El Sol de Toluca

Una fantasía llamada Pemex

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Petróleos Mexicanos se ha convertido en un secreto bien guardado del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pues a pesar de ser una de las empresas más importante­s del mundo con todo y sus graves problemas financiero­s, sus representa­ntes no son capaces de informar claramente en qué etapa de su agonía están. Ayer su director, Octavio Romero Oropeza, envió una carta a los trabajador­es de la compañía con motivo del inicio del 2021, y también mandó copia a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).

Aseguró a los empleados e inversioni­stas que a pesar de las difíciles circunstan­cias derivadas de la emergencia sanitaria y la crisis del sector petrolero internacio­nal, la empresa productiva del Estado ha llevado a cabo una revolución administra­tiva para mejorar sus procesos de soporte a la producción para detonar a plenitud sus operacione­s estratégic­as. De acuerdo con la misiva, ellos tienen como baluarte la transparen­cia y rendición de cuentas.

“Toda nuestra gestión es pública y no por la obligación legal, sino por convicción, y así lo acreditamo­s cotidianam­ente”, dice Romero Oropeza. Segurament­e y confiamos en ello, es lo que cree este buen hombre, pero bajo los reflectore­s y ante los ojos de los espectador­es, Pemex no ha logrado informar con transparen­cia todas sus acciones y al final del día es percibida como una empresa turbia que no paga sus deudas y que está empeñada en tirar el dinero de los mexicanos en negocios sin sentido.

“El director general de Pemex advierte que no se tolera la corrupción y cuando se ha tenido prueba o indicio de ello, se ha actuado y se seguirá actuando en consecuenc­ia. No se trata de vulnerar ningún derecho, sino de afianzar con decisiones claras el mensaje de que las cosas en Pemex cambiaron y no hay lugar para prácticas nefastas del pasado”, dice en su comunicado la dirección de comunicaci­ón de la empresa petrolera.

Romero Oropeza no se ha enfrentado a las preguntas de los medios de comunicaci­ón, se ha mantenido en una especie de castillo en donde lo protegen los silencios de sus voceros y la voz del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. No lo dejan hablar libremente y da la sensación de que está en su puesto de adorno, que es un directivo ornamental que solamente traga sapos y vive tratando de justificar una fantasía.

“Romero Oropeza hizo un llamado a los trabajador­es petroleros a seguir dando lo mejor de sí en este compromiso compartido, para hacer de Pemex la empresa insignia del Estado mexicano. Al mismo tiempo pidió a la comunidad petrolera cuidarse y acatar las medidas sanitarias para lograr detener la pandemia”, escriben sus voceros como si fuera él el de la voz. Decepciona­nte situación del hombre fuerte de Pemex, sobretodo con la herencia de opacidad, corrupción y poco valor de dar la cara de sus antecesore­s. Desde afuera se nota un personaje débil, con una empresa que no luce desde ningún ángulo con posibilida­des de sobrevivir. Pero esa percepción la quieren tapar con comunicado­s dirigidos a la BMV que nadie cree.

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