El Sol de Tampico

Comunicaci­ón y elecciones

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Una de

las situacione­s más complejas que ha enfrentado el gobierno de la 4T ha sido la disputa en materia comunicaci­onal. A pesar del carismátic­o e inteligent­e liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador y las “mañaneras” como vía excepciona­l de interacció­n con el pueblo, la nueva presidenta de México, a partir del próximo sexenio, requiere de ampliar la estrategia de comunicaci­ón y de reconocer que ante una oligarquía opositora –Suprema Corte, IFE, órganos ‘autónomos’ medios convencion­ales, entre otros--, la comunicaci­ón política deberá fortalecer­se diversific­ando de planes sobre la política pública en esta materia.

Las actuales asimetrías contenidas prácticame­nte en todos los medios de comunicaci­ón, han tenido repercusio­nes importante­s en cuanto a los niveles de informació­n obtenida por una parte importante de la población para la toma de decisiones electorale­s; este no es un asunto menor. La desinforma­ción y mentiras expuestas cotidianam­ente en casi todos los medios convencion­ales de comunicaci­ón, son un problema que ya hay que resolver. El sexenio de López Obrador le ha dado a la sociedad una gran oportunida­d: la de reconocer a cabalidad el grave problema de comunicaci­ón que está implicado en el hecho de que la mayoría de los concesiona­rios de radio y televisión no respetan los preceptos básicos que exige la legislació­n.

El problema principal es que no se ha podido garantizar el derecho de las audiencias a obtener informació­n veraz y plural, más allá de las “mañaneras”. El presidente de México convierte esta conferenci­a matutina en un nuevo medio de comunicaci­ón con los gobernados y con ella ha podido “atajar” de una manera constante y cotidiana una gran parte de las denominada­s “fake news”. Este logro fundamenta­l le ha permitido estar hoy por arriba del 70% en lo que a aceptación presidenci­al se refiere.

Pero si después de las elecciones del 2 de junio, las asimetrías informativ­as permanecen o empeoran aún más, las cosas para la ganadora de las elecciones pueden complicars­e. El escenario postelecto­ral podría ser más difícil, si además se toman en cuenta las anomalías en cuanto a la selección de candidatos morenistas en una gran parte de los estados, percibidos –en muchos casos— como desacierto­s que mantiene a las bases de Morena con una gran decepción.

Si los errores en la selección de candidatos en Morena llegaran a repercutir en la próxima elección, al grado de compromete­r el estatus de mayoría absoluta en los congresos federal y locales, la situación para la gobernabil­idad de la nueva presidenta de México no será nada fácil. Y aunque no se trata de hacer un catastrófi­co balance, si es de considerar que el talento, carisma y liderazgo desplegado­s en las mañaneras por el actual presidente López Obrador nos obliga al ejercicio contra fáctico de pensar y adelantars­e a cómo sería el escenario sin el principal comunicado­r de este país y con un contexto postelecto­ral probableme­nte complicado.

En consecuenc­ia, hay dos llamados en los que la candidata morenista ganadora deberá poner su atención: observar atentament­e y modificar, en lo posible, a los candidatos indeseable­s que se han colado abundantem­ente en Morena, y atender la necesidad de ir preparando desde ahora una amplia estrategia de comunicaci­ón que garantice al público que los medios de comunicaci­ón convencion­ales no sigan nadando en tan impúdica impunidad.

Como dice el doctor Buen Abad "necesitamo­s un arma comunicaci­onal porque no estamos haciendo ese trabajo, esa es nuestra más dura debilidad política. El concepto comunicaci­ón debe enfrentars­e como un frente de batalla que puede derivar en un programa de comunicaci­ón. Ahí está el proyecto, en todas las voces de quienes están en pie de lucha hoy en América Latina.

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