FAYE WEBSTER Su verdadero discurso es la música
Aveces las cosas no salen como uno espera. Desde la torta que pediste ayer, esperando que fuera una delicia y terminó siendo una rara mezcla de pierna insípida y aguacate inmaduro, hasta los más estrambóticos proyectos que nacen de una simple idea sin mayor ambición.
Así fue mi charla con Faye Webster, joven promesa de una nueva generación que a veces parece tener flojera para tomar una guitarra y expresar una idea.
La cantautora estadounidense me recibió en su casa de Atlanta, ciudad en la que vive por ser una irredenta fan del equipo de beisbol local, donde ha conseguido hasta cantar el himno de Estados Unidos en uno de sus partidos.
Mi primera duda es de dónde salió el título de tu sexto disco, Underdressed at the Symphony, a lo que ella responde:
“Fíjate que mientras grababa el disco, resultó que quedaba muy cerca de mi casa la Orquesta Sinfónica de Atlanta, por lo que estuve asistiendo a varios de sus conciertos y de alguna manera esas visitas formaron parte del proceso del disco, porque sirvieron como un hilo conductor de muchas cosas alrededor”.
¿Y que escuchaste en ese lugar? Sé que es una muy buena sala y que la orquesta es una de las principales de Estados Unidos (Por cierto, su actual directora es por primera vez una mujer, llamada Nathalie Stutzmann).
Mira, en realidad significó una verdadera terapia para mí, porque era como ir al supermercado o a tomar un café, ya que es muy fácil llegar caminando desde mi departamento.
¿Te gusta la música clásica?
Sí me gusta, pero puedo decir que me gusta mucho más la música para piano… Conciertos para piano o compositores como Debussy, Satie o Chopin.
Oh, veo que realmente te gusta la música clásica.
Pero es que yo busco desordenadamente y encuentro algunas veces cosas fascinantes, pero no recuerdo los nombres de los compositores ni las obras.
Escuchando tu nuevo disco, noto un carácter muy sensual y muy orientado hacia el pop.
Yo creo que los tres discos pasados son muy parecidos… (y guarda silencio).
¿Crees que ese factor de sensualidad sea la principal diferencia con los anteriores?
(Hace una pausa)… Sí.
En este momento de la entrevista, el ambiente se pone raro. Parece como si la artista estuviera indiferente, aburrida o simplemente sin ganas de abundar en sus respuestas.
Entonces recuerdo que ella ha trabajado en el legendario estudio Electric Ladyland, construido por Jimi Hendrix y donde han grabado leyendas de la música desde Led Zeppelin hasta Beck, pasando por Stevie Wonder y David Bowie, lo cual me puede servir para retomar el hilo de la charla, pero su respuesta se limita a decir:
“Es un gran lugar, muy cool”. Le pregunto sobre las características del estudio y le pido que me cuente sobre la experiencia de grabar ahí o si sucedió algo extraordinario durante su estancia en un lugar tan emblemático como ese.
“Es un lugar muy cómodo, nos la pasamos muy bien con mi banda”.
¿Y donde grabaste el anterior?
Lo hicimos en Sonic Ranch, que está cerca de El Paso, en un lugar muy, muy grande…
“Me encanta la música para piano, porque es calmada y bella… Yo creo que, como no puedo tocarla, por eso me fascina”
A UNOS DÍAS DEL LANZAMIENTO DE SU QUINTO DISCO DE ESTUDIO, UNDER DRESSED AT THE SYMPHONY, LA CANTAUTORA HABLA DE SU AFICIÓN POR LA MÚSICA CLÁSICA Y DE CÓMO LA CERCANÍA CON ESTA TERMINÓ INFLUYENDO A ESTA GRABACIÓN, LA CUAL SALDRÁ A PRESENTAR POR ESTADOS UNIDOS Y EUROPA ESTE MISMO AÑO
Ese estudio es ahora muy famoso, ¿no?
Sí.
¿Cómo fue para ti estar rodeada de diferentes tipos de culturas y personas, como sucede comúnmente en El Paso, Texas?
El hecho de estar en El Paso fue una situación medio loca, porque sólo estábamos seis de mis músicos y yo, solos en un inmenso rancho mientras grabábamos, aunque eso nos sirvió mucho para realmente enfocarnos, sin ninguna interrupción.
Faye Webster es un caso peculiar de una artista que con férrea voluntad por hacer música logra superar las posibles faltas de educación musical, llegando a producir cinco discos gracias a una carrera que comenzó muy temprano y en la que ha tenido la suerte de ser mencionada por gente tan influyente como Barack Obama como una de sus preferidas.
Una vez más, intento darle la vuelta a la plática preguntándole cuál fue su track favorito de esta nueva producción. “¿Dime… cuál fue el tuyo?” “Feeling Good Today”.
Wow… El mío también.
Creo que es una canción que tiene una muy buena letra y también buena vibra, pero hablemos de otra canción, por ejemplo “But Not Kiss”.
No recuerdo cómo es que me sentí completamente romántica cuando la hice, creo que quería hablar de algo que siempre pensamos pero que no lo decimos.
Con férrea voluntad, Webster logra superar las posibles faltas de educación musical para llegar a producir cinco discos en una carrera que comenzó muy temprano
¿Fue difícil experimentar el amor durante el Covid?
¡Esa es una pregunta muy complicada! No sé… Para mí fue muy útil la música, digamos que para salir del proceso.
¿Has encontrado en la música para piano, digamos en alguien como Schumann, algo especial en estos tiempos para sobrellevar los tiempos difíciles?
Me encanta, porque es música calmada y bella… Yo creo que mucho tiene que ver que, como no puedo tocarla, por eso me fascina.
¿Pero por qué no lo puedes, si haces música?
¡Es que no sé nada sobre teoría musical y por ende no sé tocar el piano para nada! Toco solamente la guitarra.
Claro, pero creo que tienes lo más importante, que es el deseo, el impulso de hacer música. Por ejemplo, ¿qué escucharás esta noche?
Yo creo que escucharé algo de Ryuichi Sakamoto.
Y con esta mención, me hace pensar que podemos darle una vuelta de 180 grados a la conversación, porque conocí personalmente al gran músico japonés y lo considero un genio musical, así que le pregunto que si hiciera una cover de Sakamoto, cuál sería…
“Merry Christmas Mr Lawrence”.
¿Y a quién le dedicarías más covers? A Glenn Campbell.
A partir de esa parte, todas sus respuestas se limitan a simples monosílabos. De pronto, en forma súbita, da por terminada la entrevista, argumentando que tiene otra charla que atender.
Y entonces me quedo pensando sobre lo profunda o volátil que puede ser una plática, incluso a miles de kilómetros de distancia, con un desconocido que intenta descubrir algún rasgo o algo de lo humano que descubrimos todos cuando vemos a alguien a los ojos.
Y yo mismo me respondo que mucho depende de la generación y de cada persona, porque cuando hay desidia o desinterés, siempre está la opción de seguir siendo creativo y quizá quedarte callado.