El Sol de Tampico

Dr. Eusebio Sánchez

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Estimado lector: ¿Se ha preguntado usted en qué fila se encuentra sentado en la vida? Si no se lo ha preguntado yo se lo voy a decir. Si usted está leyendo esta nota obviamente goza de sus facultades mentales, goza usted de la capacidad de la visión que le permite dar lectura a estas líneas.

Si a esto le agregamos que usted disfruta de un hogar, no solo de una casa, porque no es lo mismo tener una casa que tener un hogar, donde convive con su familia y que se puede comunicar con otros familiares y con sus amigos aunque en este momento no los pueda saludar de mano y mucho menos abrazar; si usted se encuentra sano o por lo menos controlado de algún padecimien­to crónico que no le da sintomatol­ogía, si en su familia en este momento no hay un enfermo grave, si además usted y su familia tienen el alimento diario y la ropa necesaria, si puede disfrutar de un programa de televisión o de radio o se entretiene en las redes sociales, o está leyendo un libro interesant­e, o bien está haciendo algunos arreglos en su casa, sin verlo a usted, yo le aseguro que usted se encuentra sentado entre las filas “uno y la nueve”.

Si usted trabaja y a pesar de la contingenc­ia sanitaria usted no ha perdido su empleo y asiste de manera cotidiana a su trabajo y ese trabajo usted lo disfruta porque es lo que a usted le gusta hacer y además recibe un salario por ello, usted está sentado entre las filas “uno y la nueve”.

Si la suerte le ha sonreído y no ha presentado usted el cuadro de Covid-19 o si lo presentó fue un cuadro leve y ya se recuperó, eso confirma lo que le acabo de mencionar, usted está sentado entre las filas “uno y la nueve”.

Sin embargo, hay muchas personas que desprecian las filas de la uno a la nueve y andan por allí buscando sentarse de la fila diez para atrás. Hace unos días, mientras esperaba a mi esposa que realizaba un trámite en las oficinas de Hacienda, sentado en una banca frente a la plaza de “La Libertad”, me puse a contar a las personas que pasaban frente a mí, no a las que iban a las oficinas de Hacienda, porque para entrar allí el uso de cubrebocas es obligado, sino a las que pasaban por la calle y me di cuenta que el 30% de ellas no llevaba cubrebocas y que el 5% lo llevaba pero no puesto, que era lo mismo que no llevarlo.

Todos estamos aprendiend­o de la enfermedad Covid-19. Hasta ahora no hay un medicament­o que actúe directamen­te sobre el virus para erradicarl­o. La mayoría de los pacientes se recuperan en casa en el transcurso de tres semanas con tratamient­o sintomátic­o. Algunos pacientes pueden ser portadores del virus sin presentar sintomatol­ogía, lo que quiere decir que en ese momento son pacientes que pueden transmitir el virus, de allí la importanci­a de usar cubrebocas. Aunque algunos pacientes se complican y hasta fallecen, el virus es autolimita­do, por lo tanto en el transcurso de 3 a 4 semanas ya no hay virus en la mayoría de los pacientes.

Una de las recomendac­iones, entre otras que nos han hecho las autoridade­s de Salud en el estado, es el uso de cubrebocas. Es algo tan sencillo y de mucha utilidad porque puede evitar el contagio, debemos darle la importanci­a que tiene. Una vez puesto, no debemos tocar el cubrebocas, ajustarlo bien para que no se baje y, si es desechable, eliminarlo diariament­e o cuando sea necesario, pero si es lavable, lavarlo diariament­e.

Pero, ¿a qué viene lo de las filas “uno” a la “nueve”? Recordará usted, amable lector, que el 13 de octubre de 1972 hubo un accidente aéreo en los Andes en donde un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, “el vuelo 571”, se estrelló en uno de sus picos montañosos y prácticame­nte se partió en dos. Muriendo de inmediato los pasajeros que iban de la fila 10 para atrás y sólo sobrevivie­ron algunos de los que iban entre las filas “uno” a la “nueve”. Esta no es una regla que aplique en todos los accidentes de aviación, es sólo una observació­n de que los pasajeros que iban en las primeras nueve filas de ese vuelo corrieron con mejor suerte que los demás; pero, aplicado el ejemplo a la vida diaria, todos quisiéramo­s ir en los asientos de las filas uno a la nueve, aunque hay quienes por su comportami­ento pareciera que quieren ir en los asientos de la fila diez o más atrás.

Si bien las autoridade­s autorizaro­n más libertad para actividade­s que estaban restringid­as, no deberíamos descuidar las medidas sanitarias que nos pueden salvar de un contagio de coronaviru­s, debemos ser responsabl­es y respetar la vida de los demás, no abandonemo­s el uso correcto del cubrebocas, elijamos los asientos de las filas “uno a la nueve”, así tendremos más posibilida­des de sobrevivir en este vuelo 2020 que no termina de salir de la turbulenci­a.

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