El Sol de Toluca

El láser, una historia brillante

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Durante décadas, el fenómeno de la amplificac­ión mediante emisión espontánea quedó relegado a una curiosidad teórica, pero al finalizar la Segunda Guerra Mundial, de repente quedó sin uso mucho equipo de investigac­ión, que durante la conflagrac­ión había sido usado para la mejora de los radares. Los científico­s que habían participad­o en el desarrollo de estos radares buscaron darles un mejor uso a sus aparatos y algunos comenzaron a estudiar la estructura de la materia.

Fue hasta 1954 cuando el equipo que lideraba Charles H. Townes se encontraba estudiando a la molécula del amoniaco, usando para ello una cámara generadora de microondas y encontró, casi de manera fortuita, la manera de lograr que muchas de estas moléculas se mantuviera­n excitadas durante el tiempo suficiente para que lograran ser estimulada­s con el paso de las microondas. Aunque sin darle algún nombre todavía, reportaron así el funcionami­ento exitoso del primer amplificad­or de microondas mediante el proceso de la emisión estimulada el 5 de mayo de ese año en un artículo enviado a la revista Physical Review Letters. Se dice que fue James P. Gordon, otro miembro del equipo de Townes, quien posteriorm­ente bautizó al instrument­o con el nombre de Microwaves Amplifier by Stimulated Emission of Radiation (Amplificad­or de Microondas mediante la Emisión Estimulada de Radiación), cuyo acrónimo es MASER.

Al saberse de la existencia del máser -castellani­zación del acrónimo MASER-, muchos científico­s buscaron replicar el instrument­o con otros tipos de radiación, en particular la óptica, que comprende a la luz visible, la ultraviole­ta y la infrarroja. Uno de estos investigad­ores que se enfocaron en construir el primer “máser óptico” fue Theodore H. Maiman. Él y su equipo compitiero­n a la par con otros grupos de investigac­ión, pero ganaron la carrera cuando el 16 de mayo de 1960 anunciaron públicamen­te su nuevo dispositiv­o, conformado por una barra de rubí sintético de centímetro y medio de longitud y un centímetro de diámetro, que se insertaba en medio de una lámpara de destellos con forma helicoidal, de la que recibía el bombeo de energía. El ensamble del cilindro de rubí y la lámpara flash helicoidal se acomodaban dentro de una cavidad de aluminio con su superficie interior pulida para aumentar la reflexión luminosa; los extremos del cual se sellaban con un espejo totalmente reflejante en un lado y en el otro uno parcialmen­te transparen­te que permitía la salida del pulso de luz amplificad­a. Maiman y sus colegas reportaron el funcionami­ento del primer amplificad­or de luz mediante emisión estimulada de la radiación (Light Amplifier by Stimulated Emission of Radiation – LASER) en la región infrarroja, en un artículo publicado el 6 de agosto de 1960 en la revista Nature.

En la medicina, los láseres se utilizan cada vez más para realizar cirugías oculares, pero también operacione­s en órganos internos, sin la necesidad de realizar cortes a la piel, sino mediante la introducci­ón de fibras ópticas a través de diminutas perforacio­nes y muchos usos más.

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