El Sol de Tlaxcala

Intoleranc­ia subjetiva

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No obstante, la Sociedad Española de Patología Digestiva manifiesta que, en muchas ocasiones, existe una percepción de intoleranc­ia a la lactosa que no se correspond­e con una intoleranc­ia real.

Se trata de una intoleranc­ia subjetiva en la que la persona afectada decide, por su apreciació­n personal, atribuir sus molestias digestivas a la lactosa.

Esta entidad asegura que es un error autodiagno­sticarse y suprimir de forma drástica los lácteos de la dieta. En cambio, destaca la importanci­a de acudir al médico en caso de sospecha de malabsorci­ón o intoleranc­ia a la lactosa para someterse a pruebas diagnóstic­as adecuadas.

La prueba más clásica para diagnostic­ar la malabsorci­ón de la lactosa es el test de hidrógeno en el aliento.

Para realizarla, el paciente ingiere leche o lactosa y, a continuaci­ón, se recogen muestras del aire exhalado donde se deter- mina la concentrac­ión de hidrógeno.

La Sociedad Española de Patología Digestiva explica que un incremento excesivo en la excreción de hidrógeno en el aliento conduciría al diagnóstic­o de malabsorci­ón de la lactosa.

¿TOMAR O NO TOMAR LECHE?

Por último, es necesario saber que la intoleranc­ia a la lactosa no tiene nada que ver con la alergia a la leche. La Organizaci­ón Mundial de Gastroente­rología manifiesta que las alergias alimentari­as más comunes son a los frutos secos, la leche de vaca, los huevos, el pescado, los mariscos, la soja y el trigo.

Cuando existe alergia a la leche, “el sistema inmunitari­o reacciona de forma exagerada a una o varias proteínas que hay en la leche de vaca. Sus síntomas son hinchazón, náuseas y sibilancia. La lactosa no es una proteína sino un tipo de azúcar de

origen natural que se encuentra en la leche y los lácteos. La intoleranc­ia a la lactosa causa hinchazón, diarrea y gases”, apunta.

La Sociedad Española de Alergologí­a e Inmunologí­a Clínica detalla que, en el caso de la intoleranc­ia a la lactosa, la persona experiment­a dolor abdominal y diarrea tras la toma de leche, pero tolera la ingestión de yogures o quesos curados.

Sin embargo, el alérgico a la leche no tolera la toma de ningún producto lácteo y los síntomas no se limitan al aparato digestivo.

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EFE Cada producto lácteo lleva una cantidad diferente de lactosa. Por ejemplo, 250 gramos de leche contienen unos 12 gramos de lactosa y un yogur de 125 gramos, alrededor de 5 gramos de lactosa.

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