos y con un alto sentido humanista.

¡Hasta la próxima!

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