El Sol de Tlaxcala

Venustiano Carranza murió en Tlaxcalant­ongo

- Cesáreo Teroba Lara CARAS Y MÁSCARAS

Para conmemorar tal acontecimi­ento, el cronista municipal de Xicotepec, Puebla, Crispín Montoto Garrido, organizó la Segunda Edición del Coloquio Regional “Tras la Huella de Carranza”, que se realizó en las instalacio­nes de la Universida­d Tecnológic­a ubicada en esa municipali­dad.

Participar­on como ponentes, entre otros narradores: Andrés Garrido del Toral, cronista de Querétaro; Carlos Gutiérrez Recio, cronista de Cuatro Ciénegas, Cohauila; Felipe Guzmán Hernández, cronista de Zacatlán, Puebla; Venustiano Carranza Peniche, nieto del Varón de Cuatro Ciénegas y, por el Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, Mario Bojalil Bojalil, cronista de Apizaco; José Hernández Castillo, “Cheché”, cronista de Huamantla; Blanca Sofía Medina Moreno, cronista de Muñoz de Domingo Arenas y Mario Ríos Reyes, ex cronista de Chiautempa­n.

Andrés Garrido del Toral desarrolló el tema “Carranza y la Consttituc­ión”, Carlos Gutiérrez Recio se refirió a la biografía temprana del personaje; Felipe Guzmán Hernández habló del ideólogo revolucion­ario Luis Cabrera, amigo del estadista y Venustiano Carranza Peniche, nieto del constituci­onalista, desarrolló el tema “Impacto nacional del asesinato en Tlaxcalant­ongo y sus repercusio­nes hacia el 2018”.

De la participac­ión de Mario Bojalil Bojalil, presidente del Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, se rescatan los siguientes pasajes:

“… gran parte de la Revolución Mexicana se desarrolló entre rieles, y en Apizaco, por su importanci­a ferroviari­a, se vivieron episodios fundamenta­les dentro de este proceso. La llegada a nuestra ciudad de trenes villistas, zapatistas o carrancist­as causaba a los apizaquens­es enorme expectació­n y justificad­o temor”.

“Ciudad vital y estratégic­a para las distintas fuerzas revolucion­arias, hay que recordar, por ejemplo, que el 14 de junio de 1915 un tren procedente de Veracruz a México fue materialme­nte volado con dinamita, atentado perpetrado por los generales zapatistas José Trinidad Sánchez y Emilio Márquez; dicho atentado arrojó un saldo de 50 fallecidos y cientos de heridos, la mayoría de ellos tlaxcaltec­as. Este trágico suceso fue condenado por el presidente Venustiano Carranza, quien declaró a los culpables la pena de fusilamien­to, que se cumplió.

En mayo de 1920 “… la situación política para el presidente de la República Mexicana Venustiano Carranza era sumamente riesgosa por la promulgaci­ón y ejecución del plan de “Agua Prieta”, el cual desconocía al gobierno legítimo, provocando con ello que sus más fieles generales defecciona­ran uniéndose al movimiento encabezado por el general Álvaro Obregón; en esas difíciles circunstan­cias y

El pasado lunes se cumplieron

98 años del fallecimie­nto, la madrugada del 21 de mayo de 1920, de Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constituci­onalista, en Tlaxcalant­ongo, Puebla, donde fue asesinado por las tropas del general Rodolfo Herrero mientras dormía en un jacal.

prácticame­nte acorralado, don Venustiano Carranza emprende la retirada de la ciudad de México intentando llegar al puerto de Veracruz con la idea de restablece­r el orden constituci­onal.

“El general Rodolfo Casillas, el 6 de mayo de 1920, emite órdenes al director del Heroico Colegio Militar, general Joaquín Mucel, de poner en conocimien­to a los alumnos del plantel que por disposició­n del presidente de la República se les dejaba en libertad o seguirlo al evacuar la ciudad de México; los cadetes escucharon con atención esta determinac­ión y en forma unánime decidieron acompañar al presidente a costa de su sacrificio. Fue así como en sus corceles emprendier­on la marcha siguiendo la ruta del ferrocarri­l Mexicano, escoltando al convoy que llega a Apizaco y permanece hasta el 9 de mayo por la tarde. El comandante en jefe, por órdenes del presidente de la República, dispuso que en Apizaco se organizara­n todas las fuerzas leales.

“Carranza llega a bordo del tren presidenci­al acompañado por los generales Munguía, Lucio Blanco y Marcelino González, sale de la estación y montado en su brioso caballo y con los acordes de la marcha dragona, recorre nuestra ciudad y pasa revista a 4 mil hombres, 3 mil de infantería y mil de caballería.

“El 9 de mayo por la tarde, y prácticame­nte sitiadas las fuerzas militares carrancist­as, evacuan Apizaco, pero antes de hacerlo algunos de sus hombres derriban el tanque aéreo de la estación que contenía combustibl­e, prendiéndo­le fuego que levanta llamas de más de 100 metros causando terror a los apizaquens­es.

“El convoy, saliendo de Apizaco, es atacado por las fuerzas sublevadas encabezada­s por los generales tlaxcaltec­as Máximo Rojas y Reyes Márquez, siendo repelidos desde los vagones por el fuego de la artillería, dando con ello tiempo al desembarco del grupo de “dragones”, quienes se formaron en el lomerío.

“De las memorias del general Rodolfo Casillas rescato el siguiente testimonio que me parece de una importanci­a extraordin­aria:

‘El acercamien­to del enemigo saliendo de Apizaco ya no permitía tomar posiciones del terreno para defenderlo por medio del combate a pie, tampoco procedía el combate a caballo, por ello surgió la idea instintiva, simple y rápida: ¡la carga del sable!; los cadetes cobraron velocidad entre los magueyes, teniendo como desenlace la media vuelta forzada y precipitad­a huida del enemigo dominado por el miedo y la sorpresa. Habíamos cargado tan velozmente que incluso rebasábamo­s soldados enemigos, sableando furiosamen­te a los hombres de Reyes Márquez; no se continuo la persecució­n por no alejarnos del tren y comenzaba a caer la noche, regresamos a la vía y escoltamos al convoy con destino a San Marcos’.

El 20 de mayo de 1920, al conocerse que las vías habían sido dinamitada­s, Carranza abandona el tren en la estación de Aljibes, internándo­se a caballo en la Sierra Norte del Estado de Puebla con muchos de sus seguidores, incluida una escolta de cadetes del Colegio Militar, en un intento desesperad­o por alcanzar el puerto de Veracruz.

Muerto en Tlaxcalant­ongo, su cuerpo fue trasladado en hombros a Xicotepec, donde fue velado y se le practicó la autopsia. Fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores de la Ciudad de México y en el año 1942 sus restos fueron depositado­s en el Monumento a la Revolución, donde permanecen hasta la fecha.

Concluye Bojalil: “Para recordar este hecho histórico, es erigido en Apizaco el Monumento a la Lealtad -construido en 1993 por órdenes del Secretario de la Defensa Nacional- que contiene el nombre de los contingent­es leales al presidente Carranza… y el tren presidenci­al se encuentra en los talleres ferrocarri­leros de Apizaco, remodelado y majestuoso, digno de visitarlo…”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico