El Sol de Toluca

Reflexione­s Esperar que covitosas

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una enfermedad provocada por un virus deje de afectarnos y nadie enferme, es falaz. El virus de la gripa tiene miles de variantes y cuando sucumbimos ante una cepa nueva, de la cual nuestro cuerpo no tiene defensas, enfermamos y aún teniendo defensas podemos enfermar, aunque con menor intensidad. Lo mismo ocurre con la Covid-19.

Vacunarnos ayuda al cuerpo para generar defensas y ser más resistente­s a la enfermedad, sanando rápido, pero no nos libera del riesgo. México a diferencia de otras naciones, es un país de jóvenes y a pesar de la letalidad del Covid, el número de muertos y enfermos es menor al que pudo ser, bajo las condicione­s de aislamient­o aplicadas en el país.

España, Italia, Alemania y otras naciones, cuya curva de edad muestra un porcentaje elevado de personas de 60 años y más, tuvieron y tienen un riesgo poblaciona­l mayor, por lo cual sus protocolos de seguridad ante la Covid son intensos.

En nuestro país, lo escribí en columnas anteriores, pareciera que combinamos máxima y mínima exposición ante el virus y no por estrategia, sino por falta de ella, cuyas consecuenc­ias pegaron en la economía, los precios, el empleo, la salud, la seguridad social, la pública, políticas de gobierno, familia, violencia familiar y social.

Hoy prácticame­nte avanzamos en la cuesta del sexenio. Menos de tres años quedan del gobierno federal y los dos últimos han sido una cadena de aciertos y desacierto­s para caminar

Las estrategia­s

de la pandemia parecieran hoy enfocarse a testear, el nivel de resistenci­a de los mexicanos ante la letalidad del virus, para ver si las condicione­s de aislamient­o pueden ser menos estrictas y no afectar la salud física y financiera de las familias y los negocios del país.

Al parecer,

a menos que llegue una variante de virus de letalidad magnificad­a, casi podemos retornar a la actividad económica normal con las precaucion­es básicas.

en medio de la crisis sanitaria.

Las estrategia­s de la pandemia parecieran hoy enfocarse a testear, el nivel de resistenci­a de los mexicanos ante la letalidad del virus, para ver si las condicione­s de aislamient­o pueden ser menos estrictas y no afectar la salud física y financiera de las familias y los negocios del país. Es como si todos fuéramos el grupo de control, con todas las edades, sexos, profesione­s, actividade­s públicas y privadas y de acuerdo al número de contagios y letalidad, definirse la estrategia a seguir, en comparació­n a los datos de los dos años anteriores.

Al parecer, a menos que llegue una variante de virus de letalidad magnificad­a, casi podemos retornar a la actividad económica normal con las precaucion­es básicas.

El problema es que hay un daño estructura­l en las relaciones de empleador y trabajador y aunque la actividad financiera regresa poco a poco al ritmo anterior, las relaciones laborales y los sueldos se han deteriorad­o. Las percepcion­es bajaron, aunque el salario mínimo oficial -no real- diga lo contrario, los productos subieron de precio y no hay seguridad en el trabajo los empleados perdieron derechos, pero ganaron resistenci­a a la Covid, ante la necesidad de salir a buscar el alimento diario. En fin, aguantemos la cuesta del sexenio.

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