Tiempos de duelo
En el mundo, casi todas las personas han tenido, en algún momento de esta pandemia, algún sentimiento de pena, causado por la pérdida de algún conocido, vecino, amigo, pariente o familiar muy cercano.
Al principio se trataba de noticias que informaban sobre la enfermedad o fallecimiento de alguien que, si bien se conocía, no se recordaba muy bien, de alguien “lejano”. Poco a poco, conforme pasó el tiempo, el círculo de conocidos se fue haciendo más chico, hasta llegar a la pérdida de algún familiar muy cercano e incluso hasta el contagio de la enfermedad.
Esta circunstancia dio origen a pasar de la incredulidad, del no creer en la existencia de un virus tan poderoso, tan rápido de propagarse, tan fuerte para llegar hasta la propia casa, hasta convencerse de la necesidad de autoprotección y defensa.
Ayudó en esta etapa de la negación lo sorpresivo de la aparición del virus en el mundo, el desconocimiento de sus características y por tanto la ausencia de los medios para proteger y eliminarlo. Los gobiernos y las instituciones, desconcertados, cada uno presenta estrategias diferentes para vencer al virus y su propagación.
En esta etapa de negación se sumó la desconfianza en las cifras reportadas de enfermos y muertos, en la efectividad de las estrategias, en la carencia de congruencia entre lo que se recomendaba y lo que mostraban los gobernantes.
Entonces aparece el enojo, otra etapa
El duelo pasa ahora a la etapa de negociación, los países compiten desesperadamente por ser los primeros en presentar mundialmente las vacunas, muchos muchísimos recursos económicos llegarán, como también crédito político y poder, aunque la información sea sólo la que la emergencia permita y la distribución la que la política decida.
del duelo, las personas enojadas exigen eficacia y eficiencia en las medidas gubernamentales, y se exigen más en el autocuidado, porque de no ser así, se han visto las consecuencias, sobre todo muy cerca de días festivos.
El duelo pasa ahora a la etapa de negociación, los países compiten desesperadamente por ser los primeros en presentar mundialmente las vacunas, muchos muchísimos recursos económicos llegarán, como también crédito político y poder, aunque la información sea sólo la que la emergencia permita y la distribución la que la política decida.
Mientras en este duelo aparece la depresión, el desánimo, la impotencia, la angustia; si además de la enfermedad y el contagio se perdió el trabajo, se acabaron los ahorros y el medio se vuelve inseguro, viviendo en un mundo vulnerable y frágil.
Pero esto nos tocó vivir, en todos los rincones de este mundo, a todas las culturas, sabios e ignorantes, a mujeres, hombres, de todas las edades, de todos los colores, pobres y ricos. Esta pandemia nos igualó a todos, nos recordó que pisamos el mismo planeta Tierra, que respiramos el mismo oxígeno y que éste, igual que la luz, el calor del sol, el frío de la nieve, el amor, la amistad y tantas cosas más, son gratis. Así es que en medio de este duelo mundial, tenemos mucho porque dar gracias siempre.
Mientras en este duelo aparece la depresión, el desánimo, la impotencia, la angustia; si además de la enfermedad y el contagio se perdió el trabajo, se acabaron los ahorros y el medio se vuelve inseguro, viviendo en un mundo vulnerable y frágil.