El Sol de Toluca

La autoridad no evitó el homicidio del Ray

La CDHM concluyó que en el penal de Atlacholoa­ya, en donde se encontraba el capo, había pocos custodios y varias armas blancas

- RIVELINO RUEDA Y SAÚL HERNÁNDEZ Con informació­n de Minerva Delgado /El Sol de Cuernavaca

CDMX. Un día antes del homicidio de Raymundo Isidro Castro, alias el Ray, en un motín dentro del penal de Atlacholoa­ya, municipio de Tlayacapan, se había suscitado una riña que presuntame­nte inició por “el robo de unos tenis” y dejó un saldo de un muerto y seis heridos.

La mañana de ese 29 de octubre de 2019 salió bien librado quien fuera el jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Morelos y uno de los tres capos del narcotráfi­co retratados junto al gobernador Cuauhtémoc Blanco en la fotografía que publicó Organizaci­ón Editorial Mexicana el pasado 4 de enero (vistiendo una playera de los Pumas).

No corrió con la misma suerte al día siguiente, cuando fue asesinado “con brutal ferocidad”, junto a otros cinco internos, en un motín de alrededor de 200 reos de los dormitorio­s cuatro y nueve.

De acuerdo con la Recomendac­ión CDHM/SE/VEAP/061/025/2019 de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHM), en poder de este medio, las autoridade­s penitencia­rias cometieron una serie de omisiones graves que derivaron en la riña del 29 de octubre y el motín del día siguiente en el Centro de Reinserció­n Social “Morelos”, también conocido como penal de Atlacholoa­ya.

“Queda confirmada la falta de implementa­ción de medidas preventiva­s tendientes a evitar hechos violentos como los ocurridos los días 29 y 30 de octubre de 2019, así como la mala supervisió­n y aplicación de los protocolos en materia de seguridad por parte de Directivos, Custodios y personal encargado de la vigilancia al interior del centro”, se lee en la recomendac­ión de la CDHM.

En el expediente se constata que el día en que el Ray fue asesinado, el estado de fuerza al interior del penal era de 95 elementos en el primer turno y 97 durante el segundo para vigilar a aproximada­mente dos mil 282 reos, “de lo que se desprende que de acuerdo al primer turno en el que

ocurrieron los hechos, la proporción de elementos de seguridad y custodia respecto de personas privadas de la libertad era de 1 a 24, situación que hace materialme­nte imposible la vigilancia y custodia de las mismas”.

De acuerdo con estándares internacio­nales, al interior de las cárceles debe haber entre una y no más de tres personas recluidas por cada funcionari­a o funcionari­o de seguridad.

La Comisión también pudo constatar la presencia de objetos punzocorta­ntes y sustancias prohibidas al interior del penal sin que las autoridade­s del centro los confiscara­n después de los hechos violentos.

“Resulta preocupant­e para este organismo… que no se confiscaro­n objetos prohibidos a las personas privadas de la libertad después de los incidentes suscitados; siendo que en los informes médicos y en las necropsias se señala que la gran mayoría de las heridas que presentaba­n tanto las personas lesionadas como las fallecidas, provenían de armas blancas u objetos punzocorta­ntes y punzantes”, destaca el documento.

LA MUERTE DEL RAY

En dos horas y media (de las 8:30 hasta las 11:00 horas), el 30 de octubre de 2019, los grupos antagónico­s al interior del penal de Atlacholoa­ya masacraron a seis reos con –según describe la CDHM– “un profundo desprecio a la vida humana”.

Raymundo Isidro Castro aparece en la tercera casilla del informe de víctimas. En la fila que correspond­e a las “causas de muerte”, el diagnóstic­o dice:

“Laceración cerebral por contusión encefálica hemisféric­a derecha, secundaria y consecutiv­a a traumatism­o craneoence­fálico, lo que se clasifica de mortal. Se producen cuando un objeto sólido, duro de bordes de romo, en movimiento, percute (golpea) el cuerpo de la víctima”.

Las heridas por instrument­o punzocorta­nte y cortante –añade la necropsia–, “se producen cuando un objeto sólido con punta y filo, en base a la presión y deslizamie­nto del filo, y la introducci­ón de una punta y filo, separa los tejidos corporales de la víctima, dando origen a las heridas”.

El Ray, oriundo de Acapulco, Guerrero, fue considerad­o por las fuerzas de seguridad estatal y federal como uno de los principale­s criminales que generaron la grave crisis de violencia en Morelos.

Apenas ayer, la Fiscalía Anticorrup­ción de Morelos requirió a la CDHM la entrega del expediente que integró el organismo tras la riña-motín registrada en el penal de Atlacholoa­ya.

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ESPECIAL El gobernador de Morelos, junto con el Ray

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