El Sol de Tijuana

¡ Abrázame!

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como dice Joaquín Sabina en una de sus rolas más conocidas: “La vida no es un block cuadricula­do”… eso es. La vida no es todo orden, todo esquemátic­o, todo el Manual de Carreño; todo siguiendo una línea y llenando cuadritos de lo vivido y vacíos por lo no hecho...

Sí es un ir y venir a lo largo del tiempo; es un encuentro y desencuent­ro constante: es el ser y la nada, diría Jean Paul Sartre; es reír de felicidad a raudales y de pronto sumergirse en la tristeza más profunda y más dolorosa; es bailar feliz como un príncipe un día y otro día, quizá, como perrito bailarín cuando las cosas no son lo que uno pensó…

… Es caminar abriendo puertas para encontrar lo más deseado, lo más querido, lo más necesitado. Algunas de esas puertas se abren, otras de plano están selladas, ahí es inútil todo esfuerzo y es mejor alejarse…: Pero es la vida y, al final, lo que uno más quiere es la felicidad, así de simple.

Y cada uno habla de la vida según le va en la feria y su jugada; en la rueda de la fortuna que ‘gira-gira’; en los dardos y el circulito movible. Y cuando se tiene esa felicidad anhelada uno brinca de gusto, de contento, de alegría, de satisfacci­ón, de miradas al infinito entre suspiro y suspiro con ese hálito de satisfacci­ón porque al fin se tiene lo que se quiere, para siempre…

En todo caso, el ser humano necesita ser apapachado y apapachar. Necesita que le digan: te quiero-te necesito-me haces falta-me encanta verte-me da gusto que estés aquí-si no estás se siente feo-feo-feo-. Y entonces se necesita recibir muestras de amor-afecto-solidarida­d; de ser y estar.

Lo mismo que cuando uno aprecia a otra persona-la quiere-la necesita-le urge mostrarle afecto-cordialida­damor-cariño-solidarida­d-amistad… Y entonces está ahí la muestra inevitable…

Es que, para todo eso, los seres humanos encontraro­n un remedio infalible. Un remedio que no cuesta nada y que sí da mucho. Es un abrazo. ¡Sí, señor! Así, simple y sencillame­nte un abrazo. ¿A poco usted no ha sentido a todo dar cuando le dan un abrazo? ¿O cuando usted da un abrazo con todas las ganas del mundo?

Bueno, pues todo este rollo mareador viene porque el 21 de enero de cada año es el Día Mundial del Abrazo. ¿Quién lo inventó? Por ahí alguien en Estados Unidos que descubrió que necesitaba que lo apapachara­n y necesitaba apapachar y por tanto decidió que debería haber un día en el que todos los seres humanos se dieran un abrazo. ¿Lo sabía usted? Yo no. Apenas me enteré…

Esto del “Día Mundial del Abrazo” suena simpático y es bueno. Dar abrazos es saludable. Muy saludable para todos. De hecho, no existe una mejor manera de expresar cariño y afecto que a través de un abrazo. Porque los abrazos no sólo nos hacen sentir bien, sino que su efecto va más allá de

Oun sentimient­o cálido: es saludable para el cuerpo y para el alma. Los abrazos disminuyen los niveles de estrés y ansiedad: Cuando una persona ha tenido un día difícil, un abrazo le puede ayudar a relajarse y sentirse segura. Con tan solo un abrazo se puede cambiar el día entero.

Además: Según los sabios en abrazologí­a, los abrazos bajan el ritmo cardiaco y la presión; mejoran el ciclo de sueño; mejora la autoestima; reduce el dolor –si se está enfermo–; mejora la relación entre humanos.

¿Qué es un abrazo? Los antiguos mexicanos, los de prehispani­a, le llamaban apapacho, porque es, decían, “una caricia con el alma”. En un apapacho se juntan dos corazones como muestra de entrega y recepción de afecto.

La Real Academia de la Lengua lo dice así: “abrazo, 1. m. Acción y efecto de abrazar (estrechar entre los brazos). Sin.: estrujón. 2. m. Acción y efecto de abrazar (ceñir con los brazos).

‘El abrazo –dicen los libros– es una muestra de amor o un saludo, que se lleva a cabo con los brazos alrededor de la persona a la que se brinda el gesto, apretando o constriñen­do con fuerza y duración variables’.

En todo caso, cuando uno abraza a quien se quiere, todo se convierte en pirotecnia, luces en el infinito y en el cielo se juntan el sol, la luna, las estrellas, los asteroides…

Por supuesto hay distintas formas de abrazo. No todas son para gritar y brincar de felicidad, no, para nada. Los ha de distinta forma, con distinto sentido, con diferente intensidad y objetivo.

Los hay esos que se dan por puro compromiso, si es que se les puede llamar abrazo; los hay por protocolo, como cuando uno dice unas palabritas en un foro y termina y todos nos aplauden aunque no nos hayan escuchado o entendido; o cuando se recibe un premio o un regalo y se acostumbra dar un abrazo, así como de paso.

O incluso hay abrazos que son advertenci­a, como cuando te abrazan y te quieren tronar el esqueleto para mostrar fuerza, autoridad y “mira con quien estás hablando”. Como en la película de Pedro Infante y

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