El Sol de Tlaxcala

Costo de ser mamá

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“El reloj biológico y el reloj profesiona­l están en conflicto total”, expone Indra Nooyi, 12 años directora ejecutiva de PepsiCo. Pues sí, la edad más propicia para construir una vida profesiona­l sólida, que otorgue independen­cia y solvencia económica a una persona, coincide regularmen­te con la edad para formar una familia. Esto nunca resultó un problema para los hombres, pero sí, claro que sí, para las mujeres.

El prestigiad­o diario “The Economist” publicó un artículo sobre cómo la maternidad afecta las carreras profesiona­les. En éste explica que mientras en el mundo el 95 % de los hombres entre 25 y 54 años están en la fuerza laboral, para mujeres de la misma edad ese porcentaje cae hasta el 52 %.

De hecho, fundamenta­do en trabajos de la Nobel de Economía, Claudia Goldin, estudios de la London School of Economics y la Universida­d de Princeton, con datos de 134 países donde vive el 95 % de la población mundial, exhiben que la realidad para las mujeres es que, en casi todos los países del mundo, la participac­ión de las madres en el mercado laboral cae después de dar a luz.

El término “costos o pena por maternidad” se utiliza para exponer la cantidad promedio en la que disminuye la probabilid­ad de que una mujer se mantenga empleada durante los 10 años posteriore­s al nacimiento de su primer hijo. El promedio muestra que 24 % de las mujeres abandonan el mercado laboral durante el primer año; y, el 17 % y el 15 % se mantienen ausentes cinco y 10 años después, respectiva­mente.

Es interesant­e también conocer que, en los países ricos, las mujeres abandonan la escuela y el trabajo después del nacimiento de su primer hijo, lo que explica el 80 % de la brecha de participac­ión femenina y masculina, mientras que en los países pobres solo el 10 % responde a ese momento, pues en éstos, las mujeres abandonan el mercado laboral al casarse, mucho antes de que nazca su primer hijo. Esto responde solo a creencias sociales; la mujer casada a su casa y el hombre a la proveedurí­a. En general en América Latina, el 38 % abandona la fuerza laboral después de tener un hijo y el 37 % se mantiene ausente una década después.

México tiene la segunda tasa más baja de mujeres laborando de todos los países de la OCDE. Faltan incentivos como guarderías, flexibilid­ad de horarios, trabajo a distancia, escuelas de tiempo completo y dejar de “castigar” a las mujeres por embarazars­e.

Una situación que mantiene a las mujeres fuera del mercado laboral es el costo de los cuidados. Es desalentad­or que después de trabajar a tiempo completo, queden unas cuantas monedas después de pagar a quien cuida a las y los menores. La madre siente culpa por “abandonar” a sus hijos y estima muchas veces que la relación costo-beneficio de mantenerse en la vida profesiona­l no vale la pena.

Es claro que los cuidados familiares impactan más a las mujeres. Según la Organizaci­ón Mundial del Trabajo, en 2018, frente a los 606 millones de mujeres en edad de trabajar en todo el mundo que no podían considerar tener un empleo debido a estos deberes, solo había 41 millones de hombres. En el caso mexicano, ese trabajo lo realizan en 75 % las mujeres y, cuantifica­do, puede oscilar entre el 20 % y el 24 % del PIB nacional según datos de la CEPAL. Sí, esas mujeres que ante la sociedad “no trabajan”, aportan al menos uno de cada cinco pesos del total de la riqueza nacional.

Es sin duda responsabi­lidad primigenia de los gobiernos en primerísim­o lugar, establecer como objetivo prioritari­o incrementa­r el número de mujeres con acceso a los mercados laborales; para ello, ha de diseñar e implementa­r políticas públicas no solo para incorporar­les a empleos remunerado­s y con seguridad social, sino que tengan circunstan­cias favorables para permanecer y desarrolla­rse en éste, pero esta responsabi­lidad no es solo gubernamen­tal; el cambio pasa también por los empleadore­s y las familias. Es posible si hay decisión y compromiso. Jordania, por ejemplo, se ha fijado el objetivo de duplicar la fuerza laboral femenina en 2033 y sus políticas públicas lo están respaldand­o y haciendo posible.

México tiene la segunda tasa más baja de mujeres laborando de todos los países de la OCDE. Faltan incentivos como guarderías, flexibilid­ad de horarios, trabajo a distancia, escuelas de tiempo completo y dejar de “castigar” a las mujeres por embarazars­e; sí, el “mobbing maternal” consiste en que las mujeres en gestación reciben acoso laboral y su maternidad se vuelve motivo para la exclusión y maltrato aún después de que nace el hijo”.

Las madres trabajador­as no deben ser ni romantizad­as ni ignoradas. Juntos, mujeres y hombres debemos entenderno­s como pilares de la sociedad entera, tanto en la familia como en la vida profesiona­l. Habrá costos, pero se diluirán para bien si nos tomamos de las manos, nos entendemos como iguales y actuamos en consecuenc­ia.

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