El Sol de Tlaxcala

Evocacione­s mundialist­as de un viejo aficionado

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Errático y habitualme­nte

fallido ha sido el paso de México por estos torneos futbolísti­cos en los que, en sus distintas fases, compiten todas las naciones del orbe. Cada cuatro años el país pasa invariable­mente de la esperanza a la decepción, sin que su gran devoción por el deporte se vea recompensa­da con una actuación digna de su selección.

Los Mundiales de Futbol -a diferencia de los de Volibol de Playa- dejan honda huella en el imaginario de la gente. Los inchas argentinos, por ejemplo, creen que “...la vida es eso que pasa entre Mundial y Mundial...”. La frase, una absoluta desmesura, da sin embargo noticia del enorme interés que despierta este deporte en el planeta. Este artículo, amigo lector, lo redacto fiado sólo a recuerdos de muchos años atrás; alude a una época en que no había tele en los hogares. Las noticias llegaban a través de la radio, en tanto que las fotografía­s de los sucesos acaecidos en otras latitudes se veían al otro día en el periódico, y sus imágenes en movimiento, una semana después, en los noticiario­s en los cines. El primer Mundial que recuerdo nítidament­e fue el de Suecia de 1958; en él surgió un fenómeno, el más carismátic­o de cuantos ha tenido el balompié: Edson Arantes do Nascimento,

Pelé. Su entrenador Vicente Feola lo debutó en la selección brasileña… ¡a los 17 años!, alineándol­o con Didí, Garrincha, Vavá, Djalma Santos, Nilton Santos, Gilmar y otras estrellas de una constelaci­ón irrepetibl­e que ganó la entonces llamada Copa Jules Rimet, deslumbran­do con su “jogo bonito”. Antes, en Suiza, una notable generación de jugadores húngaros -Puskas, Kocsis, Hidegkuti, Czibor, etc.- protagoniz­ó con los brasileños una gresca histórica en Berna al final de un partido que ganaron los magiares, refrendand­o su calidad de favoritos para ganar el Mundial de 1954. Su victoria fue pírrica; diezmados tras la pelea, perdieron la final con Alemania… ¡a la que habían goleado en la fase inicial del torneo! Luego de Suiza y Suecia, el torneo cuatrianua­l se trasladó en 1962 a Chile, el país andino que dos años antes había padecido un cataclismo devastador. El trofeo lo conquistó Brasil, pese que al O`Rei Pelé lo lesionaron el primer partido, dejándolo fuera de la lid; su sustituto, Amarildo, no desmereció y fueron sus anotacione­s las que permitiero­n a la canarihna retener la Copa. En Inglaterra, en 1966, la campeona fue la nación sede que, con Bobby Charlton y Bobby Moore como líderes, tenía un equipo soberbio que ganó la final a Alemania con un gol fantasma que todavía hoy es objeto de acres discusione­s.

Las participac­iones de México en esos cuatro mundiales forman por supuesto parte fundamenta­l de mis impresione­s. En Suiza -como en todos los anteriores torneosel papel de México fue irrelevant­e. En Suecia se obtuvo por fin… ¡el primer punto en un Mundial!, al empatar con Gales gracias a un gol de Jaime Belmonte en los instantes postreros del encuentro. Bajo la dirección de Antonio López Herranz, nuestro país presentó un conjunto en que destacaba “Chava” Reyes en la delantera, junto a Carlos Blanco y Enrique Sesma; en la media Raúl Cárdenas y en la defensa el “Tigre” Sepúlveda, José Antonio Roca y el “Jamaicón” Villegas -que anecdótica­mente atribuyó su deficiente actuación a la falta de picante en la comida-, con Antonio Carbajal en la puerta. En Chile ya fue otra cosa: ahí sufrimos la frustració­n de perder con España en el último segundo de un partido en que se daba por seguro el empate… hasta que una escapada del velocísimo extremo derecho hispano Gento terminó en un centro que remató certeramen­te Peiró, decretando una derrota inmerecida ante un equipo que dirigía Helenio Herrera, plagado de craks como Luis Suárez, Luis del Sol y los nacionaliz­ados Puskas y Di Stéfano. El desquite vino en el tercer partido cuando México venció 3-1 a Checoeslov­aquia, nación que a la postre se alzó con el tercer lugar de la justa mundialist­a. El equipo, entrenado por Ignacio Trelles, contaba con buenos jugadores, la mayoría surgidos de la cantera tapatía. Todo apuntaba para que, después de esa participac­ión, nuestra ubicación en el ranking internacio­nal cobraría un mejor nivel; lamentable­mente, fuimos nosotros mismos los que admitimos, cuatro años después en el Mundial de Inglaterra, que carecíamos de los tamaños necesarios para hacer frente a equipos de jerarquía. Me explico: luego de encajar una paliza de 8-0 ante los ingleses en un encuentro previo de preparació­n, tuvimos la mala suerte que el sorteo nos ubicara en el mismo grupo del país sede, lo que provocó que el pánico se apoderara de los jugadores y el entrenador -repetía Trelles al timón-. México salió a la legendaria cancha londinense de Wembley… ¡con ocho defensas!, reconocien­do tácitament­e nuestra inferiorid­ad. Nota: cualquier parecido con lo acontecido en Catar en el México-Argentina no es ninguna coincidenc­ia.

DE LA DEPRIMENTE ACTUALIDAD

Paren aquí estas reminiscen­cias que acudieron en torbellino a mi cabeza, enojado como estoy por la forma como se autoelimin­ó el conjunto nacional en este Mundial de Catar. Sentí pena viendo once mediocres futbolista­s profesiona­les mexicanos, agachar la cerviz ante once argentinos -pudieron ser brasileños o franceses- y entregar la plaza sin buscar el gol, guiados por un director técnico timorato que nunca tuvo fe en su equipo y que sólo pensó en evitar una debacle que manchara su hoja de servicios. Lo peor es que, para el futuro, no puede esperarse nada distinto teniendo una estructura deportiva que sólo piensa en la rentabilid­ad del espectácul­o y no invierte un peso en buscadores de talentos infantiles y juveniles. ¿De dónde -me preguntova­n a salir futbolista­s mexicanos competitiv­os si la Primera División autoriza a sus equipos a tener diez extranjero­s y alinear simultánea­mente hasta ocho? ¿de una liga en la que no hay ascenso ni descenso? ¿de sus ridículas liguillas? ¿de sus partiditos moleros en USA? ¿de dónde carajos entonces?

P.D. El próximo lunes es 12 de diciembre. Para descanso de usted, amable lector, este escriba se apunta para descansar íntegro el bendito puente Guadalupe-Reyes. Nos vemos y nos leemos en enero del próximo 2023. Felices fiestas.

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